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Límites de una (dis)función (III)

Límites de una (dis)función (III)

21 diciembre, 2014
por Arquine

Lo que hace a un espacio público, no es solamente su carácter predestinado de ‘público‘. Más bien, para satisfacer una inminente necesidad, ciertos grupos con otros, ocupan un espacio y a través de las acciones desempeñadas en él lo establecen como público”

Don Mitchell, 2003*

por Fernando Reséndiz / @xolotltzcuintli

Límite público

El espacio público tiene límites, sutiles fronteras las cuales están compuestas por lo que es, en sí, privado. Se encuentra compuesto de distintos elementos materiales, como son: calles o avenidas, aceras, parques, plazas, fuentes, esquinas; en general, puntos de encuentro, puntos históricos y de reconocimiento, emplazados en un espacio físico y material donde se desarrolla la memoria colectiva y el sentido común. La calidad y cualidad, en cuestión de habitabilidad, de este espacio, depende de muchos factores, incluso subjetivos, donde un gobierno local y la participación de los habitantes de la zona, fungen como los actores principales para transformarlo. Son estos últimos quienes fungen como los vigilantes constantes de su espacio y también quienes lo cuidan, lo diseñan y le dan su condición de habitable; cuando los grupos lo ocupan, lo viven con encuentros, lo transforman de manera efímera y lo insertan en su memoria colectiva, este territorio cumplirá las características de un espacio público de calidad. Es entonces cuando se podría calificar a sí mismo, como un patrimonio cultural urbano-arquitectónico, que representa en el contexto epistemológico, una carga importante dentro de la identidad de la sociedad (imaginario social) que habita ese contexto, y es así como, siempre estará inscrito en la memoria colectiva a través de los tiempos –o esa capacidad que tenemos como sociedad para producir el pasado a través del lenguaje y el presente a través del hábitat–. Este mismo patrimonio va cambiando e integrándose a éste mismo contexto, sobreviviendo a él, y afirmando su existencia. Por lo tanto, la conservación estricta de este patrimonio, es esencial para la supervivencia y la existencia de la identidad de su sociedad vigilante. Es muy importante el patrimonio en el contexto de sus ciudades, ya que esta condición (de patrimonio) reside precisamente en la relación entre los elementos históricos y su entorno, entre lo nuevo y lo viejo, surgiendo así nuevos significados en dichos conjuntos; otorgándoles valores históricos o elementos de identidad urbana. La identidad urbana, pudiera ser, un conjunto de culturas materiales, las cuales, siempre permanecen entre un contexto y su entorno, los cuales se modifican con el paso del tiempo y de sus usuarios. Si la memoria colectiva construye un espacio público, entonces es evidente que el espacio público como memoria es totalmente institucionalizado, tiene reglas y límites inscritos, así como también formas de interpretarlo y apropiarse de él. Por lo cual hay distintos tipos de apropiaciones temporales, desde habitarlo siendo un peatón que va de cierto espacio privado a otro, un turista que pasea para conocer una ciudad, la apropiación temporal de las calles cuando estacionamos un automóvil, un local comercial en la vía pública que brinda sus servicios a la comunidad; dentro de los cuales tenemos puestos ambulantes, mercados sobre ruedas o boleros que limpian zapatos. También existe ocupación del espacio de forma ambiental, de los cuales hay: de tipo sonoro, con un grupo callejero, organilleros y la marimba, una compañía de teatro presentando sus piezas en algún quiosco, grabaciones con algún anuncio de compra-venta, ruidos del tráfico entre transportes y aviones, música en algún local comercial para llamar la atención a los clientes, o conciertos públicos en algún sitio de relevancia dentro de la ciudad, etc. Hay también las ocupaciones deportivas, para jugar fútbol en la calle con porterías de piedra, ocupando un carril para andar en bicicleta o correr, entre otras. Otro tipo de ocupación es de demandas sociales, donde ciertos grupos en conflicto se apropian de una explanada para hacer un paro, una marcha donde se apropian de las calles para ir a protestar a algún sitio, o un demandante instalado para expresarse del mal gobierno, lo que piensa y sus creencias; situaciones que se hacen públicas para que otros grupos que se encuentran habitando en ese mismo espacio, den cuenta de sus peticiones. El espacio público es, dentro de lo que cabe, un espacio de libertad, al menos así se concibe, ya que como decíamos existen algunas reglas de comportamiento social que lo controlan. Por lo que, para el sistema de control, existen otros tipos de ocupación del espacio público que no cumple con las reglas del orden, por ejemplo: cuando un sin techo lo ocupa como su lugar de residencia, para dormir, cocinar, defecar o estar; consecuencia que radica en muchas variantes, las cuales son: falta de un hogar, gusto por la libertad que otorga la calle, pobreza y segregación, vivienda temporal en la calle coaccionada por alguna catástrofe natural, y la principal, la falta de vivienda en las ciudades, las cuales, el sistema capitalista no puede resolver.

Estos son algunos ejemplos de apropiación, si embargo, se pueden englobar en tres diferentes clases de espacio público, de acuerdo a su constitución, dentro de los cuales están: el espacio del recuerdo, el espacio del encuentro y el espacio físico o materializado.

Espacio de recuerdo. El recuerdo es (RAE) “la memoria que se hace o aviso que se da de algo pasado o de que ya se habló, es un objeto que se conserva para recordar a una persona, una circunstancia, un lugar o un suceso”; también con el recuerdo se reconoce algo con lo que examinamos con cuidado algo o a alguien para enterarse de su identidad, naturaleza y circunstancias; y como hablamos de espacio, sería entonces dar por suyo un lugar legítimo, distinguiendo de los demás por sus rasgos propios, su fisonomía, sus características particulares y el movimiento. Son los individuos y los grupos de personas los que en este tipo de espacio deben de tomar sus responsabilidades y derechos, ya que deben de crear modelos de identidad positivos para su comunidad y establecerse en este espacio con solidaridad ante sus propias diferencias.

Espacio de encuentro. El encuentro es el (RAE) “acto de coincidir en un punto dos o más cosas, por lo común chocando una con otra” en el que vamos en busca como individuos sociales para concurrir en un mismo sitio con otros individuos, grupos o algún espacio físico en particular para conocerlo. Donde averiguamos por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas y entendemos el espacio al percibirlo como distinto de todo lo que no es él. Las redes sociales de comunicación e intercambio son los que constituyen a la sociedad civil, los nuevos movimientos democráticos en las ciudades generan foros abiertos para tomar acciones y decisiones comunitarias sobre el futuro de las ciudades. El gran valor de estas redes locales y globales de comunidad, residen en ¿Qué tanto se puede conseguir, a través de ir construyendo compromisos sociales?

Espacio físico. El espacio físico o material (RAE) “es la realidad primaria de la que están hechas las cosas, espacial y perceptible por los sentidos, que con energía, constituye el mundo físico”. Son estos espacios físicos el mayor componente dentro de la creatividad común que refleja los valores ciudadanos de la sociedad. Son la materia resultante de los proyectos democráticos -o más bien políticos-, dándole así a sus ciudadanos el modo para comunicarse entre sus mundos y compartir sus visiones de este. Es en este donde los diseñadores juegan un papel importante, otorgadores a sus ciudadanos espacios constituidos de encuentro y recuerdo.

*Traducido por Fernando Reséndiz

Textos relacionados:
Límites de una (dis)función (I)
Límites de una (dis)función (II)

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