La Universidad de Morón ha finalizado la refuncionalización de un edificio de principios del siglo XX catalogado como patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires y su transformación en la sede principal de la institución en esta ciudad. Destinado a la enseñanza Universitaria de grado y postgrado, y para posibilitar que todo esto suceda, se han sumado a las plantas ya existentes tres pisos nuevos de aulas construidos a partir de la utilización de tecnologías livianas y contemporáneas y un mirador sobre una terraza pública que completa y otorga una nueva impronta al perfil actual de la Av. 9 de julio.
El edificio catalogado ubicado en la calle Lima 229, entre las calles Adolfo Alsina y Moreno, en el centro de la ciudad de Buenos Aires, cuenta con subsuelo, planta baja y tres plantas altas, más azotea, cubriendo una superficie total de 2554,61 metros cuadrados sobre un lote de 19,26 de frente por 27,31 de fondo. La altura general del edificio alcanza los 21 metros aproximadamente, en concordancia con el edificio lindero hacia el lado norte y por debajo de lo que el código actual permite, esto hace que hacia el lateral sur , exista la presencia de una medianera de aproximadamente 18 metros libres, construida por el edificio de oficinas y fachada de “curtain wall”, que llega a una altura aproximada de 36 metros sobre el frente y 40 metros con los retiros.
Se ha trabajado en este contexto pensando al edificio existente, y a su nueva estructura por encima, como un conjunto que funciona mancomunado con el edificio de la esquina, también patrimonio de la ciudad, y que intenta generar una pieza urbana neutral que quite protagonismo a la presencia de la medianera del edificio de oficinas, entendiéndola como un elemento que interrumpe y rompe la armonía de ese conjunto.
La ampliación, que suma a los metros existentes, 1,200 metros cuadrados nuevos, fue ideada como una estructura liviana, construida totalmente en seco con soportes de acero y un sistema de losas conformadas por placas cementicias. Se retira del frente hacia la calle Lima una distancia de cuatro metros dejando una terraza de uso público en el 4to nivel y toma como altura máxima referencial la cota del edificio lindero hacia el centro de la manzana, intentando completar una especie de conjunto interno en donde los dos edificios y sus patios trabajen ordenando este centro. Más allá de esta cota se construyó la sala de máquinas de ascensores y un espacio de doble altura que completa la conformación final de una de las aulas en el último piso con una pieza “mirador” que domina la vista sobre la av. 9 de julio y que intenta con este gesto, reaccionar frente a la altura y la barrera visual generada por la medianera existente del edificio de oficinas sobre el lado sur.
Esta pieza que vuela por sobre la estructura “flotando” hacia la línea municipal, remata el conjunto transformándose, junto con la azotea verde, en el ícono del edificio desde la avenida y la vista lejana por sobre los árboles. Para completar esta sensación y en su interior, se colocó una gran “UM” blanca y corpórea, que iluminada en la noche, aparece en la avenida para sumarse a los símbolos y lugares característicos que la transforman en un espacio tan especial para la ciudad.
Tanto en el interior como en el exterior, y siguiendo las normas en este sentido aportadas por la dirección de casco histórico de la ciudad, se propuso mantener la estructura general característica del edificio catalogado en todos sus aspectos, preservando y restaurando la fachada de frente, el núcleo principal y sus componentes, ascensor jaula y escalera, y construyendo un nuevo núcleo circulatorio que funciona como escalera de incendios y módulo de ascensores en la posición actual del núcleo de servicios posterior para así conformar una lógica circulatoria que se suma sin alterar la existente.
Así cómo también se contempló realzar la presencia del patio central cubriéndolo con un techo transparente que posibilita la entrada de luz y que permite que este espacio, ahora interior, atraviese toda la altura del edificio rodeado por el sistema circulatorio general, a la manera de primer anillo, y por halles y lugares de estar complementarios a las aulas, logrando transformar este lugar, en el corazón social del edificio.
Tanto las aulas, como las salas de distintos usos en las plantas tipo, fueron ubicadas en el perímetro del edificio, construyendo un segundo y último anillo, flexible y transformable según las necesidades cambiantes típicas de estos usos propuestos. Los espacios que se encuentran en el centro de la planta ventilan e iluminan por los patios anexos que ahora, ampliados y reformados, atraviesan el edificio desde el primer piso hasta el último, generando ventilaciones cruzadas con el patio principal. Y los espacios interiores que se ubican en el fondo de la planta lo hacen hacia la cara posterior del edificio.
Todo el conjunto utiliza lógicas de acondicionamiento pasivo, tales como ventilaciones cruzadas y cubiertas verdes, cambiando así la relación habitual de este tipo de construcciones nuevas en el centro de la ciudad con el consumo de energía. Posee además un sistema de cubierta móvil que se abre automáticamente, dejando salir el calor acumulado mediante efecto chimenea, cuando el edificio así lo requiera. Todas las carpinterías y cerramientos, tanto opacos como vidriados, fueron calculados con el máximo de aislamiento posible, permitiendo elevar la sensación de confort y demorando la activación de sus sistemas de calefacción y refrigeración para que solo funcionen en momentos de frío o calor extremo. La iluminación resuelta en su totalidad con sistemas led, prevee a futuro ir cubriendo sectores, tales como la iluminación exterior con energía proveniente del sol; y el agua de lluvia que acumula la cubierta verde se utiliza en la instalación sanitaria para la descarga de inodoros y lavado de veredas y permite a través de un solado de piedra suelta esparcido por la azotea, una humidificación que se prolonga en el tiempo y logra reducir la temperatura de los últimos pisos.
Además de todas las características ya mencionadas, el edificio investiga acerca de nuevos modelos de enseñanza generando aulas abiertas y cerradas y espacios de estar que estimulan el intercambio entre alumnos y profesores, trabajando con mobiliario flexible y apto para combinar en distintas tipologías de reunión o incluso pensando en sistemas de proximidad o lejanía del profesor, que puede, en su trabajo diario, encontrar métodos de búsqueda del conocimiento más aptos y acordes con las nuevas generaciones de estudiantes y con el uso de las nuevas tecnologías. Sillas, butacas, sillones, mesas y escritorios, se dispersan dentro de las aulas, permitiendo que cada usuario decida su propia forma de aproximarse a la enseñanza y verificando una vez más el rol fundamental que poseen los edificios y la especialidad para favorecer esta aproximación.
En su lógica y pensado como un conjunto de espacios educativos flexibles, el edificio plantea sectores que, si bien en el uso diario no forman parte del esquema de aulas, pueden transformarse fácilmente en espacios para eventos anexados a las aulas, o como espacios educativos singulares para hechos puntuales; El mirador, la azotea verde, la terraza de madera en el cuarto piso, la planta baja y el patio central, el sector de exposiciones en el subsuelo, todos son plausibles de ser transformados al servicio de un evento, tal y como se comienza a demostrar, ahora que lo que hasta hace poco fuera una obra, va siendo ocupado por la comunidad universitaria de la UM.