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Prácticas intersticiales en la arquitectura: las prácticas contemporáneas de las arquitectas

Prácticas intersticiales en la arquitectura: las prácticas contemporáneas de las arquitectas

23 noviembre, 2022
por E. Anaid Aguilar H. | instagram: @anaidr019

En la arquitectura se presume al objeto edificado como el centro de la disciplina alrededor del que la teoría funge como observador de los procesos históricos que marcan el progreso de la disciplina, o la revisión de las vidas y trayectorias de los representantes de la disciplina, todo esto enmarcado en una visión hegemónica y/o positivista. Asimismo, existe un entendimiento, generalizado, en el que la teoría se separa de la práctica –esto se establece desde el Renacimiento, cuando se sientan las bases para separar el trabajo del oficio, de la formación teórico-académica en disegno [1]–. Por lo tanto, es común que la práctica arquitectónica se piense separada de la teoría de la arquitectura.

El acercamiento a la reflexión teórica desde la práctica (que desencadenó en otra forma de hacer arquitectura) fue el punto de partida de mi trabajo de investigación de maestría. Para profundizar en ello, retomo el concepto de teoría de Neil Brenner, para él esta ha sido el medio para cuestionar, dilucidar o reinventar conceptos e interpretaciones que conocemos y que asumimos cuando participamos de los distintos mundos sociales. [2] Para Brenner no existe la práctica desligada de la teoría, sino que la cuestión recae en que tan reflexivos, atentos y críticos somos sobre las acepciones que delimitan y limitan nuestras prácticas sociales y espaciales. [3] Su idea sintetiza el proceso que me llevó a realizar la investigación Prácticas subalternas en la producción del espacio: análisis de las prácticas ejercidas por mujeres del final del s. XX a la segunda década del s. XXI. Mi inquietud surge de la observación —en parte del contexto descrito en el artículo Prácticas intersticiales en la arquitectura: ¿qué se muestra cuando se representa la arquitectura?— y del cuestionamiento de las dinámicas hegemónicas en el campo de la arquitectura: la jerarquización de las posiciones de los participantes, los valores que se fomentan y premian desde el contexto formativo —como la competencia, el individualismo, la búsqueda del nuevo arquitecto estrella—, la violencia simbólica [4] implicada en diversas relaciones sociales dentro de la disciplina, por mencionar algunos ejemplos. Entender que estas no son condiciones dadas naturalmente, sino que son dinámicas construidas desde la historicidad e institucionalización [5] de la arquitectura, me llevó a la inevitable pregunta de si existe o si se puede generar una forma alternativa de hacer arquitectura. Este interrogante fue la guía de la investigación, sin embargo, en un principio pareció imposible de comprobar. En la medida en la que avanzó en el trabajo, me di cuenta de que matizar esta idea haría más rico y más factible el estudio. Fue entonces que surgió la idea de la práctica intersticial, el ejercicio de autonomía dentro de lo establecido en el que las arquitectas desafían —desde su quehacer arquitectónico cotidiano— los límites impuestos por las dinámicas hegemónicas de la disciplina. 

La instrumentalización de la arquitectura no permite mirar a la producción del espacio percibido [6] como parte de la arquitectura, lo trata como algo ajeno, que no pertenece al espacio construido, como si fuera posible la separación de ambos. El acercamiento al trabajo de H. Lefebvre fue clave para comprender la importancia de la dimensión social del espacio. Como consecuencia de lo anterior parece pertinente poner el foco en la producción del espacio social de la que surge el espacio construido. 

La apertura del intersticio, generado por la investigación, produjo una arquitectura desde el espacio social ocupado por el ejercicio teórico-práctico de las arquitectas, estableciendo una forma de producción del espacio, que se sustenta en el diálogo y la experiencia de las representantes de una subjetividad subalterna y desde la que han encontrado formas de participación e incidencia en el mundo social de la arquitectura, y así, han planteado o empiezan a plantear una práctica autónoma. De esta manera, la elección de un espacio dialógico entre arquitectas, deja de ser una mera elección metodológica para convertirse en una práctica arquitectónica en la que se genera un espacio social distinto al hegemónico. 

Los ejercicios de escucha y de habla se conjuntaron en la investigación para revelar las dinámicas dominantes de la disciplina a través de la experiencia de las arquitectas; este fue el punto de partida para observar a través de la teoría, cómo se integran al campo y ulteriormente, como se desarrollan en él. El ejercicio dialógico realizado durante las entrevistas se puede resumir en la siguiente cita de María-Milagros Rivera Garretas “la diversidad de posturas que las mujeres adoptaron ante una cuestión común es grande, y veo también que no hace ninguna falta establecer entre estas posturas jerarquías de novedad, progresía y ortodoxia porque ellas no hacían más que usar su libertad de pensar y, sobre todo, de hablar (lo cual, por lo demás, es siempre subversivo del orden patriarcal)”. [7]

Para generar este diálogo, se realizaron entrevistas a arquitectas que ejercieran la disciplina en diferentes ámbitos, con el objetivo de conocer su experiencia en el campo profesional, éstas se llevaron a cabo, dos de manera grupal y dos de manera individual. Posteriormente, se hizo un análisis interpretativo de la información para identificar los temas, situaciones y contextos recurrentes en el ejercicio de las entrevistadas, así como, las diferencias en este, con el objetivo de mostrar los matices en las condiciones a las que se enfrentan. La investigación se enmarca en la perspectiva de género debido a que busca comprender la subjetividad de las arquitectas [8] que participaron en la investigación, así como en la teoría crítica, esta se retoma como herramienta para cuestionar la realidad social e identificar las posibles alternativas que se generan en los intersticios o espacio de libertad cotidiano que las practicantes generan en el día a día, subvirtiendo el orden tecnocrático que estructura el mundo social de la arquitectura. 

En el diálogo se abordaron muchos temas, pero por cuestiones de delimitación el análisis de su experiencia se centra en la experiencia en el ámbito profesional y se divide en tres categorías: el mundo profesional, el ejercicio propio y las prácticas intersticiales. El mundo profesional abarca todos los temas que se refieren al entendimiento, la delimitación, y el aprendizaje de las dinámicas hegemónicas de la producción del espacio percibido, así como las formas que ellas implementan o implementaron para adaptarse al medio. En el ejercicio propio se revisan sus metodologías de trabajo, brevemente, poniendo el foco en el proceso, no en el resultado, en esta categoría se ubican los primeros indicios de la práctica autónoma. Y finalmente, las prácticas intersticiales son los ejercicios que ellas plantean desde su autonomía. Las tres categorías se centran en la producción del espacio percibido, es decir, el espacio de producción de las relaciones sociales de la arquitectura. 

Un breve vistazo al análisis temático sobre el mundo profesional muestra que el ejercicio de las arquitectas es marcado por diversos condicionantes como los roles de género y que cuando estos se ponen en cuestión hay una resistencia a aceptar el rol encarnado en un sujeto distinto. Asimismo, se enfrentan a diversos tipos de violencia simbólica implicada en las relaciones de la disciplina y en las dinámicas de esta. Ejemplo de ello, por mencionar brevemente uno, es la denostación de las actividades que tienen que ver con los medios de ventas o de interiores, generando en los profesionistas una sensación de fracaso al no alcanzar la meta única del sujeto formado en arquitectura: ser el siguiente arquitecto estrella. La violencia implicada en este tipo de prácticas repercute de manera negativa en las arquitectas, mermando su confianza y sembrando la duda de si su trabajo es lo suficientemente bueno. No obstante, las arquitectas han encontrado mecanismos para adaptarse al medio o para subvertir, en muchos casos, las dinámicas violentas que se les imponen, en este ejercicio de adaptación o integración se empiezan a ver algunos indicios de prácticas intersticiales. Pero este espacio de libertad no se concreta hasta que ellas alcanzan un entendimiento de los procesos dominantes y es desde ese conocimiento que pueden generar los intersticios, tanto en el espacio social como en la producción del espacio construido. 

Es en el ejercicio propio –este se refiere a los procesos de producción arquitectónica, a los procesos que culminan en el espacio construido– que se perciben dos prácticas que plantean una ruptura con las dinámicas dominantes, la primera tiene que ver con el diseño de sus propias metodologías las cuales se delimitan a través de su experiencia, ellas retoman las herramientas que mejor les funcionan haciendo a un lado el deber ser impuesto en la formación académica. La segunda práctica se relaciona con la importancia que se le da a la figura del usuario en el proyecto arquitectónico. Para las arquitectas entrevistadas que son proyectistas, el usuario es un punto de partida fundamental en el ejercicio del proyecto arquitectónico puesto que este debe responder a las necesidades del usuario, ellas entienden que sin la participación del usuario el proyecto arquitectónico no podría resolverse de manera óptima. Aquí se pone en práctica un ejercicio de intercambio dialógico con el usuario, no se busca imponer una forma de entender el mundo a través de la arquitectura. 

Desde el espacio social surgen varias formas de poner en cuestión las ideas dominantes de la arquitectura. Las prácticas intersticiales son las prácticas que muestran la autonomía de las sujetas en el espacio cotidiano de la arquitectura. Las arquitectas levantan la voz ante lo que las incomoda, estableciendo las formas que ellas prefieren para llevar sus relaciones con los demás participantes de la disciplina, ante el abuso han recurrido a los mecanismos institucionales que se supone deben protegerlas, con mayor o menor éxito. Así mismo, plantean una búsqueda de valores distintos a los hegemónicos, por ejemplo, la cooperación, el crecimiento mutuo, el respeto al trabajo del otro. 

Las arquitectas han encontrado formas de plantear sus propias formas de hacer, rompiendo, en el ejercicio cotidiano, con las dinámicas impuestas por la producción hegemónica del espacio. El análisis de los relatos de las arquitectas, revela un panorama en el que se evidencia el ejercicio de poder en las interacciones dentro de la disciplina, y este genera una jerarquización excesiva de las formas de participación, asimismo, se muestra la articulación de su ejercicio intersticial con el ejercicio dominante. Las prácticas intersticiales de las arquitectas plantean la posibilidad de trabajar de maneras distintas, al generar una ruptura con el status quo de la arquitectura. 

 

 

Notas:

1. En el Renacimiento se estableció una separación entre los oficios de la construcción y la formación académica de arquitectura, los arquitectos eran instruidos en disegno, la disciplina que se encargaba de transmitir los conocimientos necesarios sobre dibujo en perspectiva, composición y proporción. Esta formación también la recibían pintores y escultores (Kostof, 1977).

2. El mundo social se refiere a la división contemporánea que se realiza desde la especialización de los oficios o profesiones (Bertaux, 1997). 

3. Neil Brenner, “The Agency of Design in an Age of Urbanization” Basel: Bauwelt Fundamente Series.

4. Bourdieu define la violencia simbólica como un tipo de violencia perpetrada en baja intensidad, invisible pero constante, “que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento” (Bourdieu, 2000).

5. La investigación parte del entendimiento de que la cultura es un constructo, por ello se puede modificar, como referencia utilicé el trabajo de los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckmann La construcción social de la realidad.

6. Se refiere al espacio de la experiencia material, vincula la realidad cotidiana y la realidad urbana, englobando la producción como la reproducción social, es el espacio percibido (Lefebvre,2013). 

 

 


Referencias:

Berger, Peter y Luckmann, Thomas, La construcción social de la realidad, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2019. 

Bertaux, Daniel, Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Edicions Bellaterra, S. L., Barcelona, 1997.

Brenner, Neil, “The Agency of Design in an Age of Urbanization” Basel: Bauwelt Fundamente Series, Birkhäuser Verlag. Disponible en: https://www.academia.edu/37582000/Neil_Brenner_The_agency_of_design_in_an_age_of_urbanization_dialogue_with_Daniel_Iba%C3%B1ez_in_Neil_Brenner_Critique_of_Urbanization_Basel_Bauwelt_Fundamente_Series_Birkh%C3%A4user_Verlag_2016_224_236 accedido el 18 de noviembre de 2022.

Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Anagrama, Barcelona, 2000.

Kostof, Spiro, The Architect: Chapters in the History of the Profession, Oxford University Press, Inc., New York, 1977.

Lefebvre, Henri, La producción del espacio, Madrid, Capitan Swing, 2013.

Rivera Garretas, María-Milagros, Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista, Icaria, Barcelona, 1994, p. 32.

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