A las faldas del Cerro de la Nevería y frente a una de las mejores vistas de Mazatlán se ubica este pequeño edificio de solo 8 x 8 metros. Para lograr sentir un espacio más amplio era importante apropiarse de los elementos sobresalientes del entorno inmediato y del lejano, por medio de aberturas orientadas al paisaje, como el monumento a la Mujer Mazatleca, las Islas Piedras Blancas, la Playa Olas Altas y el bello horizonte con sus atardeceres.
Hay sorpresas con la relación a la naturaleza, que impregna y nutre la vida en el espacio. La roca del cerro da la pauta para su materialidad, color y textura.
El control del sol, la luz, el calor y la privacidad se regulan por medio de una serie de pantallas corredizas elaboradas con “carrizo”, una especie de caña de la región, que permite que el habitante module a gusto la transparencia u opacidad de las fachadas. El espacio se comprime o se expande por medio de sus diafragmas, creando también una fachada cinética.