Mix Architecture diseñó la renovación de la Fábrica de Maquinaria de Combate de Nanjing, situada en el lado oeste de Hongshan, en la zona norte de la ciudad china, cerca de la estación de ferrocarril de Nanjing. La fábrica se construyó en la década de 1950. Con la expansión de la ciudad y el desarrollo industrial, el departamento de producción se trasladó, lo que dejó la fábrica sin mucha utilidad. En 2006, se intentó renovar la fábrica, con la esperanza de reabrirla como centro industrial creativo, pero el edificio no consiguió atraer la atención.
Tras la reconstrucción, con nuevos muros, se pavimentó con ladrillos y se pintó todo el edificio, encubriendo así su memoria industrial. A lo largo de 20 años, la vegetación se fue extendiendo por la zona fabril, cubriendo parcialmente la fachada. A finales de 2020, el propietario confió al estudio la renovación y actualización del edificio, con la esperanza de convertirla en un parque emergente compuesto con una oficina como cuerpo principal. Además de proteger los árboles existentes, los arquitectos tenían que mostrar la historia del edificio y asegurarse de que su renovación siguiera el lenguaje de diseño de la ciudad. Durante el proceso de diseño, los arquitectos se inspiraron en una pared de ladrillo rojo que era una característica atractiva del edificio original.
El “rojo” surgió como tema de la renovación, como característica primordial de la fábrica. Las razones son complejas pero sencillas. En primer lugar, la fábrica está situada en el lado oeste de Hongshan. En chino, “hong” significa rojo. En segundo lugar, la fábrica se fundó en torno a los años 50, un periodo al que se suele denominar “memoria roja”. Tercero, el edificio de ladrillo rojo puede considerarse un “edificio rojo”. Después de considerarlo, decidieron utilizar como material principal ladrillos rojos, bloques de concreto pigmentado de rojo, terrazas rojas y ladrillos con cara rojos, obtenidos de distintas épocas y relacionados con distintos métodos de construcción. Tras la renovación, el complejo seguiría el lenguaje de la ciudad de una forma más completa, remodelando así la memoria que la gente tiene de la fábrica, tanto de formas familiares como desconocidas.
Cada edificio de la ex-fábrica tiene una ventana con vistas a las montañas o la naturaleza de los alrededores.A medida que los visitantes entran en el edificio, el fuerte y denso color rojo sustituye gradualmente a la naturaleza. Se puede entender el edificio renovado a través de tres pasos: reconocer, sentir y experimentar. La arquitectura se convierte en un mediador, utilizando los cambios de espacio y materiales para crear un diálogo con la ciudad, los edificios históricos y la naturaleza a diversos niveles. De este modo se conecta la ciudad, su historia y su naturaleza. La gente entenderá primero la existencia del edificio y, al pasear por él, reconocerá su núcleo histórico a través de los materiales. Una vez dentro del edificio, su atención se dirigirá al paisaje exterior a través de las ventanas, estableciendo así conexiones con la naturaleza.