Ocupar la azotea de esta manera es una operación que implica cierto grado de riesgo.
Es un desafío constructivo y legal.
Consiste en establecer un programa que genera determinadas funciones culturales y nuevos valores de uso, pero explorando en las periferias de un edificio.
Ubicar un espacio al límite de las condiciones, más que una cuestión técnica, en realidad es un problema social, y una forma de denuncia.
Estar sobre una cubierta es una manera de cuestionar la falta de territorios comunes y de espacios más autónomos y libres en nuestras ciudades.
Es una paradoja que Caracas o Madrid están repletos de lotes vacíos, edificios e infraestructuras sin uso, cuando justamente los espacios que representan verdaderas oportunidades de transformar la ciudad no están disponibles para estos procesos, sencillamente porque son objeto de especulación del suelo, están previstos para intereses inmobiliarios privados, no existen políticas de socialización de la ciudad, o todas.
Este es el principal problema que enfrenta la intervención.
Habitar la azotea es un proyecto de construcción de un discurso de política urbana, a partir de la acción de conquistar un espacio -con materiales y herramientas-.
El injerto permite dotar el techo, acogiendo una grada para habitar y próximos dispositivos de eficiencia energética, sobre las instalaciones del Instituto Do It Yourself, una nave a la mitad de un condominio industrial donde coexisten talleres y obreros de la comunidad de Vallecas.