Intervenir sobre un edificio existente en un entorno cargado de historia implica, de forma inevitable, un posicionamiento de cómo se entiende la intervención sobre el patrimonio y el impacto en su contexto. Enclavado en el corazón de la judería, a escasos metros de la Mezquita-Catedral de Córdoba, el proyecto de rehabilitación del Palacio de Congresos de Córdoba ha supuesto la búsqueda de una estrategia capaz de aportar una nueva capa o estrato a un edificio que ha sufrido múltiples intervenciones a lo largo de su vida y que, al mismo tiempo, implicara una actuación poco invasiva, a modo de acupuntura, que pudiera eliminar añadidos, poner en valor elementos ocultos y crear una atmósfera cálida y acogedora que permitiera, con un lenguaje contemporáneo, incorporar las necesidades técnicas de un espacio congresual novedoso y flexible al tiempo que se establecía un dialogo con las preexistencias. El edificio actual tiene su origen en el antiguo Hospital de San Sebastián, obra de Hernán Ruíz I a comienzos del S. XVI. La idea de construir el hospital surge cuando, tras sufrir una de las mayores epidemias de peste de la ciudad, se decide establecer de forma permanente un edificio sanitario que de respuesta a la creciente demanda, al tiempo que se dedicaban sus dependencias al hospedaje de personajes ilustres. De este modo, siendo un centro de referencia para toda la provincia, se mantiene hasta principios del S. XVIII cuando se construye el nuevo Hospital Cardenal Salazar. Es en ese momento cuando la institución se dedica exclusivamente a convalecientes, hospedaje y expósitos. En 1850 la institución pasa a manos de la Diputación de Córdoba permaneciendo como casa de maternidad hasta mediados del S.XX, momento a partir del cual el edificio queda sin uso.
A comienzos de la década de los ochenta Rafael de la Hoz, siendo arquitecto de la Diputación, realiza un estudio de viabilidad para convertir el antiguo hospital en Palacio de Congresos que se termina materializando con un proyecto de Gerardo Olivares.
Por tanto, la actual intervención de rehabilitación del edificio constituye un capítulo o estrato más en la historia de un edificio que ha sufrido importantes transformaciones a lo largo de su vida, justificadas por una implantación extraordinariamente estratégica dentro de la ciudad. Del edificio original se conservan, con un grado de protección integral, la capilla y su magnífica portada de estilo gótico isabelino, así como el claustro o patio central de estilo mudéjar. Los cuerpos que al patio recaen conforman una galería perimetral en dos niveles, resuelta con arquería de pilastras de ladrillo hexagonal y arcos de medio punto en planta baja y arcos rebajados en planta primera. Las naves principales de enfermería, situadas en la segunda crujía, confluyen en la capilla, dedicándose el resto a dependencias auxiliares y alojamiento de personal. Más allá del patio mudéjar, donde originalmente se extendía al fondo de la parcela el huerto del hospital, se desarrollaron en el proyecto de los años ochenta otros cuerpos edificatorios nuevos articulados en torno a distintos patios, lo que confiere al conjunto su carácter tipológico tradicional.
Salvando algunas operaciones puntuales de accesibilidad, el área de la reciente rehabilitación, mejora y adecuación del Palacio de Congresos se centra, precisamente, en la zona de ampliación del proyecto de 1985 articulada en torno al segundo de los patios estructurantes, con una profunda intervención dirigida a actualizar el uso y el formato congresual, así como ampliar el aforo entre otras cuestiones. La intervención sobre el segundo de los patios, de carácter historicista, supone generar un espacio de transición entre el patio mudéjar original y el auditorio al que da acceso. Para ello se opta por realizar las siguientes operaciones: generar una plataforma única de piedra natural, eliminando barreras arquitectónicas, que se extiende como una alfombra al resto de intervención, estucado en blanco de todo el patio para generar un entorno neutro en el que diferenciar claramente la zona original del área intervenida y más reciente, la apertura de una conexión con el patio del adarve para recuperar el tránsito de muralla del antiguo Alcázar Andalusí que delimita al sur con el contiguo Palacio Episcopal; por último, la cubierta del patio configurara un foyer previo al auditorio, formado por una estructura ligera de costillas delgadas y blancas que dibujan virtualmente una bóveda de arista en su cara inferior.
Al fondo de la parcela, se ha recuperado el último de los patios donde se han eliminado antiguas máquinas de climatización y otros cuerpos menores, añadidos al cuerpo principal del auditorio; todo ello con el objetivo de poner en valor un tramo olvidado de la muralla y acentuar con la intervención el enclave único en el que nos encontramos. Al tiempo se ha recuperado una antigua conexión que existió durante el S. XVII entre el antiguo huerto del Hospital y el Palacio Episcopal adyacente con la apertura de tres grandes arcadas, cegadas por un forrado posterior, cerradas por grandes puertas-celosía. El proyecto acomete intervenciones profundas en todo el área de actuación, como apertura de huecos para dotar de luz y representatividad los puntos singulares, dotar de luz cenital la escalera principal, eliminación de barreras arquitectónicas, renovación y tecnificación de las salas menores en torno al patio cubierto, nuevos aseos en planta baja, nuevas conexiones, etc. Sin embargo, la intervención pone su foco sobre el espacio principal y sobre el que gira buena parte de la vida congresual, el auditorio, que ha logrado aumentar su aforo de 540 a 750 plazas.
Entre las premisas a las que dar respuesta estaba el conseguir un espacio cálido y confortable que, con un lenguaje contemporáneo, utilizara como referencias los teatros clásicos, con el uso de materiales como la madera natural y tejidos rojizos, las paredes encaladas de los edificios sanitarios originales y sus artesonados.
Así, el techo de la sala se extiende como una sábana ondulante que nos envuelve en el frontal y el fondo de la sala para convertirse en el suelo y el estrado, tan sólo interrumpida para dejar caer la luz sobre el estrado. Todo flanqueado por las paredes acústicas laterales de madera natural y veladura blanca que pretenden evocar una celosía. La geometría del techo es el resultado de un estudio acústico que busca garantizar la reflexión adecuada de las ondas en cada sitio de la sala con origen en el estrado, cuyos flancos opacos actúan como un reflector para el resto del auditorio. Tanto el techo como las paredes laterales están diseñados en el proyecto para garantizar el grado adecuado de absorción acústica de modo que formaran parte integral del diseño de la intervención. Si hay algo que hace especial al Palacio de Congresos de Córdoba es su historia, su contexto, por ello no sólo se pone en valor la muralla del antiguo Alcázar Andalusí y su adarve, sino que se establece una relación visual directa entre ella y el auditorio con un gran ventanal tras el estrado, que permite al espectador disfrutar de un entorno singular lleno de historia, así como facilitar la entrada de luz natural en eventos que lo requieran, como exposiciones, talleres, etc. Los montajes congresuales se han convertido en auténticas escenografías que varían enormemente de unos eventos a otros, por lo que la sala debía responder a esta necesidad con una enorme flexibilidad. Para ello se ha dispuesto un sistema de butacas flexibles en función del uso donde podemos distinguir tres tipos: butacas fijas, cuya situación en la sala no varía en ningún caso, butacas escamoteables, que mediante un sencillo sistema quedarán ocultas en el suelo técnico de la sala que permanece horizontal y butacas desplazables sobre raíles, que podrán ser replegadas según demanda. Este último grupo de butacas permite, junto con el tabique móvil que se extiende bajo el anfiteatro, configurar dos salas totalmente independientes. Las butacas escamoteables, situadas junto al estrado, permiten disponer de una gran sala horizontal para usos muy diversos. Además de la entrada principal a la sala, se ha dispuesto una entrada adicional recayente igualmente al patio cubierto que permite utilizar ambas en un montaje conjunto. Se ha dotado el auditorio de dos cabinas de control audiovisual en los fondos de la sala con el objetivo de servir a las distintas configuraciones, así como de cabinas de interpretación simultánea que, a modo de burbujas, se manifiestan en la sala con distintos grados de inclinación para garantizar las mejores visuales.