El proyecto se plantea como un espacio para albergar a un grupo familiar completo de cuatro generaciones con amigos. La casa se ubica en el sur de Chile, en la Región de los Ríos, zona de mucha lluvia. De esta condición nace la palabra poética que lidera el concepto del diseño arquitectónico, el cual se plantea como un “manto de protección para la lluvia”, a la manera de las carpas precarias que hacen los leñadores en el bosque con un nylon tensado con hilos, a veces con un pilar central para dejar correr el agua.

La palabra “agua”, es la segunda palabra poética que origina el diseño. Se estudió la composición geométrica de la molécula del agua y así nace la idea de tres cuerpos conectados entre sí, bajo un gran manto de protección de la lluvia.

Por otra parte, una de las integrantes del grupo familiar tiene un problema de movilidad, lo que lleva a plantear el proyecto en una planta única a un mismo nivel, conectado e integrado. La casa se levanta sobre una estructura de pilares metálicos que toman la forma del terreno, creando un espacio bajo la planta habitable que se aprovecha para el programa de servicios junto a una zona de quincho. En el cuerpo central del primer nivel se encuentra el acceso y área pública con cocina integrada al comedor y estar, programa planteado como ga-loft, mezcla del loft americano con el galpón tradicional del sur de Chile. En los cuerpos laterales se ubican los dormitorios, los que confluyen al centro en forma suave y fluida.

Todos los accesos a los dormitorios se trabajan con puertas invisibles para mantener la continuidad de los muros y que ellos sean parte de la espacialidad del volumen. Todos los accesos se trabajan con rampas de acero revestidas en madera, para permitir la movilidad en silla de ruedas. Esta mezcla de tipologías vernácula y contemporánea se realiza utilizando un lenguaje que privilegia las vistas que ofrece el lugar y el emplazamiento en el territorio. El lenguaje se logró por medio de estos cuerpos vinculados entre sí por el “manto”, fuselaje geometrizado, revestidos al exterior con planchas de acero que se dejaron oxidar naturalmente y fueron selladas una vez que tomaron el color deseado.

El interior se trabaja dejando toda la geometría del manto a la vista, logrando alturas de 5 a 6 metros. En el revestimiento interior se usan maderas nativas recicladas de antiguos galpones y casas vernáculas que se desmantelan por estar en malas condiciones o porque se construirá un edificio en su lugar. Es una manera de construir lo contemporáneo anclado a la tradición, con tipologías icónicas del sur de Chile. El uso de estas maderas recicladas permite tener varios tipos de madera nativa, tales como roble, raulí, coihue y laurel; lo que le da una tonalidad rojiza que dialoga perfectamente con el óxido del fuselaje.

El piso es enteramente de raulí y todas las ventanas fueron hechas en el lugar con madera de pellín (robleantiguo). Se utilizaron acabados y mobiliario hechos por la escultora Jessica Torres, tales como bancas y percheros, que vienen a completar la arquitectura.