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Columnas

X-Ray architecture

X-Ray architecture

29 julio, 2019
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria

X-Ray architecture explora el enorme impacto del discurso médico y las tecnologías de la imagen en la formación y representación de la arquitectura del siglo XX. El libro desafía la comprensión normal de la arquitectura proponiendo que ésta se formó a partir de la obsesión con la enfermedad de su tiempo: la tuberculosis y su principal herramienta de diagnóstico, los rayos X. Tanto la arquitectura moderna como los rayos X nacieron y evolucionaron simultáneamente. Mientras que los rayos X permitieron ver el interior del cuerpo humano, la arquitectura desveló el interior de los edificios a través de las fachadas de cristal. 

De hecho, la arquitectura y la medicina siempre han estado estrechamente interconectadas. Vitruvio dedicó una buena parte del primer tomo de los Diez libros de la arquitectura, aportando instrucciones detalladas sobre como asegurar la salud de los espacios, y los libros de croquis de Leonardo da Vinci reunieron cortes arquitectónicos junto con estudios anatómicos del cuerpo humano. En el siglo XX el uso generalizado de los rayos X creó un nuevo modo de pensar la arquitectura. Los edificios modernos empezaron a parecerse a las imágenes médicas, con muros trasparentes de vidrio que revelan los secretos internos de la estructura. La casa moderna se entendió no sólo como un tipo de equipamiento médico, un mecanismo para cuidar el cuerpo, sino como una pieza de equipamiento para el ejercicio diseñado para producir cuerpos fuertes y saludables. El mismo doctor Winter, cercano a Le Corbusier, decía que el Nuevo Espíritu (Esprit Nouveau) requiere un nuevo cuerpo. Las casas que proyectaron en Los Ángeles Rudolph Schindler y Richard Neutra, posteriormente, para el Dr. Philip Lovell eran espacios para enaltecer la salud, hasta el punto que el mismo Neutra estaba convencido que sus edificios podían mejorar no la salud, así como la vida sexual de sus habitantes. A su vez, el crítico por excelencia y líder de los CIAM Sigfried Giedion decía que los tres edificios institucionales más representativos de la modernidad eran la Bauhaus en Dessau de Walter Gropius (1926), el proyecto no realizado de Le Corbusier para la Liga de las Naciones (1927) y el sanatorio de tuberculosis de Alvar y Aino Aalto, en Paimo, Finlandia (1929-1933), añadiendo que “las partes de los tres edificios estaban intrínsecamente integradas, como los órganos del cuerpo.”

No se trataba de que el edificio simplemente albergara un programa sino que el programa debía ser integral con la forma del edificio. El mismo Alvar Aalto añadía que “el principal propósito de un edificio es que funcione como un instrumento médico”, y Robert Musil en su extraordinaria novela El hombre sin atributos, escribía que “el hombre moderno nace y muere en un hospital, por lo que bien debiera vivir en un espacio como un hospital.” Los avances de la nueva medicina del pasado siglo apelaban a una arquitectura, también nueva, que privilegiara el confort. “El confort aísla —apuntaba Walter Benjamin— y permite gozar de la mecanización.” La intimidad ligada al equipamiento médico produce un desapego del mundo, que es la esencia de una habitación de hospital. “De hecho —añade Colomina— todos los edificios, y no sólo los hoteles, se han convertido en una variante del sanatorio o el hospital.” A su vez, Mies escribía que su arquitectura se reducía a “pieles y huesos” y algunos de sus proyectos como el del rascacielos berlinés en la Friedrichstrasse se leen como una placa de rayos X. Él mismo publicó en la revista G una foto de una cabeza de mujer y su radiografía para ilustrar uno de sus textos. Y años más tarde, construyó la casa Farnsworth, que no es mas que una máquina para ser vista a través. Hasta su dueña, a modo de queja, asentía diciendo que “cualquier arreglo de mobiliario era un problema severo, ya que la casa era transparente como un rayo X.” 

No hay que olvidar los estragos de la tuberculosis en la primera mitad del pasado siglo. Mientras Josep Lluís Sert proyectó el Dispensario Antituberculoso de Barcelona, 1934, Neutra, la famosa crítica de arquitectura Esther McCoy y otros tantos, padecían tuberculosis, y Adolf Loos, sífilis y cáncer de estómago. Los Rayos X son un tipo de autoexposición, y quizá el más íntimo retrato de uno mismo. La arquitectura occidental, al menos desde el Renacimiento, ha sido modelada a partir del cuerpo humano, pero el cuerpo, desde la llegada de los rayos X se invirtió, siendo el interior la expresión del exterior. La arquitectura moderna absorbe la lógica de la pantalla y la arquitectura de cristal es el eco de la lógica de los rayos X. Y en la medida que el rayo X expone el interior del cuerpo, el edificio moderno expone su interior.

“La transparencia —para György Kepes— significa la percepción simultánea de diferentes espacios.” Tanto para Mies como para Johnson, los reflejos consolidan los planos de las fachadas de cristal. Las lineas complejas de los arboles reflejados en las cajas de vidrio de ambos, son el equivalente de las vetas del mármol de los edificios del Mies de los años treinta. En la actualidad, SANAA va más lejos produciendo capas de reflejos tanto en el interior como en el exterior, difuminado la percepción del limite. La arquitectura de SANAA no revela la estructura ya que sus edificios son artefactos ópticos sin mecanismos a la vista. La intervención de Kasuyo Sejima en el pabellón de Mies en Barcelona, que incorporó una elipse abierta y transparente en su interior, es una buena demostración. El efecto de su arquitectura ya no es transparente sino difuminado, nebuloso, vaporoso, como si su arquitectura quisiera desparecer y evaporarse. El rol de la arquitectura queda cuestionado en un mundo de exposición extrema, en el que los muros ya no ofrecen privacidad y emergen nuevas estrategias que incorporan mecanismos de exposición para encontrar nuevos puntos ciegos. 

Beatriz Colomina concluye que si queremos entender el estado de la arquitectura contemporánea deberíamos entender las obsesiones dominantes de nuestro tiempo –enfermedades y técnicas de diagnóstico– y ver qué efecto tiene en los modos de concebir la arquitectura contemporánea.

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