29 octubre, 2018
por Rodrigo Millán Valdés
En 1953 el arquitecto y artista mexicano de origen alemán, Mathias Goeritz (1915-1990), publicaba su polémico manifiesto de la arquitectura emocional en el marco de la inauguración del Museo Experimental El Eco. En aquel texto proponía comprender el espacio arquitectónico como una posibilidad escultórica de gran escala, que no cayese en el decorativismo vacío de la sobre-posición de elementos. Con la finalidad de producir emociones psíquicas dentro de los marcos de la arquitectura moderna y funcionalista, Goeritz propone un programa de imaginación proyectual, donde nuevas formas abstractas, materiales y colores deben ser explorados.
Comisión de Construcciones Deportivas UIA, Ciudad de México, 1968. Archivo Ícaro de Castro Mello.
Quince años después de aquella publicación, otro importante arquitecto del continente, el brasileño Ícaro de Castro Mello (1913-1986) visitaba las instalaciones olímpicas de Ciudad de México, un par de meses antes de la ceremonia de abertura de los Juegos. Su viaje a la movilizada capital mexicana no era una ocurrencia particular, sino que hacía parte de las actividades que desarrollaba dentro de la Comisión de Construcciones Deportivas de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), organismo del que era miembro desde su primera reunión en Roma en 1960, meses antes a la realización de los Juegos Olímpicos en la capital italiana. La reunión de la Comisión en 1968 tuvo como objetivo recoger experiencias y aprendizajes de la construcción de las instalaciones olímpicas, tal como en Roma, así como en los sucesivos encuentros en Europa y América Latina —como las reuniones de Londres (1961), São Paulo (1962), Varsovia (1963), Oslo (1964) y París (1965)—, donde se buscaba elaborar pautas para promover este tipo de espacios urbanos dentro de las áreas metropolitanas y promover la función social del deporte (UIA: 1963). Aquella no fue la primera visita del brasileño a Ciudad de México; en octubre de 1963 participó de las Jornadas Internacionales de Arquitectura de la UIA, donde sesión extraordinariamente la Comisión. En ella, Castro Mello conoce a Pedro Ramírez Vásquez, Augusto Pérez Palacios y a Jorge Creel de la Barra, con quienes discute sobre el estadio de Ciudad Universitaria y los planes de infraestructura para las Olimpíadas de 1968.(1)
Piscina de Agua Branca, São Paulo. Archivo Ícaro de Castro Mello.
Castro Mello fue con seguridad uno de los principales especialistas en arquitectura deportiva de Brasil, a la que llegó luego de una brillante carrera como deportista. Campeón sudamericano de atletismo en las décadas de 1930 y 1940, recorrió su país y el continente representando a São Paulo y Brasil, respectivamente. En 1936 participó de los Juegos Olímpicos en Berlín, viaje que le sirvió también para realizar una corta pasantía por el estudio de Werner March, proyectista del Estadio Olímpico berlinés. Desde mediados de la década de 1940, cuando se convirtió en Jefe de la División de Arquitectura del Departamento de Educación Física y Deportes del Estado de São Paulo (DEESP), fue alternando encargos públicos y privados, primero en territorio paulista y luego por todo Brasil. Entre finales de la década de 1940 e inicios de los años cincuenta proyectó importantes equipamientos deportivos dentro de la ciudad de São Paulo, como la Piscina de Agua Branca (1949-51) y el Gimnasio de Ibirapuera (1952-57), así como otros complejos deportivos privados, como el Clube Sirio del barrio de Morumbi (1951). Durante esos años también desarrolló diferentes proyectos deportivos en el Estado de São Paulo, como el estadio del club Guaraní de Campinas (en co-autoría con Oswaldo Corrêa Gonçalves, 1948-1953), y los gimnasios de Sorocaba (1950) Ribeirão Preto (1952), ambos construidos como sedes de los Juegos Abiertos del Interior, la competición inter-urbana de deportes olímpicos organizada por el DEESP.
En paralelo a su producción profesional, Castro Mello fue representante del Instituto de Arquitectos de Brasil, lo que lo llevó a participar de distintos encuentros internacionales, incluido el VII Congreso Internacional de la UIA de La Habana en 1963. En aquella ocasión fue presidente del jurado para el Monumento de Playa Girón, compuesto también por el escocés Robert Matthew, el uruguayo Jones Odriozola, el cubano Antonio Quintana y el fundador de L’Architecture d’Aujourd’hui y de la UIA, Pierre Vago, entre otros.(2) Este antecedente no puede ser obviado para comprender su relación e interés por la escultura monumental y los posibles intercambios conceptuales dentro del medio arquitectónico latinoamericano.
La asunción de la dictadura militar en 1964 aceleró algunos planes de construcción de grandes infraestructuras urbanas en las principales ciudades del país. Dentro de ese movimiento estaba incluida la construcción de grandes estadios, gimnasios y centros deportivos en las distintas regiones. No fue casualidad entonces que Ícaro de Castro Mello fuera contratado por diversos gobiernos estaduales y municipales para diseñar coliseos deportivos como los gimnasios de Fortaleza (1964), Recife (1969) y Brasilia (1970).
La Osa Mayor. Palacio de los Deportes. Mathias Goeritz. Fuente: Fomento Cultural Banamex.
En 1969, al año siguiente a su segundo viaje a Ciudad de México, Castro Mello desarrolla el proyecto para el gimnasio Geraldo Magalhães de la ciudad de Recife, por encargo del gobierno del Estado de Pernambuco. Como una innovación dentro de su obra, el arquitecto diseña una pieza escultórica para el exterior del gimnasio, que recuerda la Osa Mayor de Goeritz, localizada en uno de los accesos al Palacio de los Deportes de Félix Candela, Antonio Peyrí y Enrique Castañeda, así como también a la escultura de Jorge Dubón en el acceso de la pista de canotaje de Cuemanco. La integración plástica dentro del proyecto arquitectónica también remite a otras obras pertenecientes a la Ruta de la Amistad, el ambicioso proyecto de esculturas monumentales localizadas en torno a lo largo del anillo Periférico de la capital mexicana, coordinado por el propio Goeritz y comisionado a diferentes artistas del mundo.
L’Architecture d’Aujourd’hui, 76, febrero 1958. Gimnasio de Bauru, Estado de São Paulo.
Tal como fue destacado en la VI Bienal de Arquitectura de São Paulo de 2005, el trabajo de Castro Mello se destacó por su constante experimentación y creatividad para dar soluciones a diferentes condicionantes programáticas, económicas y técnicas. Sus estructuras de hormigón armado para los cuerpos principales de los edificios, así como las estructuras de metal y/o madera para los techos, dieron un rasgo identitario a su trabajo. Como escribió la arquitecta Joana Mello, la versatilidad de su trabajo puede observarse en la utilización de “diferentes recursos estructurales, como pórticos, pilares o muros ciegos de hormigón armado con vigas de madera contrachapada, armaduras metálicas o de madera, estructuras metálicas radiales, laminares o espaciales para formar bóvedas, cúpulas o techos planos”. No es extraño que su producción fuera considerada como fundamental dentro del número especial de L’Architecture de 1958 sobre arquitectura deportiva,(3) donde cuatro de sus proyectos aparecen participando de la compilación, junto a otros conocidos complejos deportivos como el Stadio Nazionale y el Palazzetto dello Sport de Pier Luigi Nervi, el estadio de Hockey de la Universidad de Yale de Eero Saarinen o el Palau del Esports de Barcelona de Josep Soteras Mauri.
1. Concurso Monumento Playa Girón. Congreso Internacional UIA, La Habana, 1963. Fuente: Arquitectura Cuba, 1964.
2. Cisternas, Planta de Motores de Fábricas Automex. Toluca, Edo. de México. Ricardo Legorreta y Mathias Goeritz. Fuente: Arquitectura México, 1965.
3. Señales, Jorge Dubón. Pista de canotaje de Cuemanco. Ciudad de México. Fuente: Artes de México, 1968.
A pesar de su capacidad inventiva para explorar nuevas soluciones formales y tecnológicas, no hay registro de la incorporación de esculturas dentro de los proyectos de Castro Mello antes de su visita a México del 68. No fue hasta proyectar el gimnasio de Recife que decidió incorporar un elemento plástico al diseño de una de las cisternas del gimnasio, tal como Goeritz había hecho en 1965 con los conos monumentales de las cisternas de la Fabrica de Automex en Toluca,(4) o como en el proyecto no construido de Paulo Mendes da Rocha para los estanques de agua de la ciudad de Urânia de 1968.(5) Su propuesta utiliza tubos prefabricados de hormigón de diferentes largos y colores, adosados a la estructura principal de la cisterna.
Logicamente las relaciones conceptuales y transferencias arquitectónicas no se daban exclusivamente en el eje México-Brasil. También en el 68, casi al mismo tiempo que se realizaban los Juegos Olímpicos en Ciudad de México, la Neue Nationalgalerie de Berlín era inaugurada. El proyecto de Mies tenia en una de sus terrazas una prominente escultura de Alexander Calder, tal como El Sol Rojo de la explanada del Estadio Azteca. Tal como en en el Coloso de Santa Úrsula, Ícaro de Castro Mello completó la explanada de acceso al gimnasio de Recife con su escultura monumental, utilizando un recurso hasta ese momento inédito en su obra. De algún modo el viaje a Ciudad de México sirvió al arquitecto para indagar en nuevas posibilidades emocionales, ya presentes dentro del modernismo brasileño en proyectos tan diferentes como los jardines de Burle Marx para el Ministerio de Educación de Rio de Janeiro, la pintura roja de las cuatro vigas de sustentación del MASP de Lina Bo Bardi o las experimentaciones cromáticas en esculturas de gran formato de Tomie Ohtake.
El autor es Doctorando en Historia de Arquitectura y Urbanismo en la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo de la Universidade de São Paulo. Agradece a Christina de Castro Mello y Joana Mello de Carvalho e Silva por su colaboración.
Notas:
1. “Conocen interesante Plan Mexicano los Arquitectos”. El Universal, 11 Octubre 1963, p. 6.
2. “Monumento Playa Girón. Resultado del Concurso Internacional”. Arquitectura Cuba, Enero-Marzo 1964, pp. 55-64.
3. Constructions Sportives. L’Architecture d’Aujourd’hui, 76, Febrero 1958.
4. “Planta de Motores de Fábricas Automex. Toluca, Edo. de México”. Arquitectura México, 89, Marzo 1965, pp. 25-30.
5. “Reservatório elevado”. Acrópole, 356, Noviembre 1968, pp. 15-17.
Referencias:
Cavalcanti, Lauro. (2005). Moderno e Brasileiro. A história de uma nova linguagem na arquitetura (1930-60). Rio de Janeiro: Zahar.
Goeritz, Mathias. (1953) Manifiesto de la Arquitectura Emocional. Museo El Eco, Universidad nacional Autónoma de México (UNAM) Disponible en http://eleco.unam.mx/eleco/manifiesto-de-la-arquitectura-emocional-1953/
Mello, Joana. (2005). Ícaro de Castro Mello. Principais projetos, main projects. São Paulo: J.J. Carol.
Union Internationale des Architectes. (1963). IV réunion de la commission de travail de l’équipement sportif et récréatif – Maxico 1963. Documento de trabajo.