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Columnas

Cascarones sin Candela

Cascarones sin Candela

27 enero, 2023
por Juan Ignacio del Cueto

Sede de Bacardí, con estructura diseñada por Enrique Gutiérrez. Cortesía: José Ignacio del Cueto Ruiz-Funes.

Este ensayo es parte del contenido del número 102 de la revista Arquine: Estructuras.

 

Hace 25 años, Miquel Adrià me invitó a escribir para una nueva revista que estaba por salir y que se llamaría Arquine. En su segundo número se publicó el artículo “Félix Candela, el mago de los cascarones de concreto”, y su aparición a finales de 1997 coincidió, tristemente, con la muerte del arquitecto español exiliado en México. Desde entonces ha corrido mucha tinta sobre este genio del diseño estructural. “¿Hay algo nuevo que decir sobre Candela?”, me preguntó Miquel cuando me invitó a colaborar en esta Arquine 102, dedicada a las estructuras arquitectónicas. Claro que sí: aún nos seguimos sorprendiendo con nuevos hallazgos sobre su vida y su obra, pero sobre todo por la influencia que tuvo en otros autores que quedaron a la sombra del maestro en aquella “época de oro” de las estructuras laminares resistentes por forma.

En el libro La estela de Félix Candela. Cascarones de concreto armado en México y el mundo (2021), cuya premisa fue que no figurara ni una obra construida por él, aparecen decenas de ejemplos diseñados bajo su influjo en varios países a ambos lados del Atlántico, pero quedaron fuera de la publicación otros que merecen atención. A continuación, se presentan tres de ellos: la cubierta de la terraza de visitantes de Bacardí Puerto Rico, Miami; una en Ciudad de México y otra más en el Paraguay.

Una palapa pétrea en Puerto Rico

El grupo cubano SACMAG (Sáenz, Álvarez, Cancio, Martínez y Gutiérrez) coordinó desde La Habana, en 1958, el proyecto de la planta embotelladora Bacardí-México en el que Mies van der Rohe y Félix Candela levantaron dos de sus obras maestras. El socio más joven de aquel consorcio era el arquitecto Enrique “Henry” Gutiérrez (La Habana, 1931-Miami, 2017), a quien le tocó viajar a México para supervisar los trabajos, y quedó fascinado con los cascarones de concreto que vio construir.

Tras la Revolución Cubana, “Henry” Gutiérrez emigró a Puerto Rico y recibió el encargo de proyectar la nueva sede de Bacardí en el municipio de Cataño, en la ribera de la Bahía de San Juan. El conjunto incluía una terraza para visitantes que cubrió con un espectacular cascarón de concreto posado en cuatro apoyos, el cual brinda una generosa sombra a los usuarios a modo de “palapa pétrea”. 

La solución sigue el principio geométrico de la capilla de San Vicente de Paul en Coyoacán (Enrique de la Mora y Félix Candela, 1959), aunque ésta se resuelve con tres cascarones de borde recto que no se tocan hacia el interior. La otra diferencia es que la cubierta boricua elimina los cerramientos exteriores para conseguir ventilación cruzada, como sucedía en el bar La Jacaranda que Candela construyó a orillas de la playa en el Hotel Presidente de Acapulco (Juan Sordo Madaleno, 1957), protegido por una grácil bóveda por arista con bordes curvos que fue demolida cuando se amplió el hotel.

Henry Gutiérrez diseñó también el edificio corporativo de Bacardí en Miami, inaugurado en 1963 y declarado monumento histórico de la ciudad en 2009. 

 

Miami Marine Stadium, tribuna diseñada por Hilario Candela. Cortesía: José Ignacio del Cueto Ruiz-Funes.

El otro Candela

El arquitecto Hilario Candela (La Habana, 1934- Miami, 2022) estudió la carrera en el Georgia Institute of Technology (Georgia Tech) y regresó a Cuba en 1958 para trabajar en SACMAG, donde se contagió del entusiasmo de “Henry” Gutiérrez por los cascarones de Félix Candela (con quien, por cierto, no tenía lazos familiares cercanos), lo que influyó en el diseño para el Miami Marine Stadium (1963), una tribuna frente a la bahía desde la que siete mil espectadores podían admirar las carreras de lanchas rápidas y otros espectáculos acuáticos protegidos del sol por una gran cubierta en voladizo.

Con una estética brutalista, la tercera parte de la estructura de concreto del Miami Marine Stadium está asentada en el agua, a modo de palafito, sobre pilotes que se hincan en el fondo de la bahía para sostener la parte baja del graderío, mientras que la parte alta y la gran cubierta se asientan en tierra firme por medio de un ingenioso sistema de apoyos inclinadas dispuestos en grupos de tres, a modo de trípode invertido. 

Tras los destrozos que causó el huracán Andrew en Miami (1992), las autoridades decidieron cerrar el estadio pese a que su estructura no había sufrido mayores daños, por lo que grafiteros se apropiaron del inmueble, quienes utilizaron sus superficies como paños pictóricos, mientras que skaters gozaron de la superficie alabeada de la cubierta para realizar sus suertes acrobáticas. El estadio estuvo al borde de la demolición, pero se salvó gracias a la opinión pública y el propio Hilario Candela participó en el proyecto de remodelación que hace unos años se vio beneficiado con una beca del programa Mantelo Moderno de la Fundación Getty.

El otro Candela falleció a principios de este año a causa del COVID, sin haber podido ver el inicio de los trabajos de restauración de su obra más famosa, la primera y única con este tipo de estructura entre las muchas que hizo en su prolongada carrera profesional en Florida.

 

Restaurante del Lago, con una estructura diseñada por Alfonso Ramírez Ponce. Cortesía: LagoAlgo.

Un cascarón junto al lago

En los años sesenta del siglo pasado, el arquitecto mexicano Leónides Guadarrama proyectó varios edificios culturales, recreativos y de servicio para la segunda sección del Bosque de Chapultepec, entre los que destaca el elegante Restaurante del Lago. En su diseño colaboró Alfonso Ramírez Ponce, que había sido alumno de Félix Candela en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM (ENA, hoy Facultad). El concepto estaba claro desde el principio: aprovechando la pendiente del terreno a orillas del lago, el comedor se concebía como un auditorio en el que los comensales serían los espectadores con vistas al cuerpo de agua, el cual fue entendido como escenario, con el bosque como telón de fondo.

El joven arquitecto diseñó una cubierta de grandes claros con dos paraboloides hiperbólicos asimétricos, que refería metafóricamente a un ave posada en la ribera del lago desplegando sus alas para alzar el vuelo. La propuesta del joven arquitecto fue aceptada por Guadarrama, quien encomendó el cálculo de la compleja estructura a la prestigiosa firma DIRAC (Diseño Racional, S.A.). El reto fue resuelto por el ingeniero paraguayo Luis Fernando Meyer, quien trabajaba en la firma de calculistas tras haber pasado por Cubiertas Ala, la empresa de Candela.

La experiencia en el proyecto de este cascarón junto al lago marcó el inicio de la brillante carrera de Alfonso Ramírez Ponce en el campo de las estructuras laminares, aunque las haría de ladrillo y no de concreto. Su pasión por la geometría y la construcción lo llevó a convertirse en un maestro en el diseño y construcción de bóvedas tabicadas, siguiendo la escuela de constructores de este tipo de cubiertas como Rafael Guastavino o Eladio Dieste. 

Durante muchos años, el Restaurante del Lago fue el lugar más exclusivo de la Ciudad de México. Con el paso del tiempo sufrió diversas remodelaciones que alteraron su fisonomía interior, y fue perdiendo su glamour hasta entrar en crisis. Durante la pandemia fue reconvertido en un centro cultural de altos vuelos rebautizado como LagoAlgo. Una afortunada intervención recuperó el protagonismo original del primer cascarón. 

Cruz monumental en Paraguay, diseñada por Meyer&Meyer. Cortesía: José Ignacio del Cueto Ruiz-Funes.

Una cruz monumental en el paisaje

El ingeniero Luis Fernando Meyer Canillas inició su carrera en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción (FIUNA) y en el transcurso obtuvo la beca Fulbright para proseguir sus estudios en la Universidad Tecnológica de Texas (Texas Tech University), donde egresó como ingeniero civil. Posteriormente estudió en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign el Master of Science en ingeniería estructural con énfasis en el comportamiento del concreto en estructuras laminares. Allí quedó admirado con las estructuras que se hacían en México y solicitó trabajo a Cubiertas Ala. 

A su regreso al Paraguay fundó la empresa Meyer&Meyer, dedicada al diseño y construcción de estructuras de concreto armado, y a la fecha sigue construyendo cascarones, siendo el más una cruz monumental en Villa Florida, departamento de Misiones. Su fuste rebasa los 30 metros de altura y sus brazos están realizados con delgadas láminas de paraboloides hiperbólicos en cantilever, perforadas para disminuir el empuje del viento. El diseño está inspirado en la cruz que Candela construyó en la Capilla de Palmira en Cuernavaca (Guillermo Rossell de la Lama y Manuel Larrosa, 1959), pero sus dimensiones son colosales.

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