José Pliego Martínez (1940–2021)
José Pliego, arquitecto y urbanista, falleció en Guadalajara, Jalisco, el pasado 2 de Enero de 2021. Realizó una gran cantidad [...]
28 febrero, 2024
por Mario Schjetnan
Cada vez que se publica un buen libro sobre arquitectura o arquitectura de paisaje es un acontecimiento por celebrar. Particularmente este libro de María A. Villalobos y Carla Urbina, quienes han profundizado en la difusión de la obra, acción y pensamiento de ese portento que fue Roberto Burle Marx, dentro de la arquitectura de paisaje del siglo XX, no sólo en Brasil sino a nivel internacional. Además, si sobre Burle Marx se ha escrito y publicado ya en portugués, italiano, francés, alemán o japonés, es absolutamente bienvenida esta publicación en español, lengua en la que se ha publicado poco de su trabajo.
Roberto Burle Marx fue un personaje multifacético, único e irrepetible. Uno de los más destacados arquitectos paisajistas del siglo pasado, que introdujo una nueva estética de forma y color, basada en un profundo conocimiento de flora. Un artista y promotor del paisaje a escala urbana, que ha dejado una impronta de identidad verde a ciudades brasileñas y latinoamericanas.
Connotado en las artes plásticas, con una obra excelsa de pintura, grabado, telas, murales de gran formato en cerámica, escultura o joyería. Fue además un destacado botánico, con más de 10 plantas descubiertas y descritas que llevan su nombre. Un coleccionista y reproductor de especies de la flora brasileña. Un intenso amante del paisaje brasileño y el medio ambiente en general. Un líder y activista ambiental ante la destrucción de la selva amazónica. Un inquieto y respetado conferencista nacional e internacional. Un intenso gozador de la vida, que lo mismo cantaba ópera en tertulias, que congregaba a artistas, intelectuales, botánicos y amigos a comidas exquisitas en su propia fazenda.
Influencias en mi profesión, vida y obra
A mediados de los años 60, justo cuando éramos estudiantes de arquitectura en la UNAM, al pequeño grupo de amigos que formábamos le impactó la inauguración de Brasilia, por las obras de Oscar Niemeyer; la música brasileira de la bossa nova; el surgimiento del movimiento de poesía concreta esa —poesía-escultura que también influyó a Mathias Goeritz—; y, por supuesto, por el futbol de Pelé o Garrincha. En fin, por esa “magia brasileira”. Poco a poco, fuimos ahondando en otros arquitectos brasileños como Affonso Eduardo Reidy o Lina Bo Bardi. Y en particular, en mi persona tuvo un gran impacto el descubrimiento de las obras maravillosas de Roberto Burle Marx, tanto en Brasilia como en sus obras precedentes. Después, ya estando estudiando en la Universidad de California en Berkeley, en 1969, Burle Marx nos visitó como conferencista y crítico de proyectos, donde tuve la oportunidad de conocerlo brevemente. Más tarde, en los años 80, tuve el honor de participar en un coloquio en la Cal Poli University en Pomona, donde Burle Marx fue el conferencista magistral. Ahí pude constatar en vivo esa personalidad extraordinaria, tanto como conferencista magistral como su bonhomía y congenialidad. Más tarde cantó arias a capela.
Mas tarde, en los años 90, por fin tuve ya la oportunidad de visitar su obra en vivo, tanto en Río de Janeiro como São Paulo y, en particular, su famoso Sitio Burle Marx en San Antonio da Bica, cerca de Río. Cabe hacer notar que Burle Marx dejó todo este patrimonio vivo al Estado brasileño y recientemente fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Hago este recuento —para mí importante— porque finalmente Burle Marx ha inspirado mi vocación, mi vida y mi obra. Mi pensamiento y filosofía. Y en el curso de estas décadas mi admiración no ceja; simplemente crece, se asienta, se agiganta.
El libro
Una sinfonía en tres movimientos es como describen las autoras la organización de su hermoso libro. El primer movimiento, la expedición de Burle Marx a la selva amazónica y su conferencia “Paisajismo y Devastación”, de 1983.
Por primera vez para el mundo hispanoparlante, esta investigación nos muestra con todo detalle esta travesía de 11 mil km por caminos y 1,800 km de ríos. Burle Marx y su equipo recogen más de 400 plantas vivas para adaptarlas y reproducirlas, así como 2 mil plantas en un documentado herbario. Burle Marx comenta y difunde la enorme devastación de la selva amazónica a través de caminos y carreteras y la indiscriminada urbanización. Esto en plena dictadura militar.
El segundo movimiento de la sinfonía del libro es un adagio y presenta una excelente entrevista que le hace Jacques Leenhardt, connotado sociólogo y filósofo del arte. En esta entrevista, Burle Marx define el Jardín en los términos más amplios:
“Transformar la naturaleza y su topografía para dar plenamente su lugar a la existencia humana —individual y colectiva— de manera tanto utilitaria como recreativa. Existen dos paisajes, uno natural y dado; otro humanizado y por tanto construido. Mas allá de las exigencias físicas y económicas no olvidemos que el paisaje también se define por una exigencia estética, que no es un lujo y un desperdicio, sino una necesidad absoluta en la vida humana y sin la cual la propia civilización perdería su razón de ser”.
En esta entrevista va detallando conceptos importantes como la relación entre pintura y diseño, o diseño y pintura, en su obra. La función social y pedagógica del arquitecto paisajista. También explica conceptos filosóficos sobre sus modelos de asociaciones naturales entre las plantas como base de sus diseños. “En la naturaleza las agrupaciones de plantas no aparecen por casualidad, pues obedecen a un complejo juego de compatibilidad entre clima, suelo, fauna y las plantas entre sí mismas. Los ecólogos llaman a esto asociaciones”.
El tercer movimiento es un recorrido por las conferencias principales de Burle Marx escritas y emitidas a lo largo de los años. En ellas se vierten conceptos, explicaciones y críticas de parte del Burle Marx didáctico y activista, así como fotografías inéditas que ponen en contexto al personaje.
En síntesis, en este excelente libro se nos presenta en el primer movimiento al Burle Marx científico y al intelectual preocupado por su patrimonio natural. En el segundo, al filósofo, al pensador que hay detrás del artista. En el tercero al gran personaje didáctico y activista. En suma, a un Burle Marx que no solamente trasciende mediante su bellísima obra sino a ese legado inmaterial que nos deja.
Quiero por tanto felicitar a las autoras de este proyecto, Maria Villalobos y Carla Urbina, arquitectas paisajistas venezolanas, por este hermoso libro que, de forma clara y sintetizada, y a través de una investigación seria y exhaustiva, y un proceso de edición crítico de materiales fundamentales, permite entender cabalmente la acción, pensamiento, compromiso social, colaboración interdisciplinaria, aportes concretos al conocimiento y valoración de la botánica brasileña, entendida como patrimonio nacional y mundial invaluable del insigne maestro Roberto Burle Marx.
Quiero también felicitar a Miquel Adrià y al Illinois Institute of Technology por producir este valioso libro en castellano, que acerca al pensamiento, cultura y acción de la arquitectura de paisaje, en sus más amplios términos, a través de ese ícono que fuera Burle Marx.
(Texto leído en la presentación del libro en Laguna.)
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