Oficina fundada en Paraguay, su visión de la arquitectura es primitiva y esencial. Primitiva por su relación conceptual al origen de la arquitectura y esencial para evadir las relaciones con lo innecesario. Trabajan con materia, la transforman y la disponen de distintas maneras para crear espacios. Tratan la luz como material que intensifica y da forma, no sólo al espacio, sino a los materiales que lo crean. Entienden el orden como generador de los proyectos, partiendo de la organización como inicio del proceso. Así, la planta y el corte mantienen una lógica legible, cual partitura para músicos.
Una oficina que busca constantemente integrar el entorno natural existente con el artificio, con lo construido. De esta manera, transforma ese entorno, pero potenciando las preexistencias que lo caracterizan, respetando al medio natural. Sumergidos en la paradoja del habitar, resumida en “destruir para construir”, entienden que la materia con la que trabajan proviene de previas destrucciones. Así, reconsideran el uso y re-uso de ciertos materiales y optan trabajar con aquellos que contengan la información pertinente a cada situación específica. No buscan consolidar un lenguaje que los caracterice. Al contrario, se mantienen en la constante búsqueda de resultados nuevos como productos de preguntas diferentes.
Primera infancia. Materia prima
El centro de la primera infancia nace de un conjunto de intenciones dirigidas al impacto de las futuras generaciones. Arquitectura como materia, espacio, luz y su integración a la naturaleza. Solamente lo esencial. La tierra, como materia prima, se agrupa en la forma de muros, que a su vez componen los planos que conforman los espacios de vida. Este material contiene información primitiva, primordial, elemental, ligada a la memoria y a los sentidos, que en conjunto con la luz, nos permite experimentar texturas, colores, olores y una serie de emociones que enriquecen la percepción y el aprendizaje en la primera infancia.
Casa Intermedia
Entre lo público y lo privado, lo abierto y cerrado, el adentro y afuera, lo móvil y lo fijo, la luz y la penumbra, lo natural y lo artificial, lo artesanal y lo industrial, entremedio de linderos se encuentra el espacio de vida de un gran amigo. La arquitectura es una profesión que intermedia las necesidades del habitar con la transformación de la materia. Los arquitectos se vuelven intermediarios en esa voluntad de poder.
Es curioso cómo las ideas existen en un mundo inmaterial, etéreo, pero se manifiestan en lo material, con la materia. El proceso constructivo intermedia esos universos antagónicos, entre la prueba y el error, entre las expectativas y la realidad. Pararse sobre los hombros de gigantes es situarse en el medio de los avances del pasado y el desarrollo del futuro, tarea inevitable sí asumimos que la arquitectura es la historia de la continuidad.
Sinagoga UHP
El proyecto nace como producto de un concurso internacional para rehabilitar una antigua construcción que la Unión Hebraica del Paraguay usaba como sinagoga. El desafío de proponer un espacio de ceremonias exige una reflexión con respecto a la esencia religiosa y la cultura que la envuelve. Imaginar un espacio de introspección y oración sugiere la creación del silencio, donde el rito se convierte en protagonista. Analizando el masterplan e intentando darle la imagen y el espacio que le corresponde al programa, iniciamos el proceso de diseño mediante la ubicación de dos prismas, uno como umbral y el otro como contenedor del recinto sagrado. Estos dos volúmenes convergen en la unión y se complementan, tanto estructuralmente como morfológicamente.
La carcasa exterior funciona como una caja fuerte, controlando el acceso de la sinagoga mediante puertas metálicas que protegen el interior.