21 agosto, 2013
por Arquine
Lo admirable de esta Ciudad, de esta Ciudad de cultura, de ciencia, de difusión de investigación, es como se ha mantenido joven. No sólo la arquitectura, los espacios, sino como se ha mantenido joven como espíritu universitario. Esto viene de una institución como la Universidad Nacional Autónoma de México tiene dada su herencia histórica tan profunda.
Esta escuela es invitada para presentar una serie de alternativas de como estructurar esta gran área del pedregal del sur de México. Más de 1000 hectáreas, desde la delegación de San Ángel hasta el periférico, y esto ha permitido que esta Universidad tenga el área de protección ecológica del altiplano. Aquí están todas las especies botánicas del sur del Valle, todos los microclimas, y la universidad se ha ocupado, junto con la facultad de biología y los institutos de investigación de agricultura, de preservarlo. Es que, internamente a la escuela, se convoca a la vez un concurso donde maestros y alumnos por grupos, presentan alternativas y compiten entre sí. Jose Villagrán García en 1929 era director de la Escuela y él se encarga de organizar este concurso. Están los nombres de la arquitectura mexicana de mitad de siglo y ellos, con sus alumnos, hacen una serie de propuestas. Se eligen dos o tres. La propuesta de este campus es quizás la más dinámica, la menos academica, la menos simétrica, no hay ejes autoritarios de posición, sino que los edificios se mueven, más que obedeciendo, acunando la topografía del lugar. Pocas univerisidades en el mundo con la dinámica de este campus tienen la suficiente capacidad de alojar 100,000 personas por un festival o razones culturales.
Casi es una crítica a nivel mundial que con tan buena arquitectura que los mexicanos hemos sabido hacer esta arquitectura nazca por asignaciones cerradas. ¿Por qué no seguimos con eso? Hay países que su arquitectura, su dinámica de arquitectura viene de los concursos. Un concurso es un instrumento para recoger en un momento especifico el pensamiento amplio de un grupo de arquitectura. Aquí los 60 arquitectos que trabajaron estaban convencidos que la arquitectura se expresa a través de sus materiales, de su estructura, de su fuerza plástica, de la interacción de los espacios.
Si vas por Ciudad Universitaria, taludes, plataformas, escalinatas, basamentos pórticos. La piedra que estaba aquí por un proceso de transformación técnica se volvió geometría plástica sobre la que se asienta estos edificios de la modernidad mexicana. El lugar se vuelve arquitectura. Me decía Paolo Mendes da Rocha que los europeos nunca podían entender la arquitectura mesoamericana, porque ellos muy tarde entendieron que para hacer arquitectura hay que construir el suelo, construir el lugar. No podemos alunizar el edificio. Ciudad Universitaria está construida así, construyendo el suelo.
Un grupo cultural tiene que tener el espíritu y la dinámica para crear una Institución, y eso no son los edificios sino la voluntad de un grupo social amplio para crearlo. Eso no ha vuelto a suceder. Aquí lo que ha habido es una atomización de saber y la cultura en México.