Proyecto dentro de la Revista Arquine 107 – Trazas
Este proyecto responde al desafío formal y estético de un lote de construcción estrecho, del que prácticamente es una extrusión directa. El edificio resulta de un entendimiento de la arquitectura clásica y el estudio de proporciones o secciones áureas, así como del acero, el concreto y el cristal, materiales clásicos de la modernidad arquitectónica.
La volumetría de la torre de Ferrocarril de Cuernavaca 780 se configura por un basamento, fuste y capitel, y su fachada aparece como la solución a la necesidad de liberar las plantas de obstrucciones interiores. De color negro, permite adivinar su uso inmediato como edificio de oficinas, mismas que cuentan con espacios iluminados de manera natural y permiten la renovación del aire.
La materialidad del edificio se conecta con la calle y recuerda, de cierta manera, el pasado industrial de esta zona de la ciudad que en su momento fue punto de entrada y salida de la Ciudad de México, y ahora se encuentra en medio de uno de los distritos más desarrollados de la capital.
El desafío final del edificio es su resistencia a los sismos, para lo cual se ha visto beneficiado por un diseño estructural adaptado a los códigos de construcción y a la integridad del edificio.