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Todo diseño es un rediseño. Conversación con Andrés Jaque

Todo diseño es un rediseño. Conversación con Andrés Jaque

21 mayo, 2023
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy

Uno de los invitados a participar en la recién inaugurada 18ª Muestra Internacional de Arquitectura, El laboratorio del futuro, dirigida por Lesley Lokko, es el Andrés Jaque, quien actualmente dirige la Escuela de Arquitectura, Planificación y Preservación del a Universidad de Columbia. Jaque fundó en 2003 la Oficina para la Innovación Política (OFFPOLINN), buscando un acercamiento transeccional al diseño arquitectónico y entendiendo su práctica como “la intervención en compuestos complejos de relaciones donde su agencia se negocia en relación a aquella desplegada por otras entidades.”

El proyecto de investigación presentado por Jaque en venecia lleva por título Xholobeni Yards. El titanio y la fabricación planetaria de brillo y polvo. Xholobeni es una región en la costa este de Sudáfrica en la que hace veinte años se descubrieron minerales raros —aquellos usados, entre otras cosas, en la fabricación de baterías eléctricas. Inicialmente, una empresa subsidiaria de una minera australiana obtuvo los permisos para explotar dichos minerales, por lo que el pueblo Mpondo, habitantes de esa zona desde al menos el siglo XIII, no obtuvo mayor beneficio. Los minerales extraídos en Xholobeni son usados también para producir los brillosos materiales que dan su aspecto reluciente a muchos lujosos edificios en las grandes ciudades del norte global, como aquellos que adornan Hudson Yards, el más reciente “desarrollo” inmobiliario de alto lujo en Nueva York. En la presentación del proyecto en Venecia, Jaque escribe:

La arquitectura de gran lujo de Nueva York se produce a partir de materiales, cuerpos y conocimientos distantes. Estos se extraen de sus ecosistemas locales para convertirse en recursos; mercancías que circulan en una economía contemporánea basada en la acumulación global. En Nueva York, la fachada de acero inoxidable de Hudson Yards es posible gracias a la movilización masiva de la cromita extraída de la tierra del Gran Dique de Zimbabue. Su brillo lo produce la capacidad abrasiva de la ilmenita procedente del suelo de Xholobeni en Sudáfrica. El acto de construir sobre las vías del tren, la única operación que proporcionó el terreno sobre el que ahora se encuentra esta parte de Nueva York, habría sido imposible sin el cobalto extraído de las minas de Nyungu en Zambia.
La extracción es segregación. La extracción de materiales es una de las formas en que la arquitectura participa en la creación de la segregación.

 

En la conversación que sostuvimos con Andrés Jaque y que será publicada en el próximo número de la revista, Futurismos, nos dijo que “la arquitectura es siempre política”, ya que “no surge como una acción aislada, como una especie de entidad autónoma, sino que está siempre operando sobre (eco)sistemas de relaciones ya existentes. Todo diseño es un rediseño. Toda intervención negocia su capacidad de acción con muchas otras fuerzas.” Para Jaque, si en los años 60 y 70 se planteaba que la arquitectura progresista rechazaba la forma, hoy “estamos en  un momento en el que entendemos que la forma está construida desde lo mineral, lo ecológico, lo social, los intercambios. Al mismo tiempo, no es posible hablar de lo social sin hablar de las mediaciones materiales que lo constituyen.” La gran mayoría de los arquitectos que diseñan lustrosos edificios para corporativos globales en las ciudades del norte global, cierran los ojos ante la extracción, la exclusión y la segregación que general los procesos materiales que hacen posible la construcción de sus proyectos, haciéndose inevitablemente cómplices de ese sistema. Jaque piensa, en cambio, que “la arquitectura es una parte de lo real” y que no podemos suponer hablar hoy de arquitectura “sin hablar de clima, de género, de ecología, de justicia territorial y medioambiental; de migraciones, de interseccionalidad, de feminismos. Todos estos son los materiales con los que se articula la vida colectiva contemporánea, y no hay más.” El precio para los arquitectos de sustraerse a hablar de ello, concluye Jaque, es la irrelevancia.

Lee el resto de esta conversación en el número 104 de la revista Arquine, Futurismos, a la venta a partir del mes de junio.

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