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Aprendiendo de Los Ángeles

Aprendiendo de Los Ángeles

22 junio, 2017
por Pablo Lazo

Tuvieron que pasar cuarenta y cinco años para tener acceso a una obra clave del urbanismo contemporáneo en castellano. A casi treinta años de su fallecimiento de Reyner Banham, su libro Los Ángeles: la arquitectura de las cuatro ecologías es quizá el tratado de urbanismo más vigente y crítico de la ciudad contemporánea. Este inglés entró al sur de California en la década de los setentas –en exilio académico— y descubrió, a través de su agudo sentido crítico hacia la geografía de la ciudad, las cualidades de la primera ecología metropolitana. Un texto que cambió la percepción de una ciudad aborrecida por los intelectuales de la época y cuya tesis bien podría aplicarse a otras ciudades.

El periodista Adam Raphael escribía en 1968: “sé que opiniones subjetivas pueden cambiar… pero personalmente yo creía que Los Ángeles era la ciudad más ruidosa, asquerosa e incómoda para vivir… entre las grandes urbes de los Estados Unidos, la más incivilizada”. Tres años más tarde, las palabras de Raphael volvieron a aparecer, esta vez, reseñando el libro de Banham, declarando: “es el libro más exuberante y propositivo sobre Los Ángeles jamás escrito”.

Desde su publicación, ha sido considerado clave para entender a la ciudad –incluso por aquellos que consideran a Los Ángeles como todo menos un ejemplo de la gran ciudad estadounidense–. Quizá hoy sea común entender términos como ciudad poli-céntrica, aldeas urbanas, ciudad en red, nodos urbanos, pero hace medio siglo toda esta terminología rompía con el paradigma del urbanismo –entendido como un sistema central de donde emanan todos los sistemas (transporte, uso de suelo, servicios, zonificación, etc.)–.

Aun así, el libro tiene varios temas no exentos de polémica. Bajo cada página celebradora, en donde Los Ángeles es una ciudad de cambio, está el automóvil, no importa cuán emocionantemente moderna haya sido la autopista, cuya función urbana es hoy altamente criticada. Otra polémica: la casa unifamiliar, tan celebrada en varios capítulos del libro, ha venido a menos. No importa cuán cómodamente idílica sea la casita, también ha caído en desgracia y resulta absurdamente costosa. Y, quizá, los disturbios de 1990 marcaron la mayor de las polémicas del libro: el altísimo costo que tiene la planificación urbana que promueve la segregación socio-espacial impulsada con proyectos de infraestructura que sólo benefician a una minoría.

La tesis del texto incorpora las virtudes metropolitanas: autopistas, nodos urbanos, el urban sprawl  y el “jugar” con las reglas del diseño urbano. El Los Ángeles de las cuatro ecologías ignora la posibilidad de que la ciudad contemporánea se convierta en un laberinto a la europea. Al contrario, ésta se crea a partir de un sistema de carreteras, una red de sub-mundos –cada uno con su propio riesgo social y su diversidad cultural–. El autor, entrenado en ingeniería, consideraba a Los Ángeles como una especie de máquina y quizá ahí radica una de sus grandes virtudes: el entender a la ciudad como una mezcla de la relación entre sus partes.

A pesar de que diversas ciudades han repensado este acercamiento sistémico como si fuera una panacea ante todas sus problemáticas —llámese apostar por extender una red de transporte público a escala metropolitana o realizar proyectos de vivienda social intra-urbana—, nadie ha escrito todavía un manual del usuario comprometido con la ciudad misma y en sus propios términos como lo hizo Banham hace casi medio siglo.

La traducción al castellano de este texto bien podría colocar el debate de las transformaciones urbanas de la Ciudad de México y la toma de decisiones en materia de política urbana de cara a conceptos como lo poli-céntrico, en donde se acepta que una región metropolitana es un conjunto de partes distintas –y en donde hay que reconocer las diferencias– que requieren de una gestión metropolitana en diversos ámbitos. Estos argumentos podrían servir como antídoto para desarticular los discursos nihilistas de grupos civiles y políticos que se anteponen a las necesidades de la ciudad contemporánea.

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