Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
1 abril, 2020
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
«Cuando tenía nueve años, mi padre inventó un juego para mantenerme entretenido. Se llamaba “Última parada”. Vivíamos en el Upper West Side de Manhattan. Cuando tenía un tiempo libre un fin de semana, caminábamos a la parada local de la calle 103 de la línea IND (Independent Subway System). De esa estación transbordábamos a otro tren y lo tomábamos hasta la última estación de la línea. Al salir, explorábamos el barrio a pie durante un par de horas, a veces tomando un autobús urbano para extender un poco más el viaje. Cuando agotamos las últimas paradas de varias líneas, cambiamos el destino a antepenúltima o cualquier otra parada. Jugamos ese juego intermitentemente por unos cinco años, hasta que entré a la preparatoria.»
Fueron esas excursiones por la ciudad las que años después motivarían a William B. Helmreich a caminar todas las calles de Nueva York —los cinco boroughs— y contar sus hallazgos en el libro The New York Nobody Knows. Walking 6000 Miles in the City, publicado en el 2013. Las líneas arriba citadas son el primer párrafo del prefacio a ese libro.
En la introducción a su libro, Helmreich postulaba —en un tono acaso cercano al de Jane Jacobs— que “la esencia de la ciudad es su gente. Con sus acciones e interacciones determinan la forma que asume, el flujo de la vida diaria y las aspiraciones y sueños que tiene.” No concebía la ciudad como una “unidad estática” sino como un “ambiente en constante cambio.” Por eso —y por el juego que le enseñó a jugar su padre— decidió caminar la ciudad para conocerla a fondo: “la experiencia de caminar la ciudad es mucho más que eso. Caminar es fundamental en esta tarea pues te pone ahí afuera y te permite conocer la ciudad de cerca.” Aunque hay ciudades donde caminar es más complicado. Helmreich cuenta que al caminar en Los Angeles raramente encontraba a más gente haciendo lo mismo que él, esto es, caminando —lo que llevó a Reyner Banham en los años 70 a aprender a manejar para recorrer esa ciudad y después describirla en su Los Angeles: la arquitectura de cuatro ecologías. Sin embargo, más allá de la ciudad que se recorra, para Helmreich hay diferencias fundamentales entre la forma de recorrer una ciudad y qué tanto nos permite conocerla. Al caminar, dice, se puede “apreciar los edificios y observar cómo la gente funciona en el espacio y, sobre todo, hablar con ellos.” El coche “crea un muro físico entre el conductor y el barrio. Por el simple echo de manejar a través, dejas claro que no eres de la zona, que eres un forastero. Cuando caminas por un barrio, la gente puede ver que eres de fuera, pero el que estés caminando sugiere que al menos vas de visita.” Helmreich coloca a la bicicleta entre el auto y el caminante: “es un buen método para explorar un área, sin duda mejor que el automóvil, pero sigue siendo un poco demasiado rápido para la reflexión seria. Al mismo tiempo, es una excelente manera de tomarle el pulso a la ciudad si no tienes tiempo suficiente para caminar y quieres cubrir el terreno rápidamente pero con cierto grado de intimidad.” Además, para Helmreich caminar por la ciudad “es como estar en un escenario: no te puedes bajar cuando la gente empieza a hablar contigo.”
Helmreich nació el 25 de agosto de 1945 en Zurich, hijo de sobrevivientes del Holocausto nazi. Un año después su familia emigró a los Estados Unidos. Helmreich estudió sociología y escribió y editó dieciocho libros, incluyendo estudios sobre los sobrevivientes del Holocausto emigrados a los Estados Unidos y sobre grupos activistas afroamericanos. Helmreich murió el 28 de marzo de 2020 a causa de infección por coronavirus.
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