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Columnas

Reforma urbana: entre el escándalo y los amparos en el norte

Reforma urbana: entre el escándalo y los amparos en el norte

8 agosto, 2017
por Indira Kempis | Twitter: in_dei

A estas alturas y en los próximos años, el planeta será una urbe gigante separada por agua. Pronto, y no es cuestión de preferencias, la mayoría de los habitantes de la tierra viviremos en alguna ciudad, grande o chica. La ciudad es algo que damos por hecho, algo que es y ya. Nos acostumbramos a ella sin analizar lo más elemental. Pocas personas se cuestionan cosas que parecen estúpidas como a dónde se va el agua que sale de cada taza de baño de cada casa (las que tienen el privilegio de contar con una casa y una taza). Cada quien, según donde viva, desarrolla hábitos que dependen de las ventajas y desventajas de su “modelo de ciudad”. Damos por hecho, por ejemplo, que vivir lejos de nuestro empleo es normal, porque así es la modernidad y el desarrollo. Damos por hecho que las viviendas sin ciudad en la periferia porque nos convencieron que era más barato y no podría ser de otra manera. Pensamos que la calle es para los automóviles porque moverse individualmente —mientras puedas pagarlo— es la maxima aspiración urbana que podemos lograr. Eso en el norte del país es casi un espejo del diseño de ciudad texana tradicional pero a la mexicana.

Entre desplazamientos, zonas abandonadas y ciudades “archipiélagos”, llega la Reforma Urbana a Mexico después de décadas de malas experiencias en materia de desarrollo urbano y en medio de una crisis ambiental global. Si algo tenemos que reconocer a las Cámaras de Diputados y Senadores y al Gobierno Federal, como una excepción y al margen del error, es el intento de tratar de impulsar esos cambios en nuestro rezago urbano evidente. Desde ONU Hábitat, a nivel mundial, se han tenido discusiones férreas porque tal parece que no sólo Mexico está clavado en un panorama desolador respecto a la crisis de las urbes. De ahí que en Hábitat III acordáramos una Nueva Agenda Urbana de los países miembros de la ONU para incidir en cambiar los objetivos y la visión de cada ciudad. ¡Qué importante es dejar de tener ciudades para ser transitadas y comenzar a vivirlas! Sin embargo, las condiciones no están dadas. Temas tan álgidos como los derechos humanos, la sustentabilidad, la desigualdad, la contaminación, la convivencia social y otros, siguen siendo el reto colectivo que se puede ir resolviendo en todas partes a cuentagotas. Pero este marco general obviamente tiene que adaptarse a las realidades locales.

Aquí es donde “nos topamos con pared”. Lamentablemente, mientras en otros estados la reformada Ley de General de Asentamientos Urbanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano ha sido recibida con el trabajo correspondiente de los diputados locales para adaptarla, en Nuevo León la mayoría, incluyendo a quienes van a tomar la decisión, se resisten a ella. Claro está que no es cuestionable qué hay dos o tres artículos a modificar. No obstante, la gran mayoría de personas, sin entenderle, piensa que algo “malo” sucederá.

La Zona Metropolitana de Monterrey prácticamente ya sacó a sus abogados y técnicos que, por lo visto, no saben de qué se trata no la Ley sino el futuro de la Ciudad, y que a la menor provocación la rechazan entera. Incluso, algunos sin conocerla a fondo, se han atrevido a pensar que es poesía, metafísica o algo similar. En este momento el trabajo es de los diputados locales y sus asesores. Sería negativo para el futuro de una ciudad tan urbanamente rezagada como Monterrey que no se hiciera el esfuerzo por adaptar una nueva visión de ciudad para las necesidades regiomontanas y no a las necesidades que generan los votos, el exceso de reglas para el mercado que acaban en corrupción y el modelo que incluso técnicos “expertos” durante décadas han solapado ante una cuidadanía pasiva y silenciosa. 

Hoy este “noreste caliente” se ha destacado por ser de las regiones más inseguras, contaminadas, con menos áreas de oportunidad para nuevas economías y un largo etcétera que tiene a la ciudad viviendo de exceso de nostalgia y de pocos logros que un puñado de personas sí estamos poniendo en el ojo del huracán internacional ¿Cambiaremos? El gran debate en los próximos dos meses serán las decisiones de los diputados sobre esta Ley recién reformada. Veremos. 

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