Trazo Urbano
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¡Felices fiestas!
8 octubre, 2013
por Marisol Salanova | Twitter: marisolsalanova | Instagram: marisolsalanova
La arquitectura y el paisajismo no sugieren de entrada una erotización del espacio, sin embargo a menudo proyectamos alegorías y metáforas sexuales en nuestro entorno consciente o inconscientemente, esto resulta algo intrínseco al ser humano: La arquitectura del paisaje produce lugares donde abandonarnos a las sensaciones que nos proporcionan los instintos, en los que yacer semidesnudo tomando el sol, deleitarse al entrar en contacto con la frescura de la hierba, incluso retozar en compañía, observar otros cuerpos. Lugares que llamamos parques urbanos. Por otra parte, en lo mental y por nuestro bagaje cultural, existen edificios en los que descubrimos formas fálicas, lugares diseñados para propiciar encuentros, estancias acogedoras que incitan a compartir intimidad, calles que a vista de pájaro son como vías por las que corren fluidos, ¿urbanismo con ánimo lascivo y libidinoso?
Cada sociedad tiene en su imaginario colectivo una manera de entender y vivir el sexo que se refleja en las construcciones que habita, en sus estructuras arquitectónicas. Los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo, fueron símbolo paradisíaco de hedonismo y contacto con la naturaleza como un placer para los sentidos. Los jardines colgantes modernos surgen por una motivación ecológica que sólo de lejos nos lleva a relacionar el musgo que brota del muro con el vello púbico. Pero hoy es en los –aparentemente nada orgánicos– rascacielos de cristal donde encontramos más rastros de una sexualidad latente, comparten con el falo su condición simbólica de fuerza y poder. Pensemos en qué países se están batiendo records de altura en edificios. Imaginemos una competición de púberes con los pantalones bajados en un rincón escondido del patio del colegio.
Por el rascacielos la energía fluye desde abajo hacia arriba, pequeños seres acuden a él como una masa viscosa para ocuparlo y llenarlo de vida. Este tipo de edificio puede transportarnos a otros paisajes íntimos como el del cuerpo yacente en erección, contemplación y disfrute. Así como un cuerpo erguido sobre otro es admirado y disfrutado desde abajo queriendo entrar en él, los visitantes que se adentran en el hall del rascacielos están penetrando un cuerpo gigante que actúa a modo de organismo, un conjunto estructural material de organización compleja.
Hoy en día la construcción de metáforas, edificios originados desde cualquier imagen alegórica es posible gracias a la tecnología moderna. Las técnicas de construcción actuales no son impedimento para el desarrollo de formas aleatórias. La asociación con una idea o imagen paralela puede ser más inmediata. Formas abstractas que llaman la atención para hacer trabajar nuestro imaginario. Unos ejemplos conocidos son:
La Torre Agbar, rascacielos diseñado por Jean Nouvel y situado en la avenida Diagonal de Barcelona, tiene una altura de 144 mteros divididos en 33 plantas que se elevan con una forma cilíndrica inspirada en Gaudí, uno de los referentes estético de la ciudad, pero popularmente se asocia a un pene igual que ocurre con el edificio 30 St Mary Axe de Norman Foster en Londres. Apodado “El pepinillo”, con 40 pisos de altura, la que fuera sede de la Swiss Reinsurance Company of Zurich ha sido objeto de bromas de índole sexual como llamarlo “el pepinillo erótico” (erotic gherkin), “insinuacíon imponente” (towering innuendo) o “falo de cristal” (crystal phallus, juego de palabras en inglés con el histórico Palacio de Cristal). Aunque, bien miradas ambas torres, la simplicidad de sus líneas recuerda antes que a un pene a algún tipo de supositorio o quizás a un modelo de dildo poco ergonómico.
Probablemente el paradigma de rascacielos con auténtica forma fálica sea la sede del Diario del Pueblo, principal medio de comunicación del Partido Comunista de China, en Pekín. Con 30 pisos de altura su peculiaridad radica en que la parte superior está delimitada como si fuera un glande. Se encuentra junto a un edificio de Rem Koolhaas que el imaginario popular chino asocia con la forma de un trasero. Este aspecto sobre el cual mucho se ha bromeado sólo es apreciable desde un determinado ángulo del edificio, así que en los últimos meses han sido muchos los que se han acercado a ese punto curioseando. El morbo, el voyerismo, la excitación, nos mueven a contemplar tales formas y desear cruzar sus puertas. Las ciudades rezuman sexo en nuestro ancestral y caliente subconsciente.
Marisol Salanova | @marisolsalanova y Carlos Salazar | @csalazarquitecto
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