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Decía Adolf Loos que el ornamento es delito. En 1908 afirmó que la modernidad no estaba en la forma sino en el espíritu surgido de la síntesis entre utilidad y simplicidad, frente al gusto en boga de lo representativo, el ornamento y la imitación. Un siglo después, las obras de Mauricio Rocha y de Francisco y Manuel Aires Mateus que publicamos comparten ese espíritu loosiano y se desmarcan de los lineamientos de generaciones anteriores, bien sea de la subjetividad formal de los “maestros” o de las escenografías escultóricas, el ornamento tecnológico y el mimetismo.
Sus construcciones se basan en ideas precisas y pocos recursos, ante un panorama contaminado por el exceso de forma y el delirio por el detalle virtuoso, al que reaccionan con una gramática básica y arcaica sustentada en la materialidad, las texturas y la luz. La Escuela de Invidentes en la ciudad de México o la casa en Alvalade, en Portugal, son poco más que la cimentación precedente y algo menos que su ruina futura. Son marcas en un territorio neutro; huellas atópicas que responden al repertorio de la memoria arquitectónica, más que al lugar. En tiempos de transparencias y evanescencias, estas arquitecturas sólidas y densas se someten al orden de la planta cuadriculada, inundando de luz el espacio desde la sección, donde la única transparencia es la de los muros ausentes. Sus lógicas cerradas, abstractas y atemporales remiten a los prototipos mandálicos de la casa o el laberinto; a las ruinas de Pompeya o a la obra de Louis Kahn: el patio central del Salk Institute está en la Escuela de Invidentes y el grosor de los muros de la casa portuguesa remite a los espacios servidores y servidos kahnianos.
No por casualidad comparten este Arquine 20 con los ensayos constructivos del primer Juan O’Gorman, próximos a las formas corbusianas, aunque la radicalidad de sus propuestas —estudios de Diego Rivera y Frida Kahlo, concurso para vivienda económica, etc.— está más próxima a Ludwig Hilberseimer o Hannes Meyer, en la medida en que el obstinado proceso de destilación de los elementos invariables testimonia la búsqueda de los prototipos.
Tanto en las primeras obras modernas de O’Gorman como en las recientes construcciones de Rocha y de Aires Mateus, hay una resistencia ante la sumisión acrítica a la tecnología y a las arquitecturas mediáticas. Se trata de arquitectura pura y dura, sin anestesia ni aderezo. Arquitectura a la plancha.
Obras
Mauricio Rocha | Aires Mateus
Ensayos y conversaciones
Hernán Barbero Sarzábal | Pilar Echezarreta | Fernanda Canales | Hugo Segawa | Luis Fernández-Galiano | Leonardo Novelo | Alejandro Hernández Gálvez | Humberto Ricalde | Enrique X. de Anda A.