La casa Cipolla plantea la fusión de varios elementos arquitectónicos en una organización continua, que es a la vez de una configuración espacial, su propio sistema de circulaciones y su estructura, siendo también su inherente materialidad trabajada con un solo espesor que soluciona muros, losas, vigas, rampas y escaleras.
Como siempre en el trabajo de Felipe Assadi Arquitectos, el diseño de la casa privilegia el habitar una estructura antes que estructurar un habitar, es un sistema en equilibrio.
La jerarquía está en la materialidad y su espesor, que, en su propio recorrido por el espacio y la estructura, resuelve todo lo necesario con una sola operación formal-estructural.
Así, un básico programa doméstico compuesto por tres dormitorios, dos baños, un espacio común de living, comedor y cocina integrados, más una pequeña bodega exterior, se desarrolla a través de una losa de hormigón armado visto de 20 centímetros de espesor.
Esa losa arma el acceso y la escalera hacia la casa, el puente hacia la azotea. La viga que lo rigidiza es al mismo tiempo el pasamanos, la azotea, el alero de un espacio intermedio que antecede a la entrada, los muros estructurales transversales. Esos mismos muros dividen los espacios interiores, la escalera que sale hacia el mar y la viga que la sostiene, como si todo lo anterior fuese inseparable y colaborativo.
Se integran un par de adecuaciones estructurales: un pequeño muro de un metro cuadrado adosado a la viga del puente hacia la azotea se desprende de hacia afuera contrarrestando con su peso la torsión de la misma.
Dicho muro además se amarra al suelo mediante un tensor metálico que se ha fijado a un cubo de hormigón bajo tierra.
Así mismo, el muro de cabecera que cierra la casa en el sector del dormitorio principal se extiende hacia el mar solamente para contrarrestar la torsión que toda la estructura ejerce hacia su lado opuesto.