Gobierno situado: habitar
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2 junio, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
En 29 de agosto de 1958 se estrenó una de las últimas películas dirigidas por Kurt Neumann. De hecho, el estreno fue ocho días después de la muerte de Neuman, el 21 de agosto, aunque todavía después se estrenarían otras tres. La película, que fue un gran éxito de taquilla, fue La mosca, protagonizada por Al Hedison, Patricia Owens y el único de los miembros del reparto cuyo nombre aun nos parece familiar: Vincent Price. La película empieza con la escena de un hombre asesinado, la cabeza y el brazo deshechos bajo una prensa hidráulica. Su esposa confesará el crimen. En un flashback nos daremos cuenta de los motivos que tuvo. Su esposo, un científico, experimentaba con un nuevo invento: una máquina teletransportadora. Cuando decide probar la máquina consigo mismo, accidentalmente se mete una mosca en la cabina y sus cuerpos se mezclan: un hombre con cabeza y brazo de mosca y una mosca con cabeza y brazo humanos.
La Mosca de Cronenberg no es una paradoja científica como la del gato de Scrhëdinger, aunque podría serlo. En 1986 David Cronenberg rehizo la película La Mosca. Como era de esperarse, su versión es más compleja: el resultado del accidente con la máquina teletransportadora no son dos seres distintos, uno con cuerpo humano y cabeza de mosca y otro a la inversa: una cabeza humana pegada a un cuerpo de mosca, sino que el resultado es un híbrido: la mezcla a nivel genético de la estructura humana y la de la mosca. También es más verosímil: en la primera versión no se entiende cómo la cabeza de mosca, por más grande que sea, atina a comprender quién es su esposa y cómo la mosca logra volar con la velocidad que las moscas acostumbran pese al limitado campo de visión que tenemos los humanos. La transformación en la película de 1986 es paulatina pero radical, comparada con la primera versión. Y es, también, monstruosa, en un sentido más actual del término.
Omar Calabrese nació en Florencia el 2 de junio de 1949 y fue profesor de semiología del arte en la Universidad de Bolonia, donde también enseñaba Umberto Eco. Un año después de que se estrenara La Mosca, de Cronenberg, Calabrese publicó La era neobarroca. La edición en español incluye un prólogo de Eco fechado el 9 de marzo de 1989. Calabrese utiliza el término neobarroco para referirse a lo época que entonces, todavía entre intensas discusiones, algunos calificaban como posmodernidad. Una época en la que “asistimos a la pérdida de la integridad, de la globalidad, de la sistematización ordenada a cambio de la inestabilidad, de la polidimensionalidad, de la mudabilidad.” La nueva inestabilidad —ese fue el título de un libro de Severo Sarduy, que también estudió lo que era el barroco.
El quinto capítulo del libro de Calabrese se llama Inestabilidad y metamorfosis, y el primer apartado del mismo monstruos. Explica que desde la antigüedad, los monstruos han tenido dos características principales: el misterio, no sabemos muy bien a qué se deben, y la espectacularidad, se muestran más allá de la norma. Pero “en los últimos años hemos asistido y seguimos asistiendo —agrega— a la creación de universos fantásticos pululantes de monstruos.” De la antigüedad a nuestros días –explica– los monstruos han sido figuras del exceso: demasiado grandes, demasiado chicos, demasiado feos. Pero hoy, sobre todo, demasiado cambiantes –demasiado poco estables, digamos. “Los nuevos monstruos, lejos de adaptarse a cualquier homologación de las categorías de valor, las suspenden, las anulan, las neutralizan. se presenten también como formas que no se bloquean en ningún punto exacto del esquema, no se estabilizan. Por tanto, son formas que no tienen propiamente una forma, sino que están, más bien, en busca de ella.”
Si el laberinto es la tipología arquitectónica —si así se le puede considerar— que corresponde al Minotauro —hombre con cabeza de toro, es decir, el mismo tipo de monstruo que el hombre con cabeza de mosca o la mosca con cabeza de hombre—, ¿qué tipo de arquitectura le corresponde al nuevo monstruo, inestable y siempre en busca de una forma definitiva, como la mosca de Conenberg?
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