En la Isla de Cozumel en Quintana Roo (México), se localiza este proyecto residencial de lujo de 1,325m2 en un predio de 5,200m2 con abundante vegetación local y 38 metros de frente de playa, originando excelentes vistas hacía el mar del Caribe mexicano. El proyecto se basa en la idea rectora de respetar íntegramente el sitio y su vegetación existente, resultando en un diseño que re eja una clara unidad entre el lenguaje contemporáneo y la naturaleza. La topografía accidentada del terreno tiene una importante depresión natural en su centro.
Por ello, la residencia se sobrepone a dicha depresión permitiendo que la vegetación suceda por debajo del proyecto y se integre de manera orgánica a los espacios habitables. El programa arquitectónico está contenido en dos niveles que, por medio de puentes y terrazas, se conecta con las áreas exteriores de la alberca y la playa. Volumétricamente el proyecto se desarrolla dentro de una configuración en “L” con un juego de vanos y macizos en sus fachadas que dependen de la función interior para crear interesantes relaciones espaciales entre interior y exterior. De esta manera cada habitación cuenta con ventilación cruzada e iluminación natural.
El acceso principal de la casa se encuentra al noreste, próximo a la colindancia del terreno, y distribuye la circulación de las áreas públicas y privadas de la Planta Baja. A este mismo nivel, hacia el frente de la playa, se encuentran las áreas sociales del comedor, cocina, un wet bar –como elemento de transición a la zona de la alberca– y el puente que conecta a la playa; mientras que las primeras cuatro habitaciones y sus respectivos servicios se localizan en un volumen perpendicular a la línea de la playa, con vistas al jardín interior.
En planta alta se ubican la recámara principal, dos recámaras complementarias –todas con terrazas hacia al frente con vista al mar–, un family room contenido por paneles de cristal y un lounge exterior con un espejo de agua que enriquece las vistas hacia el jardín interior. Se utilizaron los menos materiales posibles rigiéndose por la funcionalidad de los mismos y su estética para mimetizarse con el contexto. Principalmente, el uso de cemento blanco mezclado con el agua “sucia” de la corteza del árbol de Chukum como acabado e impermeabilizante natural en muros exteriores e interiores y la utilización de una piedra tipo caliza de la región como recubrimiento en muros exteriores.