Los vestigios prehispánicos ubicados en la península de Yucatán se integran al contexto de manera discreta, cediendo el protagonismo al medio natural. El tiempo permitirá que la vegetación se apropie del espacio, impidiendo una lectura clara de la edad de lo construido. En medio de la selva de Tulum, sobre un predio de una hectárea delimitado por una trama urbana todavía imaginaria, se colocan doce villas. La voluntad de conservar el estado natural del terreno organiza el desplante de los volúmenes de manera concéntrica, permitiendo su construcción desde el perímetro y respetando la selva existente al centro y en áreas entre villas.
La solución de las residencias retoma estrategias de los sitios arqueológicos de la zona: un basamento de piedra homologa el nivel de desplante, evitando movimientos de tierra que impacten el terreno, sobre el cual se apoya un volumen de chukum escalonado en dos de sus lados. La secuencia de terrazas genera una relación directa entre espacios naturales e interiores, procurando el mayor aprovechamiento de luz en las áreas cubiertas. En el nivel más bajo se localizan las áreas sociales, con mayor permeabilidad hacia el exterior; en los niveles superiores se ubican las recámaras con carácter íntimo y privado. Por último, una terraza descubierta con vocación nocturna. La volumetría en forma de gradería que evita sobresalir de las copas de los árboles, así como la selección de materiales, permiten la mimetización del proyecto con el contexto, enfatizando al medio natural como el elemento más importante, dando pie a que éste tome, con el tiempo, el protagonismo.
Este proyecto fue publicado en la Revista Arquine No.99 | autonomía de la forma