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Reportando desde el frente chileno

Reportando desde el frente chileno

21 diciembre, 2015
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria

Hay dos caminos excluyentes para mostrar arquitectura en la Bienal de Venecia. Uno aborda la forma desde ejercicios endógenos sobre el “espacio”, un concepto solo para arquitectos que al oído del resto de los mortales suena celestial y que puede captar la atención sin dejar de ser irrelevante. El otro camino proviene de los temas transversales que interesan a la humanidad: la pobreza, el tráfico, el agua, etc. El primer camino lo desarrollaron las vedettes del starsystem, cayendo en desprestigio desde la crisis del 2008 y el segundo es el territorio de los colectivos y ONG´s que inundaron de datos estadísticos y denuncias en años recientes, hasta bloquear cualquier iniciativa.

La próxima Bienal de Arquitectura de Venecia tratará de aunar ambos senderos. El títuloReportando desde el frente, que propone Alejandro Aravena –el director de esta edición de la bienal–, busca identificar los desafíos que  importan, que están conectados con la realidad y que libran la batalla desde la propia disciplina arquitectónica. Se trata de mostrar ejemplos: buenos ejemplos donde la arquitectura es capaz de responder a las grandes preguntas con arquitectura. Acumulación ejemplar más que investigaciones teóricas, que sean modelos de transformación desde el diseño.

A diferencia de otras convocatorias colectivas –como la recién nacida bienal de Chicago, que son vitrinas abiertas desde curadurías light que ni apuestan ni orientan, la propuesta de Aravena señala la dirección hacia el frente, para entender el conflicto y responder desde el proyecto. Después de la abrumadora bienal anterior –dirigida por Rem Koolhaas– dominada por el catálogo constructivo de los elementos arquitectónicos que dejó fuera los problemas reales de la sociedad y también a los creadores más destacados de la arquitectura contemporánea, Aravena se pregunta: So what? ¿Y qué más?, ¿qué sigue tras la denuncia y el análisis?, ¿para qué sirve tanta investigación sin propuesta? O en la dirección opuesta, ¿para qué sirve la generación de formas azarosas sin atender a los problemas reales?

Desde esta perspectiva se aborda el Pabellón de Chile –con la humildad obligada habiendo sido premiado en la anterior bienal y con director chileno para esta edición–, donde se pretende lanzar una carga de profundidad, sin tratar de competir en espectacularidad ni aspirar a otro paseo por la alfombra roja veneciana. Para ello se convocó un concurso de ideas que debían conformar un concepto curatorial, diseñar una propuesta arquitectónica innovadora y proponer una línea gráfica para el catálogo. Se recibieron 32 propuestas y el jurado conformado por los arquitectos Humberto Eliash, Antonia Lehmann, Mathías Klotz –director de la Escuela de arquitectura de la Universidad Diego Portales–, Emilio de la Cerda –director de la Escuela de arquitectura de la Universidad de Chile–, Sebastián Gray –curador de anteriores pabellones en la Bienal y Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile–, el paisajista Juan Grimm y el autor de este texto, en carácter de invitado internacional y presidente del jurado, seleccionamos siete, destacando una mención y tres premios.

La mención fue para el equipo de Sebastián Irarrázabal, quienes partieron de la utopía de la ciudad cerrada de Sforzinda como paradigma, proponiendo cinco discusiones entre diversos arquitectos para diseñar ciudades bilaterales y una atractiva propuesta museográfica y escénica. El tercer lugar fue para el equipo de Umberto Bonomo y Francisca Pulido que proponía un parlamento circular como espacio expositivo y la vivienda como tema. El segundo premiado fue para el equipo de Alejandra Celedón por su narrativa desde la retórica militar al tema “Reportando desde el frente”, al presentar aquellas batallas y estrategias territoriales que se sucedieron en Chile en años recientes. El proyecto ganador fue el propuesto por Juan Román y José Luís Uribe, de la Escuela de Arquitectura de Talca, por su singularidad y sintonía con la temática de la bienal. La propuesta pone el foco en el problema de la transformación del territorio rural por medio de ciertos procesos productivos asociados a la explotación agrícola y plantea una mirada crítica desde la construcción de una serie de proyectos elementales que entran en relación con este nuevo paisaje, reuniendo intervenciones sutiles en el territorio que atienden a necesidades sociales desde el reciclaje. En esencia, la propuesta curatorial trabaja con obras construidas en condiciones de precariedad que son resultado de un innovador proyecto educativo.

Entender y proyectar es lo que siempre ha hecho la arquitectura: tratar de resolver problemas reales desde la forma y la construcción de espacios. Y con esta propuesta de Talca se responde al llamado del director, reportando desde el frente chileno.

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