Los dibujos de Paul Rudolph
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¡Felices fiestas!
18 octubre, 2016
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Quito es sede del encuentro ONUHabitat III, que cada veinte años reúne a los gestores urbanos del mundo entero. En 1976, en Vancouver, se creó la Agenda Habitat en la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos Habitat I, y en la Segunda Conferencia, realizada en Estambul en 1996, se definió el curso para el desarrollo sostenible de los asentamientos humanos y la vivienda adecuada para todos. En este tercer encuentro, dirigido por Joan Clos —exalcalde de Barcelona— se da un paso más en la planificación urbana, la legislación y la gobernanza de nuestras ciudades que albergan más de la mitad de la población mundial.
México llega a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano sostenible, con la recién aprobada Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, impulsada desde la SEDATU. No es para menos en un país que contaba con menos de catorce millones de mexicanos al iniciar el pasado siglo, con el ochenta por ciento de la población rural, a los 120 millones de habitantes actuales, y con una de las metrópolis más pobladas del mundo. Cabe subrayar que America Latina y el Caribe con casi seiscientos millones de habitantes es la región en desarrollo más urbanizada del planeta, que prevé un incremento de otros cien millones para el año 2025. El explosivo crecimiento demográfico y la expansión informal de las ciudades que reciben las migraciones rurales, agudizando la miseria, requiere de nuevos modelos de crecimiento y la construcción o mejora de más de cincuenta millones de viviendas. El reto ya no es la reforma agraria de cien años atrás sino el aprovechamiento ordenado y sustentable de territorio ante una sociedad predominantemente urbana, industrial y de servicios, que propicie ciudades competitivas, incluyentes y resilientes. Una buena gestión urbana es determinante para la reducción de la pobreza.
El evento convocó a alcaldes de todo el mundo, dándoles la palabra a todos. Los pocos minutos con que contaron fueron suficientes para destacar aquellos que tenían un proyecto de ciudad que subraye su vocación, más allá de resolver adecuadamente el dia a dia metropolitano. Si la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se enfocó a la paridad de género y Daniel Martínez, de Montevideo, en la equidad y la justicia social, Miguel Ángel Mancera celebró las virtudes del encuentro proponiendo repetir estas conferencias con más frecuencia. Manuela Carmena, de Madrid, fue más allá al reivindicar la belleza como un derecho ciudadano y señalar cómo los males a combatir son la corrupción y la violencia que destruyen la vida y las ciudades son concentración de vida.
En un área expositiva anexa al centro de conferencias, muchos países armaron sus pabellones para compartir sus éxitos y anhelos. A medio camino de una feria internacional de flores y souvenirs, destacó la presencia de los pabellones de Alemania, México e Israel, así como la exigua presencia de los Estados Unidos y Japón, siendo miembros notables de la ONU. A su vez, México contó con un segundo pabellón, donde el Infonavit expuso su nueva política de vivienda que propicia la densidad urbana y la calidad arquitectónica, después de décadas de financiar las costras infinitas de casas unifamiliares en las periferias metropolitanas.
La mala organización de este evento babélico —controles descontrolados entre las autoridades locales y las internacionales de la ONU, malas traducciones, desinformación e infinitas colas de acceso— no mermó el impacto de las ideas enfocadas a la transformación creativa de nuestras ciudades.
El recién premio Pritzker chileno, Alejandro Aravena, dio las claves de cómo abordar la vivienda colectiva, una vez que todos los gestores urbanos del planeta ya aprendieron de memoria qué deben hacer. Retomando algunas ideas de Joan Clos y experiencias de autogestión de las últimas décadas, Aravena y Elemental proponen aunar la lógica formal y la informal en la construcción de vivienda social colectiva. Leyes, financiamiento y diseño a partir de la participación de la comunidad, para proponer algo así como medias casas con todo aquello sustancial en la vivienda, dejando a sus habitantes que construyan las áreas complementarias del programa doméstico.
Tras días de intercambio de ideas y propuestas de un sin fin de reuniones y comisiones, cabe esperar que los responsables de la gestión y gobernabilidad de nuestras ciudades hayan tomado nota.
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