Gobierno situado: habitar
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
21 noviembre, 2023
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Atravesando umbrales, serie de instalaciones a partir de la obra de Carlo Scarpa, realizada por la oficina de arquitectura Neri&Hu y presentada en el museo MAXXI de Roma en 2022.
Los tiempos editoriales son complejos, con velocidades diferenciadas. Más en el caso de una casa editorial como Arquine, que atiende la actualidad con relativa rapidez en un medio como éste, el sitio en la red, y que publica libros cuya preparación requiere varios meses o, a veces, incluso años. En medio se encuentra la revista, el origen de todo esto (cuyo primer número se publicó en 1997) cuando la periodicidad trimestral parecía poder tener aún cierto anclaje en la actualidad, que no se desvanecía para dar paso a una más actual al deslizar el pulgar sobre las pantallas de los entonces inexistentes teléfonos inteligentes. Hoy, mientras el número 106 ya está en imprenta —el tema será Libros— y empieza la producción del contenido del 107, aún le quedan 10 días al trimestre oficial del número 105, Mediaciones. Un número que en su contenido incluye tanto una entrevista con uno de los arqueólogos que descubrieron el plano arquitectónico a escala más antiguo hasta ahora conocido, de 9 mil años de antigüedad, como un ensayo que plantea que hoy tenemos una arquitectura disfórica —que no se siente bien en su cuerpo ni en la relación que éste tiene con el mundo— que deberá transicionar a otra cosa. Publicamos aquí la introducción a dicho número y les invitamos a buscarlo y leerlo y, mejor aún, a suscribirse, ya sea a la versión impresa o digital.
En 1952 Georges Canguilhem —filósofo que trabajó la historia de la biología y la medicina para entender ahí, según Michel Foucault, la “formación de conceptos”[1]— publicó su libro El conocimiento de la vida.[2] En el capítulo “Lo vivo y su medio”, explica que “la noción de medio está en tren de convertirse en un modo universal y obligatorio de aprehender la experiencia y la existencia de los seres vivos, y casi podríamos hablar de su constitución como una categoría del pensamiento contemporáneo”. El medio, que según Canguilhem aparece, aún sin ser nombrado, como el ether que permite a Newton y sus contemporáneos imaginar la acción a distancia —que la Tierra ejerza una fuerza sobre la Luna, por ejemplo—, se va formando como un concepto en las ciencias de la vida que se refiere no sólo a un espacio vacío que los seres vivos ocupan y en el que se mueven, sino como el entorno, incluidas sus condiciones y sus fuerzas, al que dichos seres vivos se adaptan —responden o resisten— y que, a fin de cuentas, resulta inseparable de la propia conformación del organismo, sea como especie o como individuo. El medio, explica Canguilhem, terminará convirtiéndose en “un instrumento universal de disolución de las síntesis orgánicas individualizadas en el anonimato de los elementos y de los movimientos universales.” Dicho de otro modo, la forma del caballo, de la vaca o del granjero que la ordeña, dependerá, pues, no del organismo en sí, sino de las interacciones variables de éste con un entorno al que se reconoce como activo y actuante. La noción de medio, poco a poco, pasará de las ciencias de la vida a la geografía, la historia y otras ciencias sociales, llegando a plantearse, parafraseando a Ortega y Gasset, que cada individuo es siempre él y su medio.
Como indica la frase completa de Ortega y Gasset,[3] en diversos campos se forjó la idea de que, transformando al medio, se podría transformar al individuo. Y no sólo la idea, sino una serie de dispositivos para ponerla en operación. Es el momento en el que, como estudió Foucault, se desarrolla la problemática “de una arquitectura que no se hace ya sólo para ser vista, o para vigilar el espacio exterior, sino para permitir un control interior, articulado y detallado.”[4] La arquitectura, afirma Foucault, se convierte en “un operador para la transformación de los individuos: actuar sobre aquellos a quienes cobija, otorgando control sobre su conducta, reconduciendo hasta ellos los efectos del poder, ofreciéndolos al conocimiento, modificándolos.” Las piedras, concluye Foucault, “pueden volver dócil y cognoscible.” Ejemplos de esos dispositivos,[5] que no sólo edificios, son para Foucault la prisión y el hospital, la escuela y la caserna. Y aunque Foucault se refiere al momento histórico en el que la arquitectura pasa de ser una representación del orden a una forma concreta de imponer un orden,[6] podemos aventurar la idea de pensar a la arquitectura entera de manera general o, como escribe McKenzie Wark en su ensayo “La arquitectura tiene disforia y quiere transicionar”: “en su forma más rudimentaria, como una estructura que crea una relación estable entre un interior y un exterior, que mantiene algo afuera y algo adentro.”[7]
En su libro Earth Moves,[8] Bernard Cache propone también una definición de arquitectura como “el arte de introducir intervalos en un territorio en orden de construir marcos de probabilidad.” La arquitectura, pues, en su modo más elemental, reparte y cualifica el territorio para que, dentro de un marco sea más probable que algo ocurra a que suceda fuera del mismo. Es más probable que los granos se conserven al interior del granero que fuera, o que leamos en la biblioteca y bailemos en la discoteca. Esa operación de la arquitectura supone para Cache al menos tres funciones: primero separar, de la manera más general, el adentro del afuera; después, restablecer conexiones entre ese adentro y ese afuera, pero de manera selectiva —abrir puertas y ventanas que regulan los vectores que pueden entrar o salir y los que no—. Finalmente, en tercer lugar, “una vez que el intervalo se ha delimitado y que se han seleccionado los vectores, el intervalo debe ser arreglado de manera tal que permita al marco de probabilidades producir sus efectos.” Quizá podríamos pensar en extender para toda la arquitectura la descripción que dio David Leatherbarrow de un edificio en particular: “no se trata de una cosa en sí, sino de la modulación o la divergencia con su medio”.[9]
La consistencia de la mediación, por llamarle así: su dureza y su duración, su permeabilidad, su forma de responder o resistir al medio en el que actúa, podría servir para definir distintos modos en los que opera la arquitectura, más allá de determinaciones históricas o geográficas de formas o estilos. Se trata, pues, de entender la arquitectura en su papel primordial de estructura de mediación entre un interior y un exterior, pero no sólo eso, también entre lo natural y lo artificial, lo formal y lo informal, lo tradicional y lo moderno, la obra de autor y la arquitectura sin arquitectos. En su propia estructura como disciplina, la arquitectura, al menos en occidente, ha operado también como una mediación al menos simbólica y cultural. Como escriben Alberto Pérez-Gómez y Louise Pelletier en su libro Architectural Representation and the Perspective Hinge: “desde los inicios de la arquitectura occidental en la Grecia clásica, el arquitecto no ha ‘hecho’ edificios; más bien, él o ella han hecho los artefactos mediadores que hacen posibles edificios significativos.”[10]
La diferencia en los modos de la mediación se puede entender, en casos extremos, como una trampa monumental de piedra de 9 mil años de antigüedad y una selva tropical donde la distinción entre naturaleza y cultura, convencional en occidente moderno, no opera.[11] Ahí la mediación arquitectónica cambia tanto en su materialidad —dureza— como en su temporalidad —duración. De algún modo hace pensar en lo que planteó otro filósofo francés, Gilbert Simondon, sobre la relación entre la energía necesaria para conformar de cierta manera la materia, comparando un ladrillo moldeado con arcilla con la modulación que efectúa un tubo electrónico o bulbo. El molde y el modulador, dice Simondon, “son casos extremos, pero la operación esencial de adquisición de forma se cumple en ellos de la misma manera: consiste en el establecimiento de un régimen energético, durable o no. Moldear es modular de manera definitiva; modular es moldear de manera continua y perpetuamente variable.”[12]
Que la modulación arquitectónica parezca menos dura no implica que necesariamente sea benigna y, por supuesto, nunca es neutral. De hecho, en su ensayo “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, al tratar sobre lo que siguió a las sociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX —las de los hospitales, las prisiones y los cuarteles que describió Foucault—, Gilles Deleuze plantea que vivimos en sociedades de control, donde se da “una crisis generalizada de todos los medios de encierro” y en las que somos controlados mediante “modulaciones que son como moldes autodeformantes que cambian continuamente, de un instante al otro.”[13] La medicación psiquiátrica sustituye al hospital, como la deuda creciente en la tarjeta de crédito sustituye a la tienda de raya. Pareciera que así, arquitecnológicamente, nos encerramos en un mundo sin afuera y, por tanto, sin escape.
En el texto ya citado, McKenzie Wark plantea que el interior y el exterior estables y estructurados gracias a la mediación estable de la arquitectura, ya no existen. En el famoso Antropoceno, el afuera planetario se nos cuela por cada poro de la piel, ya no digamos por las ventanas. Por eso, afirma, “la arquitectura tiene que reconocer su estado disfórico y su transición”. Si la arquitectura como mediación modulada puede tener “momentos de violencia duradera”, como Wark señala, “también podría tener momentos de cuidado y devenir colectivos”. Sería engañarnos decir que la decisión está en nosotrxs, sólo en nosotrxs. Pero también viviremos engañados si no intentamos pensar, de diversas maneras, cómo distintos medios que son nuestras circunstancias son articulados por mediaciones como la arquitectura, y qué papel podemos jugar al establecerlas.
Notas
1. Michel Foucault en la introducción a la traducción al inglés de Le normal et le pathologique; Canguilhem, Georges, The Normal and the Pathological, Zone Books, Nueva York, 1989.
2. Canguilhem, Georges, La connaissance de la vie, Hachette, París, 1952.
3. “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, dice tras escribir que “la ciencia biológica más reciente estudia al organismo vivo como una unidad compuesta del cuerpo y su medio particular, de modo que el proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también en la adaptación del medio a su cuerpo.” Ortega y Gasset, José, Meditaciones del Quijote, 1914.
4. Foucault, Michel, íbid. p. 174
5. Por dispositivo Foucault entendía “el conjunto heterogéneo de discursos, instituciones, formas arquitectónicas, decisiones regulatorias, leyes, medidas administrativas, proposiciones científicas, filosóficas, morales o filantrópicas; en resumen: lo dicho tanto como lo no dicho”. En Gordon, Colin, Power/Knowledge. Selected Interviews and Other Writings, 1972–1977, Phanteon Books, Nueva York, 1980, p. 194.
6. Véase Wallenstein, y Sven-Olov, Bio-politics and the Emergence of Modern Architecture, Princeton Architectural Press, 2009.
7. Wark, McKenzie, La arquitectura tiene disforia y quiere transicionar, publicado en el número 106 de la revista Arquine.
8. Cache, Bernard, Earth Moves. The Furnishing of Territories, MIT Press, 1995. El título original en francés es Terre meuble, que designa una tierra suave, fácil de cultivar, pero juega con el sentido de mueble o mobiliario, de ahí el subtítulo en inglés: el amueblamiento de territorios.
9. Leatherbarrow habla de la Galería Lewis Glucksman, de O’Donnell y Tuomey. Leatherbarrow, David, Architecture Oriented Otherwise, Princeton Architectural Press, Nueva York, 2009.
10. Pérez-Gómez, Alberto y Pelletier, Louise, Architectural Representation and the Perspective Hinge, MIT Press, 1997.
11. Véanse, en el número 106 de la revista Arquine, “El plano arquitectónico a escala más antiguo del mundo. Conversación con Rémy Crassard” y Tavares, Paulo, “Una botánica arquitectónica: redefiniendo la agencia (y el alcance) del archivo arquitectónico”.
12. Simondon, GIlbert, L’individuation à la lumière des notions de forme et d’information, Presses Universitaires de France, 1964.
13. Deleuze, Gilles, “Post-Scriptum sur les sociétés de contrôle”, en Pourparlers. 1972–1990, Les Éditions de Minuit, París, 1990.
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