Jonathan Tuckey Design ha completado un nuevo teatro en los terrenos de una escuela en el sureste de Inglaterra. Fiel al compromiso de la práctica de “construir sobre lo construido”, por lo que se ha ganado una reputación internacional, el despacho propone un nuevo teatro que juega un papel vital en la reparación y mejora del campus existente.
El nuevo edificio sostenible ha sido cuidadosamente diseñado para que conviva armoniosamente con los edificios vecinos, y logra convertir lo que alguna vez fue un estacionamiento sin características en una plaza cívica animada. Horris Hill es una escuela preparatoria diurna con internado para niños de entre 4 y 13 años, ubicada en un campus rural en Berkshire. Está ubicada en 85 acres que contienen bosques, canchas deportivas y un huerto. La educación al aire libre y la actividad extracurricular son partes fundamentales de la escuela.
El teatro reemplaza una cabina modular construida en la década de 1970 en el lado occidental del campus. El nuevo edificio se coloca sobre un ángulo del terreno para abrazar la urbanidad latente del sitio, creando una plaza cívica dentro de la colección existente de edificios. Jonathan Tuckey Design ha empleado materiales naturales para crear un teatro con ventilación pasiva que se sienta armoniosamente dentro del entorno arbolado del campus. Está construido con madera laminada cruzada (CLT), un sistema de ingeniería estructural a base de madera y revestido con paneles de fibra de madera Viroc. El marco CLT fue elegido por su rentabilidad y para reducir el tiempo de construcción en el sitio; su especificación ha garantizado un ahorro de 40 toneladas de CO2 en comparación con los bloques tradicionales.
El techo ondulado, acabado en un azul oscuro profundo para representar el cielo nocturno, ha sido modelado acústicamente para proyectar el sonido desde el escenario hacia el auditorio. El piso es de Viroc pulido en negro, cortado en un patrón para hacer referencia a los pisos de piedra ornamentados de las iglesias renacentistas. La llegada se hace través de un vestíbulo de entrada, un umbral acústico y un pasillo de entrada al auditorio conectado al escenario, al área del backstage y al muelle de carga en la parte trasera. El almacenamiento y los baños están ocultos debajo de los asientos inclinados a los que se accede desde el vestíbulo de entrada.
El proyecto se inspira en el libro de Christine Boyer, La ciudad de la memoria colectiva, en su reconocimiento de que el teatro será un escenario para la vida cotidiana. El diseño toma prestados motivos históricos como los puestos de pie del teatro Tudor, el proscenio y la columnata del teatro clásico, así como motivos de la arquitectura eclesiástica renacentista.