Intuición del presagio: el futuro del Centro SCOP
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10 octubre, 2024
por Emmanuel Islas Herrera | Instagram: @_emmanuel_islas
Cortesía: MUTEK MX
Desde la Sala de Conciertos Tepecuícatl, en el norte de la Ciudad de México, hasta el Museo Anahuacalli, en el sur, el festival internacional de creatividad digital MUTEK MX ha recorrido, desde 2003, diversas sedes de nuestra geografía urbana, donde lo más actual de la música electrónica se ha encontrado con las vanguardias del arte inmersivo y la experimentación audiovisual.
En el marco de su vigésima edición, que se llevará a cabo del 7 al 20 de octubre de 2024, dedicamos estas líneas para revisitar algunas de las sedes más emblemáticas. Al mismo tiempo, sirva esta reflexión sobre el lugar arquitectónico como un “tercer espacio”: un sitio liminar entre lo determinado y lo indeterminado, lo instituido y lo instituyente, la identidad y la alteridad, cuya concreción depende del uso.
¿Y si el “tercer espacio” presupone que la arquitectura conserva cierta “autonomía” respecto de los límites formales y conceptuales que el plano y el concreto le impusieron en su época? En él nada estaría dado de antemano. La mutación (MU) del entorno llevaría en sí los signos del pasado, del ahora y, quizá, del futuro, que sólo el usuario y el artista actualizarían al apropiarse del espacio y experimentar en él con las técnicas y tecnologías (TEK).
En este supuesto, sucede entonces lo inevitable: el uso actualiza (y a veces ensancha) los horizontes de significación; también moviliza a las columnas y rocas, y le da vigencia a lo que parecería congelado o inmóvil del pasado. Las propuestas de sentido que suceden en el “tercer espacio” incluyen lo que afuera les estuvo negado. De esa forma, una fachada se convierte en una sala de exhibición, o un espacio escultórico en un foro al aire libre.
Al parecer, MUTEK tiene claro que no sólo la música electrónica y el arte digital se actualizan mediante sus tres programas y su agenda de colaboraciones especiales. Sin más, y haciendo de nueva cuenta una invitación a pensar en la relación del usuario con sus entornos, les presentamos esta retrospectiva no cronológica de algunas sedes icónicas del festival en su paso por la Ciudad de México a lo largo de dos décadas.
Museo Anahuacalli
El insigne arquitecto Juan O’Gorman una vez dio su opinión sobre esta “casa rodeada de agua” en la región del Pedregal, al sur de la Ciudad de México, cuya construcción se inició en 1945, por obra del pintor Diego Rivera. El artista afirmó que, además de ser bella, esta construcción reivindicaba el verdadero valor de la arquitectura como un arte plástico que debería producir un placer estético extraordinario:
Le tocó —decía O’Gorman—, no por casualidad sino por la lógica misma de los hechos, a un pintor el revelarnos lo que debiera ser tan claro como la luz del día […] no se puede ser arquitecto propiamente dicho sin ser pintor y escultor, o viceversa, no se puede ser pintor ni escultor sin ser arquitecto, pues en realidad va involucrada la necesidad de la forma plástica eficiente.
El Museo Anahuacalli, que celebró su 60 aniversario el pasado 18 de septiembre, se ha vuelto una de las sedes icónicas de MUTEK. En 2022 y 2023, este templo de roca volcánica recibió al programa A/Visions. William Basinski, Marina Herlop, Hatis Noit o Kazuya Nagaya son algunos de los músicos de mayor renombre que se han presentado en el Museo. ¿Será que para 2024 podremos ver otras “formas plásticas eficientes” en la piedra a través de la intervención audiovisual del espacio?
Espacio Escultórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Fueron las ruinas circulares de la pirámide de Cuicuilco las que inspiraron la forma del Espacio Escultórico, de Mathias Goeritz. Posteriormente, el círculo se convirtió en un anillo de 120 metros de diámetro, y el anillo dejó que lo sagrado floreciera en su centro. En esta “escultura caminable” hay un adentro y un afuera, lo sagrado y lo profano, lo divino y lo mundano: el cosmos y la tierra. Algunos han querido ver en sus 64 módulos de concreto martelinado una referencia a las 64 posibilidades de combinación de los ocho signos básicos del I Ching o Libro de las mutaciones (MU). El entorno mutó radicalmente cuando, en 2016, un edificio nuevo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) rompió la armonía visual del paisaje.
Sea como fuere, el artista plástico Manuel Felguérez dijo alguna vez que el grupo de escultores se propuso hacer una gran obra colectiva que, aspirando al anonimato, superara cualquier individualismo egocéntrico. ¿Habrán imaginado que, con el paso del tiempo, una posibilidad de su “museo de arte urbano” sería convertirse en foro al aire libre para la experimentación de la música electrónica, el ambient, las instalaciones audiovisuales o paisajes sonoros de artistas destacados como Robert Henke?
Teatro de la Ciudad Esperanza Iris
Es de conocimiento público que las “chicas de Donceles” fueron Xavier Villaurrutia y Salvador Novo. Sin embargo, hubo una más que quizá pudo ser su Patrona: la actriz Esperanza Iris. Entre 1917 y 1918, la diva se construyó un teatro propio (y una casa) en la calle de Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Ya para esos años, grandes acontecimientos políticos habían sucedido en un teatro: la Convención de Aguascalientes, la firma de la Constitución de 1917.
En alguna ocasión, Esperanza Iris dijo acerca del edificio: “Mi casa es un museo […] todo el dinero recogido en los países que recorrí por el mundo fue empleado para levantar este teatro, el Gran Teatro Esperanza Iris, en el que tengo un departamento para habitar en él, pues no quiero alejarme nunca de aquí porque en este lugar están comprendidos —y unidos a mi gloria de artista— todos mis sacrificios, todas mis penas y todos mis recuerdos”.
En los años por venir, el museo, departamento y teatro de Esperanza Iris recibiría en su escenario a las vanguardias no sólo del arte escénico u operístico, sino también de la cinematografía, la música y, posteriormente, del arte y la experimentación audiovisual. Cientos de artistas de todo el mundo se pondrían a prueba en el recinto neoclásico, como lo hiciera en fecha reciente Patti Smith, el 1 de marzo de este año. A más de 100 años de la inauguración (¡prestó sus servicios antes que el Palacio de Bellas Artes!), su vigencia como teatro, foro o cine parecería incuestionable. Y aunque ya no es un departamento, de alguna forma sigue siendo una casa.
Ex Teresa Arte Actual
Este museo también fue una casa en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Su dueño, don Juan Luis de Rivera, la cedió en 1616 a las Carmelitas Descalzas quienes, a lo largo de los años, construyeron una iglesia y un convento. Dos siglos y medio el lugar fungió como templo para dicha orden religiosa. Pero también sirvió como cárcel en los años independentistas, y fue en donde Josefa Ortiz de Domínguez estuvo presa. Luego, tras las Leyes de Reforma, exclaustraron a las monjas y, en las primeras décadas del siglo XX, la iglesia y la capilla del Señor de Santa Teresa fueron clausuradas.
Hoy en día, el Ex Teresa Arte Actual lleva en su nombre cuatro siglos de elipsis, un cuartel, una escuela, los talleres de imprenta del Diario Oficial de la Federación. Allí ensayaban la Orquesta de Cámara de Bellas Artes y el Coral Mexicano en la década del noventa. Curiosas las vueltas del cordel: lo que en sus orígenes era un patio donde tocaban y cantaban Sor Inés de la Cruz y Sor Mariana de la Encarnación, en la actualidad difunde las corrientes más experimentales del arte como a las artistas Sissel Wincent y la mexicana Camille Mandoki, quienes se presentaron en la edición décimo quinta de MUTEK.
Domodigital del Papalote Museo del Niño
En su obra de carácter biográfico, Flor de juegos antiguos, Agustín Yáñez les recordó a sus contemporáneos lo que alguna vez significó ser niño y jugar en las calles provincianas de un México posrevolucionario sin empedrados ni banquetas. Hacia los años 30 del siglo pasado, nada se codiciaba más que una bicicleta, según lo confesó Ricardo Garibay en sus memorias de infancia. Y John Cheever, aunque en otras latitudes, también dejó su testimonio de los primeros años: “Los niños se enfrentan a un viaje por mar con un cepillo de dientes y un osito de peluche; para dar la vuelta al mundo ponen en la maleta un par de calcetines desparejados, una caracola y un termómetro; libros y piedras, y plumas de faisán”.
En la actualidad, los niños de hoy podrían hacer el mismo “viaje por mar” o más allá de la tierra a través de una proyección inmersiva en el Domodigital del Papalote Museo del Niño, una de las obras más conocidas de Ricardo Legorreta. Ocho proyectores con poderosísima luminosidad y fuente de luz láser arrojan todo tipo de imagen a una pantalla semiesférica de 23 metros de diámetro, 13 de altura en su punto más alto, que en conjunto ofrecen un campo de visión de 360 grados y hasta el infinito.
Si bien el Domodigital no carga una historia centenaria como el Ex Teresa Arte Actual ni a la Fama o la Gloria en sus fachadas a semejanza del Teatro Esperanza Iris, de alguna manera tiene la capacidad de recordarle a los adultos lo que significó ser niño ayer, y revivir, tal vez, desde el asombro, algunas emociones o sensaciones. Quizá por ello, en varias ediciones de MUTEK el Domodigital ha sido sede del programa A/Visions +1.
Otras sedes no menos icónicas y dignas de mención han sido el Frontón México, el Museo Tamayo, el Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), el Centro Nacional de las Artes, el Centro de Cultura Digital (CCD), el Museo de Historia Natural de Chapultepec, la sala de Arte Siqueiros, el hoy ya cerrado Foro Normandie… Este año, MUTEK colaborará con dos nuevos lugares: la Casa del Lago de la UNAM, en el Bosque de Chapultepec, y el Centro Cultural de España en México (CCEMx), en el Centro Histórico.
Después de todo, ¿qué sería de cualquier entorno sin las relaciones humanas que les confieren vida y vigencia?
Consulta la programación de MUTEK MX en mexico.mutek.org/es/programa/festival
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