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La particularidad de este proyecto se encuentra en el terreno con doble frente de calle. Esto permitió el desarrollo del programa en dos torres: cada una de ellas cuenta con una fachada principal hacia la calle de Barranca del Muerto y José María Ibarrarán, respectivamente. Al interior se genera un espacio que contiene el núcleo de circulación vertical que comparten ambas torres, así como un patio central de diez niveles de altura hacia donde viven los pasillos que llevan a los departamentos.
Se trata de una retícula estructural de concreto armado que utiliza su estructura como el elemento fundamental de modulación de los espacios interiores, generando departamentos de dos y tres módulos.
El volumen total, compuesto por ambas torres, se remete con respecto al paramento de su respectiva calle, creando un espacio habitable entre las torres y la calle, separándose del ruido de la ciudad. La estructura de concreto aparente funge también como la fachada, generando balcones para cada uno de los departamentos.