Espacio político: rave y cuerpo
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22 septiembre, 2014
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
Es curioso leer cómo en las entrevistas Bijoy Jain –fundador de Studio Mumbai- habla repetidas veces de recursos limitados al hacer alguna referencia al método de trabajo que emplea; se refiere sobre todo a la aproximación al proyecto desde el análisis del sitio que realizan y a la utilización de materiales locales, así como de la mano de obra y la técnica local.
Se dice curioso porque la metodología de trabajo desarrollada es más bien una fuente inagotable de recursos, existen muchas circunstancias que permite reconocerlo. El estudio -como se hace llamar- es un taller más cercano a la época medieval que a la nuestra, las piezas que se desarrollan se construyen junto a la mesa de dibujo, y se genera un proceso no lineal, en el que la manufactura puede preceder al dibujo o viceversa.
Las personas que fabrican estas piezas son artesanos, familiares y amigos, que coinciden trabajando bajo la copa de los árboles que inundan el estudio. Aplican un saber ancestral a piezas que forman parte de un universo actual y que rememora las líneas más refinadas de la arquitectura moderna, aquí empiezan a multiplicarse esos recursos.
Se fabrican desde bisagras y muebles, hasta espacios; porque en Studio Mumbai se trabaja con maquetas en distintas escalas para desarrollar el proyecto, así es muy difícil diferenciar entre la pieza que se utiliza para un mueble de aquella que funcionará para definir un espacio y es aquí donde el valor de la artesanía se funde con el de la arquitectura.
Sus proyectos se desarrollan en el sitio, literalmente, llegando a realizar maquetas a escala natural con bastidores y telas de uso industrial, y es el tiempo quien se encarga de ir resolviendo el proyecto. Este es otro factor, el tiempo, ya que determina los procesos de creación, no sólo en cuanto a vivencia temporal del espacio, sino de espera, de reflexión, de la duda y de la persistencia, porque el proyecto nunca se acaba.
Es así como sus casas podrían ser escuelas, hospitales o galerías. Porque los espacios no son definidos por las actividades que albergan, sino por el volumen, la luz y los materiales. Esta indefinición permite que sus obras sean entendidas como estructuras ambiguas que son capaces de absorber el paso del tiempo y sus cambios. Sin pretensiones intelectuales sobre estas premisas y utilizando la duda como principal herramienta han sido capaces de generar un nuevo lenguaje cuyos límites entre artesanía y arquitectura quedan difuminados, y en los que la técnica brilla porque hace parecer fácil lo que toma tiempo y esfuerzo.
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