9 junio, 2023
por Juan Carlos Calanchini González Cos | Twitter: @calanchini_gc | Instagram : @calanchini_gc
Casi cada mañana, salgo a correr por el hermoso paisaje de Kensington Gardens y Hyde Park. Hace un par de meses, comencé a observar las mamparas de lona verde que delimitan el área donde se levantará el Serpentine Pavilion, a un costado de Serpentine Galleries. Cada tanto, me detenía a observar su avance.
Hoy, estoy en un espacio acogedor entre invitados especiales y prensa, compartiendo un momento único alrededor de una larga mesa comunal, ansioso por lo que viene. Mientras esperamos, disfruto del ambiente con un café y unos macarons.
El pabellón descansa elegante en el jardín, compuesto por nueve segmentos que se repiten en una belleza fractal. Su ligereza crea una experiencia consciente de la microescala que nos rodea, con una cubierta que flota delicadamente, evocando la fragilidad del viento y la impermanencia. Lina Ghotmeh eligió madera como material principal, minimizando el uso de otros materiales. Las columnas de glulam y las vigas expuestas añaden profundidad y calidez. En el centro, una cubierta tensionada permite la entrada de luz cenital.
En este espacio, se experimenta una intimidad que trasciende el entorno físico. Como menciona Beatriz Colomina, “cada mesa es una especie de laboratorio donde se fusionan diferentes piezas de distintas formas de vida”. Aquí, las interacciones humanas adquieren un nuevo significado, fortaleciendo los lazos sociales y generando un ambiente propicio para la reflexión y el encuentro con los demás.
“Decepcionante y nada espectacular”, escuché decir a algunas personas. Esto me lleva a pensar en la desviación de la visión original de Ghotmeh. Se reemplazaron los paneles de vidrio transparente, que evocarían una presencia frágil y etérea, por paneles de triplay adornados con cortes de router en forma de la estructura de hojas. Esta elección, por razones pragmáticas de reducción de costos y emisiones de carbono, transformó la estructura refinada en paneles ensamblados de último momento. Aunque pueden parecer caprichosos o artificiosos, logran generar intimidad y porosidad, mimetizando con el follaje de los árboles, donde “el interior está en el exterior”, según Lina Bo Bardi.
Mientras escucho a otras personas expresar su entusiasmo por el resultado, me doy cuenta de que aquí no hay factor sorpresa, no se busca impresionar a nadie. El encanto radica en estar y observar: la belleza de la naturaleza y de las personas. Algo me retiene, no quiero irme. Cada detalle de la experiencia es agradable y cautivador.
Lina Ghotmeh, con labios rojos, tacón alto y un estilo envidiable, irradia una energía fresca y relajada. A pesar del frío día de junio, su contagiosa sonrisa muestra su emoción al saludar a los presentes. Desde el corazón, nos habla de amor, su pasión por la arquitectura y su deseo de que el pabellón aporte algo significativo a quienes lo visiten. “La convivencia es una alegría”, comparte, algo que este pabellón logra muy bien: invitar a las personas a estar juntas. Crea un ambiente neutral que conecta de manera única con cada una. Hay una felicidad tangible.
Ya viene el verano, pensé: aquí puedo venir a sentarme, escribir, leer y tomar un café. También puedes “comer y enamorarte”, comenta Lina. Observarnos, estar con los demás, estar presentes y amar el instante. Es un espacio para hacer una pausa, reflexionar y experimentar de una forma distinta. Cambio de lugar y el efecto es el mismo. Lo disfruto.
Para Lina, criada durante la guerra civil libanesa, la arquitectura es un medio para reparar y traer belleza al mundo. Su inspiración para este proyecto surge de sus recuerdos de la infancia y la idea de sentarse juntos a la mesa —À table— para disfrutar de la comida, o una taza de té y compartir momentos, ideas y experiencias. “Nuestra cocina nos arraiga en casa”, afirma Lina. La filosofía subyacente se basa en la Tierra como nuestra fuente de sustento. La mesa y las bancas, —diseñadas por Lina y fabricadas por The Conran Shop—, imitan la forma del follaje y permiten que todos se sienten en diferentes configuraciones.
“El futuro es ahora”, me dijo Lina. A medida que avanzamos, es importante reflexionar sobre el destino del Serpentine Pavilion. Quizás en otras ediciones, estas estructuras sean itinerantes y con enfoque social, en lugar de ser adquiridas por millonarios para uso privado. Solo el tiempo dirá qué nuevas historias se escribirán en estos jardínes.
En palabras de Hans Ulrich Obrist, director artístico de Serpentine Galleries, este pabellón es urgente y oportuno. Recordó a Etel Adnan, reconocida artista y escritora libanesa-estadounidense quien expresó que “el mundo necesita unión, no separación. Amor, no sospecha. Un futuro común, no aislamiento”. Compartiendo raíces culturales con Lina, esto resuena con la idea de acercar a las personas. En un mundo plagado de crisis, el Serpentine Pavilion 2023: À table, de Lina Ghotmeh, ha despertado un anhelo por encuentros y conversaciones. Una invitación a estar más juntos.