En un monte de España, en Cuenca, dentro de una finca rural con encinas centenarias y cultivos de trufa, se proyecta de manera conjunta, una capilla y una vivienda para la familia propietaria de los terrenos. La Capilla surge de un pliegue curvo unitario, que se relaciona conceptualmente y en su planteamiento con la Capilla de Valleacerón —otro proyecto diseñado por el estudio—. De manera abstracta el proyecto se entiende como una curva que se construyó en concreto armado para que trabaje estructuralmente de manera unitaria y correcta.
Su estructura, forma y espacio como resultado se relacionaron en un mismo gesto y el espacio es valorado en su carácter por medio de la luz. En este proyecto se planteó un pliegue curvo como respuesta a las tensiones externas en una acción topológica compleja —no es un origami, sino una expresión formal topológica, es decir en equilibrio estructural por las tensiones externas—. Además se plantea una entrada amplia, que acoge para llegar a un final comprimido.
Una gran cruz de concreto perfora el pliegue formando huecos de luz en relación a la orientación, lo que arroja diferentes tipos de luces a lo largo del día, y modifica el espacio interior poco a poco, pero de manera constante. Se trata de una experiencia espacial contrapuesta a la de la Capilla de Valleacerón. La capilla, para la que pudimos elegir su ubicación, actúa de punto de referencia visual, tanto desde el acceso a la finca rural, como desde el trayecto hacia ella, en donde va girando en un acceso circular.