🎄📚Las compras realizadas a partir del 19 de diciembre serán enviadas a despues de la segunda semana de enero de 2025. 🎅📖

¡Felices fiestas!

Columnas

Proyecto: instrucciones de uso

Proyecto: instrucciones de uso

30 julio, 2020
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_

Entrevista a MAIO

“Cualquier retrato se sitúa en la confluencia de un sueño y una realidad”

Georges Perec.

MAIO es un despacho joven de arquitectura barcelonés fundado en el 2012 y compuesto por María Charneco, Anna Puigjaner, Guillermo López y Alfredo Lérida. Comenzaron como un grupo de profesionales con intereses afines que se unieron para generar sinergias. Trabajan en diferentes ámbitos interrelacionados, teniendo a la arquitectura —desde sus aspectos prácticos y teóricos— como elemento que estimula proyectos espaciales, editoriales, expositivos y docentes.

 

2012 — Ocupar un espacio

MAIO empezó en el 2012 con el proyecto del espacio en el que estamos. En el 2008 la profesión empezó a entrar en una crisis muy fuerte, no sólo económica, sino también psicológica, había una crisis social y moral. “¿Qué nos está pasando? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué se ha hecho mal? ¿Cómo se deben hacer las cosas?” Estas inquietudes nos unieron mucho durante unos años, decidimos ocupar este espacio, y a raíz de eso empezamos a colaborar.

Previamente, nos juntábamos y hacíamos una instalación efímera una vez al año porque éramos amigos, pero nunca nos habíamos planteado empezar algo tan en serio. Había una necesidad de intentar reformular cómo las prácticas arquitectónicas operaban hasta ese momento, y reaccionar a la crisis social que estábamos viviendo, que es aún la que vivimos. Juntarnos fue una respuesta a ello.

MAIO studio. Fotografía: José Hevia

 

Al principio éramos ultrarradicales, nos juntamos para realmente cambiar la manera cómo las prácticas arquitectónicas estaban operando y decíamos cosas como que “no se tenía que construir”. Esta radicalidad se ha ido diluyendo y madurando un poco. Desde el principio intentamos hacer arquitecturas que fuesen capaces de crecer y mutar con el tiempo para adaptarse a las diferentes realidades sociales y a los ciclos de vida que cambian. Claramente hay una idea de permanencia en el tiempo, de ser más razonables con lo que hacemos, de hacer más con menos. Por eso decimos que trabajamos con formatos, con instrucciones de uso.

A veces nuestros diseños son una frase, y la materialización sucede más tarde, o no sucede, y a veces son edificios cuya forma y cuyos espacios permiten la adaptación de estos cambios. Hay una idea de apropiación del usuario muy fuerte a lo largo del tiempo en estos proyectos. Nos sentimos muy cómodos cuando hablamos de sistemas abiertos en los que el usuario y el tiempo acaban de ir completando, son procesos inacabados. 

Es también un reflejo de cómo empezamos, desde una perspectiva colaborativa, de despacho horizontal. Nos dimos cuenta de que la idea anterior de arquitecto era un formato que no podía dar respuesta al momento en el que nos encontrábamos. Compartir el espacio al principio tenía un principio básico —económico—, pero encontraba su razón de ser al entender cómo tienen que ser las prácticas creativas para que sean críticas, y para poder responder más fácilmente a diferentes circunstancias. En este espacio no sólo hay arquitectos, también hay diseñadores gráficos, aparejadores, ingenieros. Esto nos permite que haya diferentes voces de una forma natural, al compartir el mismo espacio hay una mirada más crítica porque tienes diferentes perspectivas, eso nos ha ayudado mucho.

 

Exposición “Especies de espacios”. Foto: José Hevia.

 

Cuestionamientos

Hacemos referencia a estructuras mucho más líquidas que responden a la sociedad líquida en la que vivimos. Ahora hay más despachos que operan igual, nosotros no somos los únicos. Trabajamos mucho las estructuras mutables, que se pueden llegar a entender de alguna manera como precarias , pero que también tienen fortalezas.

Podemos llegar a ser un despacho muy grande cuando agrupamos todas las oficinas o ser muy pequeños, y eso nos permite poder entrar en proyectos de diferentes tamaños, sin repercutir en las propias estructuras de base. Todos sobrevivimos gracias a esas mutaciones. Además, creemos que la estructura de despacho pequeño es muy buena, es como el comercio de proximidad. Son estructuras más flexibles que permiten ser más colaborativo y en las que al final se distribuyen mejor los proyectos y el conocimiento.

Teniendo esto en cuenta, entendemos que todo trabajo debe ser remunerado. Lo contrario es participar en un tipo de economía que empobrece la propia disciplina. Si todos reclamamos nuestra pequeña porción, si todos hacemos gestos para hacer que la arquitectura genere mayor valor económico, todos viviremos mejor.

 

Stand para Arper, Milán. Foto: José Hevia.

 

Métodos y formatos.

Siempre hemos discutido si dedicarnos a tantas cosas diversas es nuestro punto débil o fuerte, aún no lo sabemos, y quizás no lo llegaremos a saber (risas). Siempre decimos “va, vamos a concentrar fuerzas”, y luego al final tendemos a la dispersión. Creemos que esto nos ayuda de otra manera. Dar clases, por ejemplo, te obliga a reformular muchas cosas, a entender cuáles son los temas contemporáneos, porque al final si no lo haces te desactualizas.

Pero en el fondo sí que hay algo que lo articula todo, intentamos que haya un pensamiento que sea coherente con las diferentes  facetas y que lo unifique. Por eso reflexionamos mucho sobre la idea de formato, ya que un formato define ciertas lógicas pero no implica una salida concreta, aunque sí hay algo que lo homogeniza. Cuando proyectamos intentamos formular ese tipo de formatos, estructuras genéricas, que se puedan convertir en una casa no-jerárquica, o en un espacio público no-jerárquico.

 

Exposición “Design Does”. Fotografía: José Hevia.

 

MAIO está formada por personas con diferentes sensibilidades e intereses que se ponen en común, y creemos que eso enriquece al despacho, para la propia práctica y para la creatividad porque te mantiene mucho más atento, tienes inputs de diferentes fuentes. 

También hay una cosa importante, y es que los cuatro proyectamos. Esto ralentiza el proceso porque los cuatro tomamos todas las decisiones. Con lo cual, al final conseguimos que exista un carácter. Al mismo tiempo somos muy conscientes de que lo que ha sido formalizado de una manera también podría haber sido formalizado de otra. Nos interesa más el diálogo previo, que es cómo surgen los proyectos, cómo puedes hablar de algo que es genérico, que luego se puede particularizar de diferentes formas.

 

Crecimiento

En el 2011 fuimos editores de Quaderns (revista del Colegio de Arquitectos de Cataluña), un año antes de que esto se formalizase en un estudio con horarios al que vas a trabajar (risas). Siempre nos ha interesado la edición, nos gustan mucho los libros y no nos gusta pensar que es algo separado de la arquitectura. 

En esta última década ha habido muchos malentendidos con la teoría, aunque es cierto que se ha sobreintelectualizado, sobre todo en el mundo anglosajón. Desde aquí también ha habido un desprecio a la teoría como algo totalmente ajeno a la práctica, que tampoco nos acababa de convencer. Es un discurso peligroso porque de algún modo elimina la crítica. De hecho se puede ver en los últimos años cómo ha desaparecido la figura del crítico que tiene un proyecto intelectual —ya no existe un Tafuri, por ejemplo—, y los arquitectos que escriben son pocos. 

Eso nos parece una pena, no creemos que la arquitectura se tenga que sobreintelectualizar, tenemos que ser conscientes de que la arquitectura es un acto político y siempre hay consecuencias. Eso ya empieza a ser meta, la arquitectura es una reflexión de la propia arquitectura. Hemos de ser un poco más exigentes con lo que hacemos.

 

Exposición “Building Stories”. Fotografía: José Hevia.

 

Academia.

A través de Quaderns empezamos a tener algo que nos había faltado en nuestra educación: una mirada internacional contemporánea.

Lo internacional per se, no es tan interesante como el hecho de salir de un lugar y ver aquello que no veías. Te das cuenta de que estabas imbuido en ciertas ideologías. Aquí se forman técnicos excelentes, el nivel de la arquitectura en cuanto a factura es quizás de los mejores del mundo. Pero al dar clases fuera descubres otras maneras más discursivas o reflexivas. 

Por ejemplo, aquí hay algo que das por hecho, y es que el profesor da un brief y un proyecto, que luego el alumno tiene que ejecutar. Pero nadie pone en duda si ese proyecto es adecuado “¿por qué tengo que hacer un hospital en quinto de carrera en ese lugar?”

En la Architectural Association (AA) es al revés, los alumnos pasan un año y defienden su propio brief, y seguramente los resultados en cuanto a técnica son menos desarrollados, pero la capacidad de reflexión sobre lo que están proponiendo es mucho más profunda, o más autorreflexiva, y eso es importante. Hay un punto medio que sería muy interesante conseguir, una escuela que fuese capaz de conseguir ambas cosas.

Además, actualmente vivimos en una crisis —que es difícil decir cuándo empieza—, pero hay momentos de proceso de descolonización, de estructuras de poder, de volver a hablar sobre temas de género y raza. Ser capaz de salir de tu propia zona de confort y entender un poco las estructuras que existen es esencial. Esto es algo que todos deberían de hacer.

Portada del libro “Kitchenless City”. Fotografía: MAIO.

 

Práctica

Con el proyecto 110 habitaciones, en la calle Provenza en Barcelona, proyectamos una vivienda cuya tipología es crítica con el típico bloque de viviendas. La vivienda que define mayoritariamente el parque de España es para la familia heteropatriarcal, formada por un padre, una madre y dos hijos. Eso se traduce en una gran sala de estar, con una habitación más grande con baño para los padres y unas habitaciones pequeñas para los hijos. Cuando en cambio nuestra realidad social es muchísimo más amplia, más de un 70% no sigue esa definición de familia. Nosotros reclamábamos una tipología de vivienda con habitaciones iguales, o similares que pudiera acoger cualquier tipo de uso o cualquier tipo de estructura familiar.

 

Plantas de distribución – 110 habitaciones. Imagen: MAIO.

 

A partir este proyecto —que viene del sector privado—, otras muchas voces empezaron a hablar de esta necesidad. Desde hace diez años este movimiento empezó con nosotros haciendo un proyecto, otra persona escribiendo un artículo y así sucesivamente. Eso progresivamente ha hecho que hoy en día la administración pública esté desarrollando e impulsando viviendas no-jerárquicas, viviendas cuyas habitaciones permiten multiplicidad de usos. Al final, los pequeños gestos pueden hacer que la administración pública cambie legislaciones y promueva otras maneras de vivir.

Luego hay que leer bien las leyes y los agujeros que dejan. Nosotros no ganamos este concurso porque fuese una casa no-jerárquica, ganamos porque era la única casa que tenía dos habitaciones y dos baños, porque eliminamos el pasillo. Fue un win-win. Supimos leer qué estaban pidiendo, que era el máximo rendimiento de la casa. Esto puede leerse desde una perspectiva especulativa, que es algo que nos horroriza, o puede leerse como una casa que, de repente, pone en crisis otras fórmulas más jerárquicas que necesitan un pasillo para dividir.

 

Vestíbulo 110 habitaciones. Fotografía: José Hevia.

 

Docencia

Hay muchas maneras de introducir estos temas en las escuelas de Arquitectura. Creemos que la manera menos adecuada es pensar en lógicas solucionistas. Es decir, no se trata de programas que se pueden resolver como arquitecto, al revés, son problemas culturales a los que tienes que enfrentarte de maneras más complejas. Por ejemplo, este año en la AA hemos hecho un curso que se llama Deep Adaptation, que precisamente trata de cómo vivir en tiempos de incertidumbre a partir de cambios radicales, que además son culturales. No es sólo que estén aumentando las temperaturas, hay otras cosas que también van asociadas.

Nos basamos en Jem Bendell, un científico tan radical, que argumenta que el cambio climático ya es irreversible, y que lo que tenemos que hacer es capear las peores consecuencias con una adaptación radical. Este tipo de ejercicio más especulativo, menos solucionista, quizás da más herramientas, porque plantea maneras más complejas para dar soluciones. Los alumnos tienen muchos más recursos para poderse enfrentar sin depender de lo contingente del momento.

También es importante que los estudiantes tengan en consideración que la arquitectura limita, para bien y para mal, limita y facilita. Cómo diseñamos los límites físicos es un acto político. La forma y el espacio tienen connotación política, pero también su materialidad. Es decir, si nosotros decidimos utilizar un tipo de madera hemos de ser conscientes de dónde viene, cómo se produce la extracción, etc. Eso es importante, ser conscientes de que lo que dibujamos tiene implicaciones políticas, económicas y medioambientales.

Instalación “6 m Floating Columns”, Bienal de Arquitectura de Chicago. Fotografía: David Schalliol.

 

Referentes

Cada uno tiene sus referentes, nos cuesta mucho decir uno. Acabamos coincidiendo en un superclásico (risas). En realidad nuestros referentes no suelen ser de la arquitectura, son de otros campos. El que quizás siempre utilizamos en todas las charlas es Michael Asher. Siempre vemos ideas que hay detrás de sus obras, tenemos como referencia aproximaciones. Trabajamos a partir de conceptos que vienen del arte.

Por ejemplo, en 1975 a Asher le encargaron una expo y, en realidad lo que hizo fue, en lugar de generar un objeto, eliminó el muro que separaba las oficinas del espacio expositivo. Con lo cual lo que exponía era el backstage del mundo del arte, era un gesto arquitectónico, muy radical, que no se veía, a la vez que conceptual. Estaba mostrando las entrañas del arte, entrabas y parecía que no había pasado nada. De repente veías lo que hacía que funcionase el arte, dos personas sentadas al ordenador y al teléfono vendiendo obras. Todo a través de la arquitectura, cómo un gesto arquitectónico puede hacer todo eso. Creemos que eso refleja mucho cómo pensamos.

Siempre intentamos entender qué es lo que se necesita, cuáles son las problemáticas a resolver, e intervenir con lo mínimo. A veces lo mínimo es eliminar algo que ya existe. Nosotros tenemos una relación con el contexto distinta con relación a generaciones anteriores, en el que la tabula rasa era mucho más aceptada. Ahora entendemos que el contexto, lo que ya existe, es materia con la que podemos trabajar y eso puede formar parte creativa del propio proyecto.


Esta entrevista pretende convertirse en la voz colectiva de MAIO, el interlocutor desaparece y las preguntas sólo sirven de marco para exponer el pensamiento del despacho.

Artículos del mismo autor

ARTÍCULOS RELACIONADOS