Los 500 años de la caída de Tenochtitlán y de la fundación de la Ciudad de México son el punto de partida de una serie de reflexiones sobre su historia urbana y arquitectónica y sus transformaciones territoriales. Los éxitos y fracasos de una urbe que se ha desarrollado contra natura, con la progresiva desecación de los lagos. Una ciudad que ha hecho del sacrificio original la materia prima para su renacer, que sufre año con año los excesos y defectos de su origen lacustre, y que es el crisol mestizo de la cultura mexica y española. Mapeada como pocas, la Ciudad de México puede ser narrada desde las utopías y los proyectos de ciudad que cada generación aportó a su historia, incorporando en cada época las infraestructuras comunes a todas las ciudades.
Junto a ensayos y mapas que exploran las múltiples realidades de nuestra metrópoli, este número 95 muestra la intervención reciente del
Gran Canal como rescate del espacio público. A su vez, reunimos algunos ejemplos contemporáneos que recuperan las vecindades como una tipología que, desde finales del siglo XIX, ofreció la posibilidad de una vida colectiva alrededor de un espacio abierto, como parte misma del tejido en el cual se inscriben.
En la coyuntura actual de la pandemia por el Covid, sumado a las inundaciones y sequías estacionarias, la fatiga de las las infraestructuras
metropolitanas que constantemente avisan de fracturas y amenazan con colapsos potenciales, así como la sostenida inseguridad de una urbe que ya no crece, merecería un diálogo ciudadano amplio para definir prioridades que privilegiarán los intereses y necesidades de las personas y los servicios que éstas esperan de una gran ciudad. La definición del espacio común, de sus usos y sus apropiaciones temporales, sigue siendo el territorio de las batallas entre ciudadanos (como seguimos viendo todos los días) y también los lugares de los acuerdos. Urbanistas y políticos deberían partir de una agenda que emergiera del consenso ciudadano, reaccionando ante la desigualdad, la gentrificación, la densidad y la infraestructura, para definir el rumbo de nuestro futuro.•
David Chipperfield | Robert Hutchinson Architecture y JSa | Alberto Kalach | Daniel Daou y Elena Tudela | Fernando Tepichín Jasso y Alejandro Polo Lamadrid | a|911 | Fernanda Canales | PRODUCTORA
Francisco Brown | Santiago de Orduña | Juan Carlos Espinosa Cuock y Tania Tovar | Paulo Tavares | Cruz García y Nathalie Frankowsky/WAI Architecture Think Tank
La utopía es un estado, no una colonia de artistas. La utopía no es un estado, sino una colonia de artistas. Las utopías son sitios sin lugar real. Son sitios que tienen una relación general de analogía directa o invertida con el espacio real de la sociedad. La misma sociedad actual en una forma perfeccionada o la sociedad vuelta de cabeza, pero en cualquier caso esas utopías son fundamentalmente espacios irreales.
Es importante atender una vez más a lo que evidentemente es una intención utópica, la cuestión de un mundo sin fronteras. Desde sus inicios, el “movimiento” o, más precisamente, la “ausencia de fronteras” ha sido central para varias tradiciones utópicas. El concepto mismo de utopía se refiere a aquello que no tiene fronteras, comenzando por la imaginación misma.