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Undécima llamada en el Metropólitan: las conferencias de Mextrópoli 2024

Undécima llamada en el Metropólitan: las conferencias de Mextrópoli 2024

4 octubre, 2024
por Olmo Balam

El estrado hexagonal en el escenario del Teatro Metrópolitan durante la serie de conferencias de Mextrópoli 2024. Foto: by Jasso.

Hasta hace poco, no más de una década, todavía era aceptable pensar, desde la experiencia inmediata, que el “contexto natural” era eso atemporal, que sólo se mueve a escala geológica o en eones. Y la arquitectura sería esa mediación que, con cierta lentitud con respecto a otros asuntos humanos, podría crear cosas perdurables: casas, monumentos, ciudades enteras. Ahora, como en pocos años antes, la naturaleza se ha revelado como un todo que cambia a una velocidad inalcanzable para una disciplina que, en gran medida, sigue habitando bajo la sombra de su espléndido pero ya casi infructuoso siglo XX: la figura centralizante del arquitecto, los proyectos construidos como único legado de los despachos y sus numerosos colaboradores, y una lucha no tanto por insertarse en el ya mencionado contexto, tanto natural como humano, sino diferenciarse de él cuanto antes.

En frente: huracanes cada vez más frecuentes y mortíferos; domos de calor alimentados por el concreto y el asfalto que cubren las ciudades; extinción masiva de especies, lenguas y culturas; estratos geológicos marcados por la extracción de materiales necesarios para la construcción incesante de edificios que, en la mayor parte de los casos, sólo servirán a la especulación financiera y no a los habitantes. Es un momento en el que la nave espacial Tierra se ha rehusado ya no a su simulacro de despegue, sino a admitir las reparaciones, esta edición de Mextrópoli trató de desmarcarse de la habitual etiqueta de los discursos y ponencias dirigidos por arquitectos, y en casi todos los casos tuvo que dar entrada, por voluntad propia o por fuerza, a este contexto en el que hay mucho que reparar en poco tiempo.

Para no ir más lejos, en casi todas las presentaciones todavía era notoria la huella de la pandemia de covid-19 (2020-2023), por mucho que cuatro años después de su inicio no haya habido cubrebocas mandatorios, o que las causas de una u otra ausencia no fueran los cierres sanitarios en los aeropuertos: así, casi todos los conferencistas traían noticias de proyectos demorados o cancelados, o que combatieron esa crisis de la que todavía no hemos salido, por mucho que se militara la vuelta a la normalidad (Leonor Silvestri dixit).

Como esa emergencia sanitaria, otras crisis han alcanzado a reflejarse en un festival en el que se animaba a reparar la ciudad global, pese a los muchos estragos en curso: guerras y operaciones genocidas en casi todos los continentes en las que perecen inocentes y patrimonio tangible e intangible; una crisis de vivienda y salarios que, sin embargo, no ha sonado aún la alarma de nadie, a pesar de los rumores de una próxima recesión (gran eufemismo para depresión económica) en 2025; y un giro a la derecha en el mundo, en plena tensión con gobiernos de izquierda, progresistas y liberales surgidos durante los dosmildieces y que ya han empezado a ser contrarrestados por el fascismo, brazo armado del libre mercado, en su nuevo traje libertario.

Como respuestas a la omnicrisis, los conferenciantes —además de sus mejores proyectos—, presentaron, no sin cierto escepticismo, algunas de las posibles rutas para reparar la megalópolis mundial: el revival de la madera; la recuperación de áreas urbanas para la vivienda y la habitación comunitaria; la construcción sobre estructuras y programas ya existentes; el credo de hacer más con cada vez mucho menos que, sin embargo (y como lo decía uno de los ausentes de este ciclo de conferencias, Pier Vittorio Aureli, en su opúsculo Less is enough [2023]) no se ha orientado hacia la optimización de recursos tanto como al lucro para unos cuantos. También había rasgos comunes entre conferencias, como una cifra que ya casi es un lugar común: la de que las industrias de la edificación y construcción producen más o menos el 40 % de las emisiones de dióxido de carbono, lo que ha llevado a una de las tendencias que podrían marcar lo que le queda de década a estos dosmilveintes: ponerle freno al imperio de cemento y concreto. 

Para cuando el lunes 23 de septiembre sonó la tercera llamada en el Teatro Metropólitan, la undécima edición de Mextrópoli estaba por probar qué tanto el eje del festival, reparar la ciudad, podía en verdad romper los ciclos de consumo y adoptar nuevas visiones de la ciudad, la sociedad y la arquitectura.

Foto: Axel Palacios

Ada Colau | Barcelona

“Donna Haraway hablaba del conocimiento situado, no todos ni todas hablamos desde el mismo lugar. Sé qué es que te corten el teléfono o pagar el alquiler, lo que ha condicionado mi visión del mundo.” En pleno día internacional de la bisexualidad, así se situaba Colau frente al auditorio del Teatro Metropólitan. Quien fuera alcaldesa de Barcelona durante dos mandatos (2015-2019 y 2019-2023), y en tanto representante de la plataforma política Barcelona en Comú, llegó a México tan sólo unas semanas después de despedirse del Ayuntamiento de esa ciudad y concluir una intensa etapa en la que puso la vivienda popular en el centro de su política pública en un contexto de especulación inmobiliaria y deshaucios. Con una presentación sencilla, limitada a algunas fotos de proyectos como APROP o del model superilla (supermanzana), la política catalana dio un balance de sus casi 10 años de política en funciones. 

“Necesitábamos vivienda asequible y aunque vivamos en un sistema de mercado, no es lo mismo especular con yates o relojes de lujo que con la vivienda que es un derecho esencial, que debe tener una protección y reglas distintas a las del libre mercado. Estamos hablando de corresponsabilidad: si la iniciativa privada quiere especular con vivienda, debe reconocer que no es cualquier tipo de servicio o mercancía, por lo que debe respetar otras reglas que las del mercado. Es una ciudad que prioriza la vida. La mejor imagen de seguridad no es una ciudad con presencia de policías, sino una imagen de niños que juegan en libertad y sin miedo a ser atropellados.”

Con una amplia experiencia, que la llevó desde el activismo callejero hasta el máximo puesto de responsabilidad en Barcelona, lugar desde el que tuvo que llevar a la realidad estas ideas sobre la vida situada (cosa que no sucedió sin resistencia), Colau señaló la importancia de que “la ciudad tenga buenas calles, equipamientos y escuelas, pero nada de eso existe como ciudad si no hay vida, y la vida la dan los habitantes”. No sin resistencias, y pese a la derrota electoral del año pasado, la gestión de esta política sentó precedentes como el cierre de filas contra Airbnb, los incentivos para cooperativas de vivienda y la actualización de la traza de Barcelona, ciudad que en sí misma sigue siendo uno de los laboratorios preferidos para el urbanismo internacional. Colau, quien ahora está en una pausa política y no descarta volver a presentarse como candidata, piensa que el siguiente paso no es, como se concebiría desde la política clásica del siglo XX, llegar al nivel país para seguir con esta política, sino por medio de un “municipalismo” o “internacional municipalista”. En pleno intercambio con otras alcaldesas del mundo, este concepto está por ponerse a prueba ya en el cénit de una década en la que otro espectro secular, el de la caída de la bolsa de 1929, empieza a flotar, comandada por la crisis inmobiliaria y de vivienda.

Foto: Axel Palacios

Eduardo Castillo-Vinuesa | Madrid

Como bajo el filtro azul de una cámara cinematográfica, este arquitecto interdisciplinario —como él mismo se nombra— y cuya obra discurre “en la intersección de la academia y el sector cultural”, dio una visita guiada por Foodscapes, proyecto que investiga los procesos de alimentación en entornos urbanos, y que fue parte del Pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2023 (con la curaduría conjunta de Manuel Ocaña). Dividido en 5 capítulos (digestión, consumo, distribución, producción y fundación), la porción de este proyecto internacional se centró en “los procesos metabólicos de la logística alimentaria mueve todo tipo de cuerpos y arquitecturas productivas, que siempre vuelven a la tierra. Hay que pensar en fotosíntesis y otros procesos químicos y orgánicos que hacen posible la alimentación en las ciudades.”

En pantalla: montajes de grandes horizontes de piedra caliza y campos de siembra, transportes marítimos y terrestres, jaulas con animales, fábricas y líneas de ensamblaje, trabajadores que mueven cajas y contenedores con innumerables cajas; de fondo, “Both of you, Dance Like You Want to Win!”, una de las piezas musicales más icónicas de Neon Genesis Evangelion (compuesta por Shiro Sagisu), que se acompasaba con frases como “al comer, digerimos territorios, y esto es de manera casi literal. Desde los paisajes instrumentalizados hasta los laboratorios domésticos de nuestras cocinas. Foodscapes no va de comida, sino que es un proyecto sobre el sistema alimentario, intenta entenderlo como una gran arquitectura, una arquitectura metabólica de cocinas, campos, mataderos y restaurantes que conforma la vida en la tierra.”

Foto: Axel Palacios

Ana Elvira Vélez | Medellín

Con la conferencia “Entre espacios”, Vélez hizo un recorrido por una larga experiencia en torno a la vivienda colectiva en Medellín y Antioquia, especialmente junto a la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama), empresa que ha dirigido múltiples proyectos de vivienda colectiva junto al gobierno colombiano. Por casi tres décadas de experimentación continúa en las escalas de vivienda individual, habitacional y urbana, Vélez explicó que la línea de pensamiento de sus proyectos se ha articulado por “la huella (la creación de un lugar), la observación (las formas de habitar que definen una identidad) […] Diseño, naturaleza y comunidad son parte de una misma cosa, por lo que hay un trabajo de correlación en estos proyectos de vivienda.” Añadió además que toda esta línea de pensamiento se podrá explorar de manera más profunda en un libro que está en proceso de conexión junto a Arquine.

Foto: Axel Palacios

Iñaqui Carnicero | Madrid

El segundo conferencista con experiencia en un gobierno español fue Iñaqui Carnicero, Secretario General del Ministerio de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura, situado en Madrid. Su participación se dirigió a un público joven en un momento en que las tecnologías digitales han acrecentado la pericia técnica de la profesión del arquitecto, pero en el que muchos programas de estudio siguen obedeciendo a parámetros estéticos y no tanto sociales o comunitarios.

“En estos años hemos aprendido a utilizar las herramientas proyectuales y de vivienda experimental y asequible. Por el otro lado el reúso de distintas tipologías, como patrimonio industrial y el cambio de usos. Renuncié a mi labor como proyectista y arquitecto para participar en un puesto político que me ha permitido a mí y mi equipo llevar a cabo proyectos de arquitectura de alta calidad y sustentable. Hemos impulsado la ley de calidad y arquitectura, pensando en la sociedad y la multidisciplina. Se trata de una ley que aspira a acercar los valores de la arquitectura a la ciudad.” Carnicero también profundizó en su labor como divulgador del patrimonio arquitectónico con iniciativas el Museo de la Arquitectura, cuya intención es abordar los grandes retos de la disciplina, o el programa Propuestas sobre el Entorno Construido y la Arquitectura (PECA!), que tienen la intención de proteger el legado arquitectónico y dieron pie a un borrador de ley que busca que la arquitectura es sea un bien de interés general por su impacto en la eficiencia energética, la flexibilidad y la inclusión.

Foto: Axel Palacios

Benedetta Tagliabue | Barcelona

A contracorriente de las reglas no dictadas de la etiqueta arquitectónica, Benedetta Tagliabue subió al escenario con una vestimenta de colores, collares y anillos para dar una conferencia que se sintió como un greatest hits de proyectos como el Edificio del Parlamento Escocés en Edimburgo, el Ayuntamiento de Utrecht, el Mercado de Santa Caterina en Barcelona y el Pabellón Español para la Expo Shanghái, la Iglesia de San Giacomo Apostolo de Ferrara y el Centro Kálida Sant Pau. La cofundadora de EMBT Architects englobó estas obras dentro de la idea eje del festival con afirmaciones como que “reparar la ciudad comienza por la casa, el mundo de la arquitectura doméstica. Por ejemplo, capas y capas de otras vidas. Fue la lección de entender que otras generaciones habían habitado este espacio. Y la conversación era que aceptamos algunos de estos dibujos y pinturas.” En pantalla, fotos de los proyectos, los conocidos collages y maquetas hechas con bloques de madera, la peculiar fuente tipográfica utilizada por EMBT, todo lo cual en sí mismos conforma una obra plástica sólida en la que se conjunta lo público con lo artístico: “Estos collages se convierten en arquitectura y, a partir de ellos, se han hecho todo tipo de proyectos. Me gusta ver la relación entre el proyecto y la realidad. Casi todo lo que hacemos ahora tratamos de hacerlo como una casa, por el sentimiento de pertenencia y para que el espacio te haga sentir único.”

Foto: Axel Palacios

Vicente Guallart | Barcelona

El tercer conferencista con experiencia como funcionario en un gobierno español fue Vicente Guallart, quien comenzó por recordar su presencia en uno de los primeros Congresos Arquine, eventos precursores de los actuales Mextrópoli. “Cada 30 y 25 años ha habido un cambio en los estilos arquitectónicos y en la ordenación urbana. La segregación urbana, las estructuras de concreto y los autos privados son los principales causantes del cambio climático. Hay un grave problema si uno no sabe lo que quiere hacer dentro 30 y definir los nuevos retos de la arquitectura. Ahora tendríamos que pensar en ciudades capaces de absorber el dióxido de carbono. Tenemos muchos retos delante de nosotros.” 

Veinte años después de esa primera conferencia, este pionero en la divulgación de la arquitectura (en su momento dirigió uno de los primeros sitios webs dedicados a la disciplina, así como colecciones con programas educativos en CD-ROM), contó  sus experiencias con dos prácticas contemporáneas: la arquitectura en países de África y la innovación tecnológica y sustentable con un proyecto como Terrazas para la Vida (Barcelona), que ha sido uno de los edificios de madera más altos de España:  “Hay que pensar en edificios que produzcan su propia energía, construidos en madera, y que promuevan la eficiencia energética, como si tuviera su metabolismo propio. La idea es que el precio de construir con todas estas tecnologías sea más barato, lo importante es producir edificios que sean sumideros de madera y poder hacer que los bosques vayan creciendo y se renueven. La mejor manera de presentar el futuro es aumentarlo y generar patrimonio para las nuevas generaciones. Los países que tienen mucha historia tienen mucho futuro. Y la arquitectura tiene mucho futuro: siempre va a hacer falta quien haga un proyecto, pero el mejor olor del mundo es el de una buena soldadura en la obra por la mañana.”

Barbara Buser | Zúrich

En la primera conferencia dictada en inglés de la jornada, Barbara Buser presentó su conferencia sobre cómo construir en tiempos de crisis climática. La suiza, con amplia experiencia también en el continente africano, y a la vanguardia en el reúso de materiales de construcción (con iniciativas de las cuales fue una auténtica inventora, como la primera Bauteilbörse [bolsa de materiales de construcción], que hizo junto a Klara Kläusler), ahora trabaja con el despacho baubüro in situ en torno de ideas como reducir, reparar, reusar, rediseñar y reciclar, justamente los cuatro temas que articularon su conferencia. Formada como ingeniera y no como arquitecta, construyendo pozos para pueblos en Tanzania, cuando regresó a Basilea no se entendía con nuestra civilización: “todo mundo dice que reúsar elementos y materiales de construcción es una buena idea, pero de todos modos la gente compra cosas nuevas. La experiencia de los últimos 25 años nos enseña que reúsar edificios ya existentes puede reducir las emisiones de carbono. Por eso hemos desarrollado un proceso para construir sin tantas emisiones. Lo más importante es reúsar y hacer el menor número de intervenciones posibles.” 

De esa manera, Buser presentó a detalle el proceso de construcción de Kopfbau 118 (K.118), proyecto que, como dice su nombre en alemán, agregó como tercer piso de un edificio ya existente una cabeza construida con materiales hallados en el sitio de construcción. Muy acorde a las ideas de reparar la ciudad de Mextrópoli, este proyecto mostró las posibilidades de construir con lo existente y llegó a algunas preguntas a modo de conclusión: “¿Cómo podemos construir con una huella neutral de carbono? Nunca demoler, prohibir la construcción de nuevos edificios y volver más cerrados los ciclos de producción.”

Foto: Axel Palacios

Caroline Bos | Ámsterdam

La neerlandesa Caroline Bos presentó también una retrospectiva de su trabajo con Unstudio, que se ha desempeñado sobre todo en Países Bajos, una de las naciones con mayor densidad urbana de Europa: “Todo lo que un arquitecto hace va a ser contrafactual. Por ejemplo, el Erasmus Bridge en Róterdam, más que una maravilla arquitectónica, era un lugar para propiciar relaciones. Nosotros no solo estamos en casa o trabajamos, sino que constantemente estamos a mitad de camino entre esos dos espacios. De ahí la importancia de desarrollar espacios que permitan una buena movilidad. ¿Cómo puede el diseño urbano propiciar el sentimiento de pertenencia? ¿Cómo podemos iniciar un cambio tangible en nuestras circunstancias? Está en nuestras manos acabar con la contaminación en las calles y reducir las emisiones de carbono. No solo se trata de reparar sino de crear herramientas propias, atender a las tradiciones, de hacer cada vez mejor las cosas.”

Foto: Axel Palacios

Arine Aprahamian | Beirut – Róterdam

Arine Aprahamian llegó a México justo en el mismo día en que sonaban las noticias de una ofensiva del ejército israelí contra el Líbano, bajo el supuesto de bombardear blancos militares escondidos en inmuebles civiles. El resultado de este ataque ha sido analizado en días recientes como la apertura casi oficial de un nuevo frente en Oriente Medio, en el marco del genocidio ejercido contra la población de la Franja de Gaza, en Palestina, iniciada hace casi un año. Arine estaba conmovida por los sucesos y estuvo a punto de no subir al escenario, justo en el día en que también se habían anunciado las ausencias de Pier Vittorio Aureli y Elizabeth Añaños.

Pese a todo, Aprahamian pronunció su ponencia “Home is where the Earth is” [“El hogar está en donde la Tierra”], caracterizada por ideas y proyectos a futuro de una arquitecta todavía joven, quien ha sido parte del programa de mentorías de Rolex —y apadrinada por Anne Lacaton—.  Aprahamian ha trabajado con propuestas arquitectónicas para viviendas para trabajadores y climas extremos, así como visiones del ciberespacio para los inmuebles virtuales. Su despacho ha adoptado, en sus propias palabras, un enfoque transescalar, antidisciplinar y preparado para el futuro de los materiales, la experiencia y el espacio: “En Müller-Aprahamian hemos tenido la oportunidad de trabajar con arquitectura especulativa”. 

Un ejemplo claro de esto fue un proyecto como Bourj Hammoud, intervención que consistió en rehabilitar varios edificios, y que requirió de procedimientos muy cercanos a la arqueología. “De cierta manera, los problemas que hay en nuestro mundo se mueven con mayor rapidez que las soluciones que podemos dar. Los proyectos de este estudio se mueven por metodologías como usar la inventiva, adaptabilidad, intencionalidad y trabajar con lo existente.” Después de mostrar diapositivas de renders futuristas, visualizaciones entre lo arqueológico y lo teórico, Aprahamian cerró con una reflexión sobre el karshif, material conglomerado de sal, arcilla y otros minerales usado en el oasis de Siwa (Egipto) desde hace más de diez siglos en fortalezas y edificaciones cuya visión tenía que ver “con trabajar con lo que hay.” Una propuesta a futuro desde un país con una larga experiencia en la reconstrucción y reparación de un legado patrimonial contemporáneo puesto en peligro.

Foto: Axel Palacios

Paulo Tavares | Brasilia

“Disculpen por no hablar en español y tener que optar por el inglés en México, en América Latina.” Con ese recordatorio sobre las amplias distancias que todavía existen entre el mundo hispanoamericano y el subcontinente brasileño, Paulo Tavares inició una conferencia que, en gran medida, fue una recitación de su ensayo-manifiesto-silabario “Arquitectura de reparación” (disponible de manera integral y en versión prosificada en A109), acompañada por un estudio de caso: la resistencia y restitución de la aldea de Sõrepré, que fue destruida durante las obras de la carretera BR-08 entre 2021 y 2022. Este sitio sagrado del pueblo xavante, originario de la región amazónica de Mato Grosso, fue la culminación del proyecto nacional-brasileño, que Tavares calificó de “autoimperialista” y que ha sido encarnado durante generaciones tanto por un urbanista como Lúcio Costa, como por el expresidente ecofascista y etnocida Jair Bolsonaro.

Entonces, ¿qué es la arquitectura de reparación? Tavares hilaba, a partir de las frases breves pero concentradas de su manifiesto, algunas ideas: “Educamos a los estudiantes de arquitectura, pero no en los problemas sociales que rodean a los proyectos arquitectónicos. Consideramos que la arquitectura, su política y ética, es buena, pero muchas veces la arquitectura se trata de separar, segregar. La arquitectura de reparación tiene que ver con tratar de reparar esas desigualdades sociales derivadas de la arquitectura. Es una posición política, que puede asumir muchas formas desde la acción, el manifiesto, el diseño gráfico o la historia.”

Como parte del Pavilhão Terra, que Tavares curó junto a Gabriela de Matos en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2023, esta lectura fue un intento de reflexionar sobre la descolonización y la historia oculta de la ciudad modernista brasileña, dedicada a la extracción cultural y del hábitat, así como resultado de un modo de producción esclavista sobre territorios de las que fueron expulsadas, sobre todo, poblaciones originarias y negras; o de donde fueron borradas ordenaciones espaciales como los quilombos y otros tipos de legado arquitectónico vernacular y afrodescendiente. “La arquitectura de reparación, pues, también es una forma de defensoría (advocacy), tanto legal como cultural. Otra forma de defensoría ha sido la denuncia y, lo que necesita que se consideren como monumentos arquitectónicos a los árboles y la vegetación. Mantenimiento, reconstrucción, rehabilitación, la arquitectura de reparación es una nueva ecología.”

Foto: Axel Palacios

Manuel Cervantes | Ciudad de México

El único mexicano del programa también hizo una retrospectiva por el trabajo de las obras dirigidas por el despacho que lleva su nombre: “La arquitectura no es un proceso lineal, más bien es circular, son conversaciones que van y vienen y conforman un proceso imaginario que lleva a la construcción, que no siempre son en lo físico, sino en lo teórico, la educación, las ideas. ¿Qué conversaciones deben priorizarse? Uno inicia con una, dos o cuatro conversaciones simultáneamente y va entendiendo qué conversación debe priorizarse. Para entender algo de estas conversaciones, hablaré de proyectos diversos en escala, tipología y recursos, pero que muestran el interés de nuestra oficina para no sentirnos cómodos con una sola cosa.”

De ese modo, su labor ha emprendido proyectos que van desde viviendas unitarias hasta obras de carácter infraestructural, como el Centro y Estación de Transferencia Modal (CETRAM) de Cuatro Caminos, por la que diariamente circula un flujo de 250 mil personas: “Este proyecto es un ejemplo para reflexionar la responsabilidad pública del arquitecto, de ese arquitecto que todos tenemos dentro, que se centra en ideas y cuestiones. Nos gusta diseñar para construir, porque cada trazo nos lleva a pensar en las consecuencias que puede tener una obra.”

Otro de los puntos importantes de su intervención fue el proyecto Kon-Tigo, que se llevó a cabo a raíz del paso del Huracán Otis en Acapulco en 2023, y que siguió una lógica terapéutica que el despacho ha usado en otros proyectos: atender al desastre (accidente) emergencia (operación) y largo plazo (terapia), así como ecotecnias obvias con mano de obra local.

Foto: Axel Palacios

Anne Lacaton | París

La ponencia “Transform to repair” fue, como en otras ediciones de Mextrópoli, el punto climático de esta serie. En representación del despacho que comparte con Jean-Philippe Vassal, Anne comenzó por hablar de una práctica caracterizada por la transformación de lo existente, y no sólo de monumentos y patrimonio, en un proceso para reparar la ciudad. “Transformar significa hacer con lo que ya existe, para inventar y hacer más con menos. Construir con lo existente, como la naturaleza.”

La correceptora del premio Pritzker 2021 siguió una línea convencional en cuanto a su presentación, y mediante diapositivas de sus proyectos más conocidos, habló de que “construir con lo existente tiene que ver con transformar, reúsar mejorar, extender la vida de uso, reinventar y hacer más con menos. Demoler no es la solución, es un gran desperdicio en todos los sentidos. En los casos de estudio que hemos llevado a cabo hemos visto que la demolición y reconstrucción puede costar más del triple que transformar viviendas ya existentes.” El credo de esta oficina de nunca demoler, nunca sustraer, remover ni reemplazar; y siempre reúsar, transformar, dar nueva vida con y para los habitantes, se vio sobre todo en proyectos de transformación de viviendas ya existentes. Con la ventaja de poder cerrar la noche, Lacaton pudo extenderse mucho más allá de los 40 minutos habituales y dio un recorrido pormenorizado por tres de sus proyectos más icónicos: las transformaciones el FRAC de Dunkerque (2013-2015) y La Chesnaie (2016), así como el proyecto Kampagnel, complejo cultural con 900 eventos al año y la torre parisina de Bois-le-Prêtre.

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