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28 noviembre, 2024
por Olmo Balam
La arquitecta colombiana Ana Elvira Vélez lo tiene claro: si es posible empezar a mitigar las crisis de vivienda y el cambio climático, será por medio de proyectos en beneficio de habitación colectiva, escala a la que ha dedicado parte de su carrera. Ya sea desde su despacho o, en fecha más reciente, como colaboradora en iniciativas públicas junto a la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama), la vivienda colectiva ha sido una de sus especialidades. Con motivo de su visita a Mextrópoli 2024, y en anticipación a un libro que servirá de retrospectiva a su trabajo, Vélez compartió en esta entrevista su visión sobre un futuro impulsado por ciudades convertidas en hábitats atractivos, coherentes y asequibles.
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Olmo Balam: Esta edición de Mextrópoli se llama “Reparar la ciudad”, frase que se entiende no sólo en su sentido literal, la de reacondicionar o arreglar edificios e infraestructura urbana, sino también desde una perspectiva social y hasta política. Desde tu experiencia como arquitecta, ¿qué debería ser reparar la ciudad?
Ana Elvira Vélez: Estamos en un momento maravilloso en la que si queremos reparar las ciudades debemos apostar a repensar y reparar la vivienda colectiva, que es el amalgama de las ciudades. En las ciudades latinoamericanas hay muy buenos edificios y espacios públicos, pero hemos dejado de lado el tema de la vivienda. Considero que la vivienda colectiva, no la vivienda individual, es la que realmente puede reparar la ciudad, porque es la que va a construir vecindarios, la que va a construir a través del barrio y va a construir piezas de ciudad.
OB: Tú y tu despacho trabajan fundamentalmente en tres escalas: la vivienda aislada, vivienda colectiva y el espacio y edificios públicos. ¿Cómo interactúan estas tres escalas en tu práctica?
AEV: Aunque se trabajen estas tres categorías, para mí no hay diferencias entre ellas, ya que cada una hace parte de un gran todo que es el contexto desde donde trabajamos, ya sea urbano o rural. Todo encargo se desarrolla bajo una línea de pensamiento que va evolucionando en el tiempo, de tal manera que las tres escalas interactúan. Sin embargo, la vivienda colectiva ha sido la categoría en la que más se ha enfocado mi despacho durante estos 30 años y hoy, con la crisis mundial de vivienda, vuelve a ser de interés en la agenda internacional.
OB: ¿Dirías que en algún momento se perdió la vocación por la vivienda colectiva y que ahora se está retomando?
AEV: Yo diría que, en mi caso, no. He tenido la fortuna de trabajar con instituciones o personas y empresas que creen en la vivienda colectiva. Durante estos 30 años experimenté tres etapas con actores diferentes: primero en 1992 y 2004, con el sector privado, donde desarrollamos proyectos en la ciudad; luego, entre 2012 y 2015, junto al sector público, con un enfoque en proyectos de vivienda colectiva y para diferentes comunidades (sobre todo poblaciones mestizas, indígenas y negras); y, por último, entre 2012 y 2015 trabajamos junto a Comfama en proyectos en todo el departamento de Antioquia con un interés no sólo de construir proyectos de vivienda, sino hábitats para las comunidades.
OB: Colombia es un referente en la construcción de hábitats urbanos, hay proyectos tuyos como el Jardín Botánico de Medellín, el Alto Mercado de Antioquia, y otros que se están haciendo en tu país. ¿Consideras que esta tendencia irá al alta en los próximos años?
AEV: Los proyectos que mencionas hacen parte de una gestión política de los gobernantes que apostaban por el desarrollo de las ciudades mediante de proyectos de mejora de espacio público o espacios educativos. Desafortunadamente, hoy nuestros líderes tienen apuestas diferentes, pero tengo la esperanza de que, con la crisis de la escasez de vivienda que estamos viviendo actualmente, se apueste por la reconstrucción de nuestras ciudades por medio de proyectos de vivienda colectiva, sostenibles e integrales, para generar lugares de bienestar para la sociedad.
OB: Hablando de esta iniciativa política, has participado en programas con instituciones de gobierno que se caracterizan por construir siempre infraestructura nueva. ¿Es posible convencer y orientar las políticas públicas para aprovechar lo existente en vez de construir siempre desde cero?
AEV: Considero que el trabajo tiene que ser top-down to bottom-up, y que las políticas públicas deben genera un eco en los organismos, y viceversa. Desde Comfama nosotros no sólo trabajamos en la mejora de las condiciones de los hábitats con el diseño de proyectos nuevos, sino que también vemos la necesidad de influir en las políticas públicas para que podamos reconstruir edificios que están abandonados: edificios de oficinas o de departamentos que ya eran muy grandes en formato, y podrían dividirse y configurar nuevos colectivos. Estos nuevos caminos de reconstruir o construir sobre lo existente, necesitan de voluntad política y un cambio de mentalidad en la sociedad, ya que, hoy por hoy, se valora construir haciendo tabula rasa. Es un proceso muy lento y, personalmente, no sé si yo lograré verlo.
OB: ¿Esto es suficiente para mitigar la crisis climática y la de vivienda, que de cierta manera son la misma crisis?
AEV: Yo creo que hace falta considerar una dimensión muy importante, que es la del planeta, y ser muy conscientes de que tenemos que construir con menos más. Y cuando digo “con menos más”, se trata de ver qué es lo que existe, utilizarlo y saberlo reutilizar. Pero eso necesita una maduración del que vaya a vivir ahí, que lo vea como un valor, y no sólo de parte de quienes lo hacen. Tiene que haber un trabajo de cambio mental en todas las áreas. Hay que trasformar los valores para que veamos el valor de construir menos reformando lo existente.
OB: Como docente en múltiples universidades, ¿qué sería lo que te gustaría transmitirles a los estudiantes?
AEV: Hace rato que no doy clases, porque me pega duro el hecho de que el estudiante quiere todo de inmediato, no hay una profundidad ni reflexión sobre cualquier tema que se les entregue a desarrollar. Solamente quieren hacer algo rápido, bonito, bello, pero no hay un desarrollo de conceptos coherentes detrás de los diseños. Para mí, construir esa posición, sus argumentos arquitectónicos en el futuro profesional, es lo fundamental: que sea realmente claro cuál es la línea de pensamiento, cuáles son los conceptos. Veo que los estudiantes, en lo que me ha tocado últimamente, hay mucha inmediatez. Pero lo digo a nivel local.
OB: ¿Consideras que hay un giro “sostenible” o “ecológico” en la arquitectura?
AEV: Diría que ahora hay una tendencia a hablar de arquitectura sostenible o ecológica qie hace parte de los slogans que inundan el mercado, y que dicen que el edificio es sostenible. Pero las acciones de la mayoría de los proyectos aún son muy tímidas. En estos días oí que alguien decía fast architecture y, claro, ese es el error más grave que nos ha pasado. Tenemos que volver lento el proceso para realmente pensar en qué es lo que estamos haciendo. Es como en el caso de la comida: cuando comes lentamente algo que está cocinado y pensado por alguien que claramente cogió los ingredientes y sabe de dónde vienen, eso te ayuda a ti. A la arquitectura le tiene que pasar lo mismo: escoger con cuidado cada material, de forma local en lo posible, y solucionarlo de forma sencilla, que el actor principal sea la naturaleza, a quien debemos respetar y devolverle más de lo que le quitamos.
OB: Tu libro Entre espacios será coeditado por Arquine y aparecerá a principios de 2025 en México. ¿Cómo ha sido la experiencia de escribir este libro y qué es lo que quieres que los lectores mexicanos conozcan por medio de él?
AEV: Llevo dos años haciéndolo, aunque la idea me venía rondando hacía mucho tiempo en la cabeza. Fue durante un vuelo a Perú que le di inicio al libro, con la idea de contar la línea de pensamiento y los conceptos detrás de los proyectos. Es algo sencillo, en realidad, que se basa en tres conceptos que hilan o tejen los proyectos. En algunos hay un concepto que sobresale más que otros, pero, en general, más que un catálogo, se trata de mostrar la idea central con sus matices, en la que se descubre una arquitectura “entre espacios”, apropiada para nuestro contexto tropical. Uno de los retos importantes del libro era contar de forma más íntima y sencilla la obra. Ha sido un proceso largo, sin duda, y uno cree que hacerlo es cuestión de diseño gráfico e impresión, pero realmente hay otros aspectos que ameritan cuidado y atención. Aprendí muchísimo al hacerlo.
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