Ni casa museo ni galería pública, esta secuencia de espacios conjuga un viaje desde habitaciones íntimas para la exhibición de obras individuales hasta áreas expansivas para exhibir colecciones. Fundido con muros de hormigón minuciosamente realizados en el lugar, comprende una compleja pila de diferentes volúmenes interconectados por escaleras y puentes. Cada volumen actúa como un escenario individual para el arte, pero también conserva la conciencia del conjunto en general. Vistas inesperadas, luz natural extraída desde arriba y escaleras de inventiva material atraen a los curiosos. Un campo de tragaluces ubicado en un espacio ancho bajo proporciona una liberación dramática de la atmósfera más oscura de su reino inferior. Angulares y nítidos, reflejan y filtran la luz en un brillo suave y “difuso”.
Dos momentos destacados en la galería, de contención y liberación, se establecen alrededor de ventanas circulares, óculos que son el foco de los espacios internos. En los tramos opuestos de la galería, debajo del jardín hay una pequeña cámara en forma de cueva con un solo tragaluz ocular hacia el mundo de arriba. Es un espacio íntimo para la contemplación tranquila de una obra mientras se mantiene un vínculo tenue con las fluctuaciones del día anterior.
La superficie de ladrillo que da a la calle se ha presionado hacia adentro para crear un hoyuelo circular en el centro del cual hay una gran ventana de óculo y una ventana complementaria más pequeña. Internamente, la pared con hoyuelos concentra la atención en esta abertura figurada al mundo más allá de la galería.
El espacio de actuación es un claro singular en forma de campana, formado por nervaduras de madera escalonadas y contorneadas, incrustadas en un tejido de vestíbulos y circulación.
Como un teatro isabelino, la acción es redonda, vista desde muchos puntos de vista. Un balcón saliente se curva hacia el volumen, creando un escenario alternativo o una caja de visualización. La circulación es directa o a través de un elegante conjunto de descansos escalonados, escalados para detener el movimiento y una vista panorámica atractiva.
La ventana dorada sobreescalada permite vislumbres y luz de la calle en un espacio que de otro modo sería oscuro. El teatro está revestido con madera fabricada a partir de plantillas digitales en la fábrica y ensamblada en el sitio.
Arriba, un espacio de encuentro para artistas y su patio jardín acompañante están modelados en brillo y blancura, capturando plantaciones inesperadas, viñetas locales y vistas del cielo.
La superficie exterior de ladrillo es un elemento vinculante del edificio en general, encontrando una expresión singular para contener los diversos mundos interiores en su interior. La pared se inclina, las curvas y los escalones de DBJ para un jardín en la calle y una ventana de nube con múltiples figuras.
Los ladrillos en sí son inusualmente largos y planos, similares a una piedra apilada y enfatizando las juntas de mortero. Un fino velo de mortero se ha lavado sobre los ladrillos para exagerar la continuidad de la superficie. Esta superficie luego se forma hoyuelos, se retuerce, se corta y se arquea alrededor de las aberturas donde se encuentran los mundos interior y exterior.
El proyecto en coautoría ha sido guiado por un debate abierto por ambos estudios de arquitectura. El proyecto es quizás una propuesta más convincente para la aportación y el conocimiento del otro. Esta idea parece hacer eco de la intención principal de Phoenix Central Park: ser un centro artístico donde las artes visuales y escénicas están en constante diálogo entre sí.