Tacón, punta, tacón, punta: “Los Simpson” se travisten | Parte 3
Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones [...]
19 octubre, 2023
por Jonathan Rico Alonso
El travestismo es de quien lo trabaja. Es de quien lo hace suyo cual proyección del yo ante la mirada y la atención de los otros. El travestismo, como todo proceso, manifiesta puntos climáticos en los que el travesti o la travesti ha acuñado una nueva identidad de género que es validada/autentificada tanto por él o ella como por los demás. Un nuevo sujeto cargado de simbolismos; un ser humano vestido y revestido de nuevos elementos en espera de ser descodificados por otros ojos. Y es que “Eres quien eres, Sirena Selena; […] sibarita, vestida y adorada por los seguidores de tu rastro”.
He optado por el concepto de ‘travestismo’, en lugar de ‘disfraz’, porque aquél es, en cierta medida, monosémico mientras este es polisémico. Con ello me refiero a que el travestismo remite a un caso específico, a lo concreto: un hombre se viste de mujer y actúa como tal o viceversa, es decir, se realiza una inversión de géneros; en cambio, el disfraz es más abstracto y abierto: existen diferentes tipos y son utilizados para diversas ocasiones. Desde esta perspectiva el individuo travestido es un sujeto que porta un disfraz específico.
De acuerdo con la terminología de Judith Butler, el travestismo es “un ejemplo de performatividad, un movimiento que, para algunos, es el prototipode la performatividad”.Como performancese hablará con tecnicismos correspondientes al arte dramático: actuación, acto, actor y escenario. La misma autora, para quien el género es una asignación, aclara que: “en el travestismo lo que se ‘actúa’ es, por supuesto, el signodel género, un signo que no es lo mismo que el cuerpo que figura, pero que sin ese cuerpo, no puede leerse”. En otras palabras, estas líneas podrían entenderse como la separación tajante entre cuerpo y género en un sujeto travestido. Y en este mismo tenor, se recuerda que el género no debería estar determinado por el cuerpo ni por el sexo anatómico.
El vocablo travestismo ha dejado de tener, por lo menos para el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un vínculo directo con las preferencias y orientaciones sexuales, sean éstas homo o heterosexuales. Así lo dejan ver sus dos acepciones para la edición de 2001: “práctica que consiste en el uso de las prendas de vestir del sexo contrario [y] práctica consistente en la ocultación de la verdadera apariencia de alguien o algo”.
Estas definiciones sucintas que toman, por un lado, la vestimenta y, por el otro, la velación de la identidad “original” o habitual de un travesti, no consideran dos características inherentes al performance del travestismo: 1) la caracterización hacia lo femenino gracias al uso de maquillajes, afeites, prendas de vestir, pelucas, etc. y 2) la asimilación de los códigos de conducta para ambos géneros, es decir, conocer y actuar del modo en que debe comportarse social y culturalmente una mujer o un hombre, según sea el caso.
Como se verá más adelante, estos elementos están presentes en la prosopografía y la etopeya de los personajes travestidos de Los Simpsons, así como para la verosimilitud del sujeto travestido. Por cuestiones espaciales, conceptuales y de calidad en la serie, me he limitado a abordar únicamente las primeras 11 temporadas, que se transmitieron desde 1989 hasta 2000. A lo largo de 11 años, el programa televisivo estadounidense travistió tanto a personajes principales como a personajes secundarios no sólo como recurso paródico o con un fin humorístico, sino por diversas razones que intentaré vislumbrar a continuación.
Comencemos por las estadísticas: las 11 temporadas transmitidas en poco más de una década están integradas por 248 capítulos. De este total, he hallado 17 episodios en los que aparecen o se alude a travestis; esta cifra traducida a porcentaje arroja un total de 6.85 %, números nada despreciables para un público general y de televisión abierta que recibió en México, y en otros países latinoamericanos, a Los Simpson durante la década de los 90.
Los datos duros revelan algo más: se han vestido de mujer 11 personajes varones –hasta ahora ninguno femenino–, aparentemente todos ellos heterosexuales y de diferentes edades: desde niños hasta ancianos. Podría también calificárseles de personajes varones, pero no viriles o de masculinidad tradicional, pues no todos ellos en su día a día se comportan como tal, pues su masculinidad es menos ortodoxa o heteronormada. Tomo como ejemplos, los gritos agudos de Ned Flanders; algunos bailes, expresiones corpóreas y frases de Martin Prince (“Mi plan se está realizando y pronto yo seré la reina del verano. Digo, el rey, el rey”); y el carácter hipersensible de Milhouse van Houten.
El resto de los personajes travestidos son el Jefe Gorgory o Clancy Wiggum, Bart Simpson, Homero Simpson, Abraham Simpson o El Abuelo, Montgomery Burns, el doctor Julius Hibbert, Barney Gumble o Barney Gómez, y un actor de origen estonio. Para esta lista he excluido a Nelson, compañero de escuela de Bart, y al policía Eddie, subordinado de Gorgory, puesto que son casos de transformación incompleta o en proceso, o bien, cuyo travestismo es meramente un disfraz cualquiera.
Esta es la primera parte de esta serie, se pueden leer las siguientes entregas en estos enlaces:
Parte 2
Parte 3
Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones [...]
Para analizar, determinar, identificar y etiquetar a estos personajes de la serie Los Simpson, propongo una tabla de características físicas, [...]