8 octubre, 2013
por Arquine
Stelarc, Investigador Distinguido de la School of Design & Art (SODA) en la Curtin University, Perth, es uno de los artistas pioneros en la utilización de nuevas tecnologías aplicadas al cuerpo. Su obra lo explora y extiende en sus relaciones con la tecnología trabajando con instrumental médico, prótesis, robótica, sistemas de realidad virtual o Internet. Para Stelarc el cuerpo es un elemento obsoleto y es este uso de estas tecnologías las que permite ampliar y desarrollar nuevas capacidades. Su cuerpo –el cuerpo– es un laboratorio; una estructura o arquitectura evolutiva susceptible de ser modificada a conveniencia bien desde la creación del ciborg –un híbrido cuerpo-máquina– a la “Nueva carne”. Tal vez su trabajo más famoso para el gran público hasta la fecha sea Ear on Arm, un implante de una tercera oreja en su brazo izquierdo que permitía escuchar a través de Internet y en cualquier parte del mundo los sonidos que capturaba. Este trabajo sobre lo orgánico abre diversas preguntas en definición de la arquitectura desde la antropometría ¿Cómo sería percibido el espacio a través de la tecnología? Si como decía Toyo Ito el cuerpo es un medio para relacionarse perceptivamente con la arquitectura y convertida entonces en una segunda piel que cubre y envuelve a la persona ¿Dónde acaba el cuerpo y dónde comienza la arquitectura?
Para intentar responder a estas y otras cuestiones conversamos con el artista el pasado 21 de septiembre dentro del marco del Festival Festival de Artes Electrónicas y Video Transitio_MX 05 | Biomediaciones. Reproducimos aquí un fragmento de la entrevista que podrá leerse de forma integra en la próxima Revista Arquine No.67 que se publicará en diciembre de este año.
S: Me parece que la idea de que este cuerpo tiene una mente propia, de que es un agente libre, de que es un sujeto, es un inconveniente simplista. Es un contraste arbitrario entre lo que es un cuerpo y lo que hace. En otras palabras, es importante entender que el cuerpo es un sistema interactivo de operaciones y que lo importante no es lo que está al interior, sino lo que pasa entre los cuerpos mediante el lenguaje con el que nos comunicamos, dentro de las instituciones sociales en que operamos, en la cultura que nos ha condicionado en este momento histórico particular. Lo que es un cuerpo y su manera de operar es una situación interactiva mucho más compleja y, por supuesto, en la actualidad la tecnología extiende la operación del cuerpo humano más allá de los límites de la piel, más allá de los límites del cráneo y más allá del espacio local que podemos habitar. Así que hoy, con las tecnologías inalámbricas, podemos comunicarnos al instante a través de grandes distancias y podemos proyectar nuestra presencia física o activar robots en lugares lejanos. Eso es interesante y pienso que cada vez más la gente se convierte en portales de experiencias de la red, en otras palabras, imagina que puedes ver con los ojos de otro desde Nueva York, o escuchar con los oídos de alguien en Londres, al mismo tiempo alguien en Tokio mueve a control remoto tu brazo mientras envías tuits a un amigo en cualquier parte. La experiencia del cuerpo ya no está limitada a un agente ni a una localidad; se trata de un cuerpo difuso, lo que he llamado carne fractal.
S: Pienso que el problema del concepto de rediseñar el cuerpo humano es los posibles y problemáticos temas filosóficos que tienen que ver con la eugenesia o con implicaciones políticas o religiosas. Si eso sucede en un estado de contingencia en el que los individuos tienen la posibilidad de que su cuerpo sea modificado en combinación con los necesarios ajustes y cambios con propósitos de supervivencia, tenemos una estrategia adecuada, pero no se trata de lograr un cuerpo perfecto, pues ese es un juicio de valor y lo que se considera un cuerpo interesante, para mí, puede ser diferente. Si la contingencia logra estar balanceada con la necesidad, entonces la estrategia será menos problemática y no será un asunto de eugenesia o decisión política sobre cierto tipo de utopía del cuerpo perfecto. Hablamos de arquitecturas alternativas del cuerpo. En otras palabras, experimentar y tener la experiencia de distintas estructuras anatómicas, de diferentes tipos de sensaciones: ¿cómo operaría tu cuerpo, por ejemplo, con un tercer brazo o un brazo extendido, una oreja extra o una escultura en el interior? Son experiencias interesantes que no tienen que ver con la perfección sino con una arquitectura anatómica alternativa.
S: Primero veo al cuerpo humano como una combinación de espacios y estructuras. Por supuesto es un modo arquitectónico de ver al cuerpo, pero también lo veo en términos de su materialidad: el cuerpo tiene dos componentes, blandos y espacios vacíos. Tiene una maquinaria y una química complejas. ¿Cómo podemos examinar el cuerpo humano de una manera objetiva, de un modo materialista? Consideren por ejemplo un tejido muscular: es maravilloso y complejo pero no muy robusto, se fatiga con facilidad debido a la falta de ácido en los músculos y los huesos se vuelven más brutales conforme pasa la edad. La combinación de repensar los espacios y la estructura del cuerpo y replantear su materialidad nos lleva a desarrollar materiales biocompatibles, polímeros que junto con metales como la plata, el oro y el titanio el cuerpo no rechaza. Es otra estrategia para incorporar la tecnología dentro del cuerpo, pero también tenemos la microtecnología: si es biocompatible en substancia y escala, entonces el cuerpo humano comúnmente la acepta. Otra cosa interesante hoy en la arquitectura al considerar el cuerpo humano es la idea de crear espacios inteligentes que puedan responder al entrar reconociendo mi posición, mi orientación y tal vez hasta mi humor.