23 julio, 2012
por Arquine
por Jaume Prat / Scalae
El pasado mes de junio se llevó a cabo en Pamplona la segunda edición del congreso de arquitectura Lo Común, organizado por la Fundación Arquitectura y Sociedad y dirigido por Luis Fernández Galeano. La reunión contó con la presencia de destacados arquitectos y críticos como Rafael Moneo (Pritzker, 1996), Norman Foster (Pritzker, 1999) y Eduardo Souto de Moura (Pritzker, 2011). La primera consideración sobre el congreso –de éste y de cualquier otro, desde hace mucho tiempo– es que para acceder a sus contenidos no es necesario asistir: se retransmitía por internet en tiempo real, bien registrado, fotografiado y filmado. Como Félix Arranz intuyó a la perfección, lo importante de asistir a un congreso así es el contexto. Un congreso implica un desplazamiento, en este caso a Pamplona, ciudad de Patxi Mangado como impulsor de la Fundación Arquitectura y Sociedad y autor del edificio del Baluarte.
El tema: Lo Común. Ciertas hipótesis de trabajo sobre su naturaleza a exponer y debatir. Subyacente, una hipótesis del propio Patxi Mangado: del marco –entendido más como cambio de paradigma que como una crisis económica– sólo saldremos a través de la disciplina. No hace falta reinventar nada, la palabra está vacía, y, además, no tiene sentido. Sólo hace falta un posicionamiento, una reflexión profunda sobre las armas que nos da esta disciplina y un seguir empujando. Lo común es la gente, sus necesidades, los espacios de relación, la precisión, el placer, el lenguaje. El congreso invitó a toda una serie de ponentes divididos en sénior, profesionales de mediana edad y juniores (de edad o de espíritu). Como sénior, cuatro premios Pritzker: Norman Foster, Eduardo Souto de Moura, Rafael Moneo y Alvaro Siza, que cayó del congreso por culpa de una mala fractura de húmero. Arquitectos de mediana edad como Roger Diener o Antonio Ortiz o más jóvenes como Vasa Perovic, Manuel Aires Mateus, Solano Benítez o Anna Heringer. Cada uno de ellos introducido por un patrón.
Las ponencias se dividieron entre la exposición de proyectos, algunas de ellas, descaradas, tan obscenas que llegaban a perder sentido. La exposición de proyectos que abren marcos de oportunidad y reflexiones creadas específicamente para el marco del congreso. Foster pronunció una conferencia mixta, brillante, sobre los espacios de relación, basada en proyectos propios, la mayoría construidos, y en un instrumento nuevo que ha creado para enriquecer su estudio: una oficina de investigación y desarrollo muy potente, con un abanico de temas muy amplio, que va de la sociología a la investigación de nuevos materiales, sin caer en investigaciones más clásicas sobre las proporciones, densidad y tensión de diversos elementos urbanos. Foster parece proyectar en negativo, poniendo los espacios comunes en primer término para, después, con el volumen que sobra, meter los programas deseados por los promotores.
Su estudio está más allá de saber diseñar bien un teatro o un centro comercial: esto se da por descontado, y es su entorno lo que cuenta. Esto es tener credibilidad. La reflexión sobre qué hacer, cómo hacerlo, sobre el aprovechamiento de encargos privados para enriquecer la res pública, la obertura de nuevos marcos de oportunidad para todos. Foster ya ha construido una ciudad. Tendría que estar de vuelta de todo, pero todavía va, sigue trabajando, recogiendo y reciclando su enorme intensidad para poderla enfocar a todo. Foster siempre ha explicado sus edificios de un modo instrumental, quedándose, en estas explicaciones, muy por detrás de todos los temas expuestos. (arquitectura entre otras soluciones)
Fotos: Cortesía Fundación Arquitectura y Sociedad