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Solaz Los Cabos se desarrolla frente del mar sobre una extensión de 9.8 hectáreas con formaciones topográficas únicas. El concepto arquitectónico rector fue la integración de la construcción y se logró a través de formas que hacen referencia al movimiento de las olas y una volumetría que se adapta al entorno.
La selección de materiales, vegetación y métodos de construcción, refuerzan este concepto de simbiosis y dan una congruencia contextual con este terreno. Los servicios de este desarrollo hotelero se extienden para brindar más opciones de alojamiento y hospedaje a los visitantes nacionales e internacionales, siendo un proyecto que integra hotel, departamentos, restaurantes, spa, amenidades, museo de sitio y plazas abiertas.
A partir de la topografía natural del terreno, que crece de manera ascendente hacia el norte desde el nivel del mar, se decidió conformar tres grandes terrazas curvas de oriente a poniente, albergando habitaciones de hotel en el costado poniente. La circulación a través de estas terrazas se planteó como “cañadas”, para servir como pasillos divisorios con densa vegetación entre usos y lograr mayor privacidad. Por la misma pendiente, cada terraza es subsecuente a la otra; es decir, se forman de manera escalonada con fachadas hacia el sur para que todos los espacios gocen de una espectacular vista al mar. Las albercas, el club de playa, restaurante y asoleaderos se encuentran en el nivel más bajo sobre la playa.
El nivel de acceso se ubica dentro del edificio principal. Este edificio con gran plasticidad y movimiento orgánico está compuesto por tres niveles de bloques sobrepuestos. Cada bloque tiene dos niveles formando un total de seis y aloja habitaciones de hotel en su interior.
Distribuidos a lo largo de la colindancia sur, los departamentos operados por el hotel se disponen dentro de tres volúmenes de proporción cuadrada. Las diferentes tipologías de habitaciones y suites del hotel emergen de la topografía que se desliza en armonía sobre la arena. Para acceder a ellas, un patio-foyer sirve como entrada y, a la vez, como puente entre las sinuosidades topográficas del exterior y la geometría acogedora del interior. L
La arquitectura y el paisajismo se complementan en el diseño de andadores exteriores, pasajes, amenidades al aire libre, foyeres, restaurantes, azoteas verdes en los volúmenes que descienden hacia el mar. Estas zonas logran imitar la disposición y vegetación local, así como ambientes naturales únicos en su tipo.