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“A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestra frontera, les ofrecemos una promesa especial: -convertir nuestras buenas palabras en buenas [...]
19 septiembre, 2023
por Erik Carranza L. | Twitter: SA_Anonima | Instagram: SA_Anonima | linktr.ee: Anonima_arquitectura
“no lo deje caer”
Raquel Berrios y Luis Del Valle.
Sacudidas y pérdidas a tres caídas que representan por un lado destrucción y por el otro la posibilidad de reconstrucción o, por lo menos, de una sustitución de ese elemento que se desprendió de su altura, que no estaba bien anclado, estructurado o cimentado, y que por el impacto se descompuso en partes, en pedazos, convirtiéndose a veces en piedra y luego escombros.
La Ciudad de México ha sufrido grandes catástrofes entre inundaciones (la de 1629, conocida como el diluvio o inundación de San Mateo), temblores (sismos y réplicas), explosiones (San Juan Ixhuatepec, 19 y 20 de noviembre de 1984), socavones (el del Paseo de la Reforma, el 31 de agosto de 2017) y otros fenómenos, pero hay tres caídas importantes producidas por tres grandes sacudidas, todas de un sismo: el 28 de julio de 1957, la del 19 septiembre 1985 y la del 19 de septiembre de 2017 donde un ángel, un multifamiliar y un monumento a la madre han sido los elementos representativos de esas sacudidas.
28 de julio de 1957 / 02:40 hrs. / 7.8º de magnitud / A 90 km. al sureste de Acapulco, Guerrero.
La caída del Ángel de la Independencia, escultura hecha por Enrique Alciati sobre una columna rediseñada por Antonio Rivas Mercado a partir del diseño original de los arquitectos Cluss y Shultz de Washington D. C., e ingeniería a cargo de Guillermo Beltrán y Puga, Gonzalo Garita, Luis Zavaterelli y Manuel Gorozpe.
Con una altura de siete metros y un peso de siete toneladas, el Ángel cayó de su pedestal al pie de la columna, en dirección al lado sur hacia la calle de Florencia. Decapitada, la cabeza de la victoria alada quedó hacia el sur oriente, y sus pies hacia el sur poniente, a un lado de la escultura de la guerra. El resto de la estatua quedó viendo hacia las inscripciones de los caudillos de Mariano Jiménez, Leonardo Bravo y Pedro Moreno (al otro lado, el nombre de los guerrilleros Encarnación Ortiz, Víctor Rosales y José Antonio Torres), y señalando hacia el Condominio Reforma 369 de los arquitectos Mario Pani Darquí y Salvador Ortega (recién inaugurado), casi como una premonición de lo que vendría en 1985.
Cayó mirando hacia abajo. La victoria alada no pudo controlar su vuelo con las alas abiertas; amputada de su brazo derecho –que quedó a un lado de sus pies–, pedazos de su cuerpo, la corona de laurel y la cadena de tres eslabones en la escalinata, oro en huellas y peraltes en todo el basamento, la cabeza bajo la estatua de La Paz del lado contrario de Los Precursores, del lado de Los Consumadores de la Independencia (Pedro Ascencio, José Joaquín Herrera y Miguel Barragán), las estatuas de la ley y la justicia del lado opuesto a su caída.
La cabeza mutilada, por completo aplastada y suturada en sus heridas, carece de la parte superior, del asiento de la razón, como la llamaba José Chávez Morado (ver “La Ciudad [I]”). En la actualidad, la cabeza sin cuerpo y sin razón se encuentra en el Archivo Histórico de la Ciudad de México “Carlos Sigüenza y Góngora” (casa de los Condes de Heras y Soto), en el número 8 de la calle de República de Chile en el Centro Histórico. Pasaron 47 años desde su inauguración en 1910, por parte de Porfirio Díaz, hasta la caída de este moderno Prometeo, misma que causó tristeza, desconsuelo y preocupación en la población de la Ciudad de México.
Cayó el ángel, la victoria alada, Niké, esta caída representa la perdida parcial de la libertad para la ciudad.
19 de septiembre de 1985 / 07:17:47 hrs. / 8.1º de magnitud / En el puerto de Lázaro Cardenas, Michoacán, Océano Pacífico.
La caída de una ciudad entera y la de una ciudad dentro de otra, de uno de los símbolos del movimiento moderno: el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco —en particular el Edificio Nuevo León—, símbolo del multifamiliar como una forma de vida colectiva con encuentros y fricciones. El edificio Nuevo León contaba con 15 niveles, seccionado en 3 por su longitud —casi diciendo a gritos “juntas constructivas”— de 90 metros aproximadamente. Era el edificio de remate que se desplantaba en una diagonal casi paralela al Paseo de Reforma Norte, el preámbulo para encontrarnos con el par vial de las calzadas de Guadalupe y la de Los Misterios, camino a la Basílica de Guadalupe.
Una caída fragmentada, los dos primeros tercios del edificio sobre su costado poniente develaron un fragmento de tres niveles aún entero (la manguetería, con su cancelería, quedó casi intacta), losas desparramadas hacia ese poniente como efecto dominó y columnas quebradas, partidas en dos, arraigándose a la cimentación. El último tercio tuvo que demolerse tiempo después. Este caída devela un corte por fachada de una tragedia, a lo lejos las torres de los edificios Veracruz, Coahuila y Zacatecas; y como testigo en primer plano, el edificio Chiapas, para algunos una suerte de no morir en el Edificio Nuevo León. “De las ruinas saltaban piedras”, decía José Emilio Pacheco en su poema “Las voces de Tlatelolco”.
Como consecuencia de la caída de este edificio, 8 más tuvieron que ser demolidos y otros 4 reducidos en altura, una pérdida calculada casi 180 pisos y 648 metros de altura que la ciudad no ha podido recuperar o negociar como una transferencia de potencial para detonar los nuevos corredores urbanos, como por ejemplo, el que esta inmediatamente al poniente de Tlatelolco: Atlampa “donde tuerce el agua”, o el Eje Central Lázaro Cardenas con Insurgentes Norte. Transferencia entendida como un intercambio de altura, niveles y metros cuadrados para recomponer el espacio urbano del mismo conjunto o rehabilitar ciertos equipamientos en su interior. Los edificios también pueden intercambiar energías. Hoy en el lugar del edificio Nuevo León hay una plaza-parque con un busto de dedicado a Plácido Domingo, además un reloj de sol que marca la hora de este sismo; de manera curiosa, en el punto que inicia esta escultura el suelo está por completo fragmentado. La grieta y la fisura como una capa adicional de la zona arqueológica, de la Iglesia de Santiago Tlatelolco y de la Plaza de la Tres Culturas; una capa más a esa modernidad amputada, fechada entre 1986-2015 por Ernesto Betancourt en Paisajes clandestinos. Ensayos sobre gestión y anti-urbanismo.
El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco fue diseñado por los arquitectos Mario Pani Darqui, Luis Ramos Cunningham y Ricardo de Robina, fue la “utopía del México sin vecindades” contra la “erradicación del cinturón de miseria o la herradura de tugurios”, dos puntos de vista completamente diferentes de la ciudad. Una, la del escritor Carlos Monsiváis contra la urbano-arquitectónico de Mario Pani; otra en “23: describir una calle” hacia estos cuestionamientos que vuelvo a reiterar: ¿qué sería de esta ciudad sin su gran eje peatonal de comercio ambulante e intercambio económico desde el Zócalo, pasando por la calle de República de Argentina y su continuidad en la calle de Jesús Carranza?, ¿qué sería de esta ciudad sin la transversalidad que comunica la calle Matamoros con la glorieta del monumento a Cuitláhuac y sus remanentes verdes hasta el conjunto urbano de Tlatelolco?, ¿que sería de esta ciudad sin sus micheladas, gomichelas, chuperías, antojerías o facultades de entretenimiento los fines de semana?, ¿qué sería de esta ciudad sin colonias como Tepito, La Lagunilla, Peralvillo y Morelos?…
Cayó el multifamiliar, la utopía moderna, la gran maqueta fotografiada y construida en la realidad, pero también cayó la visión de una ciudad de uno de los arquitectos hegemónicos del poder, este caída representa la perdida quizá de la idea de la planificación en la ciudad.
19 de septiembre de 2017 / 13:40:40 hrs. / 7.1º de magnitud / A 12 km del sureste de Axochiapan, Morelos.
La caída del monumento que da nombre al recién inaugurado Paseo Urbano Monumento a la Madre (PUMM), ajuste en la traza urbana de la ciudad que divide a las colonia Cuauhtémoc (antes la colonia de La Teja Norte) de la colonia San Rafael (esta, la primera colonia de traza moderna en la ciudad, construida entre 1890-1910 y conocida con anterioridad como la unión de tres colonias: la de los Arquitectos, la de La Blanca y la misma de San Rafael). El PUMM fue un proyecto liderado por la extinta Autoridad del Espacio Público (AEP), de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (SEDUVI), y diseñado por R-Zero + PAAR, pero que tiene más similitud en su solución a los proyectos desarrollados bajo la mano de Ernesto Betancourt en la AEP. El diseño original de ese espacio público es de José Villagrán García y la escultura es de Luis Ortiz Monasterio, el espacio y la escultura se inauguraron el 10 de mayo de 1949.
Rafael Alducín Bedoya, periodista y fundador del diario Excélsior, el periódico de la vida nacional, fue el promotor del Día de las Madres que se introdujo en México el 10 de mayo de 1922 con apoyo de José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública. Excélsior es el mismo periódico que en 1949 convocó, bajo la dirección de Rodrigo de Llano, al concurso de La Ciudad de México interpretada por sus pintores, en conjunto con la Galería de Arte Mexicano, el Departamento del Distrito Federal (DDF) y el Banco de México, certamen que terminaría ganando Juan O´Gorman con Paisaje de ciudad (representación de una ciudad idealizada y masculinizada) y en la que José Chávez Morado presentó su cuadro La Ciudad, esa urbe madre, “que nos amó antes de conocernos”.
El Monumento a la Madre está compuesto por una trilogía de esculturas: el hombre a la izquierda de la escultura central tiene una pose de escritor (con lápiz y libro incluidos), voltea la cabeza hacia ella, una mujer con una mazorca de maíz (símbolo de la fertilidad) en la mano derecha y en la izquierda el acto de la cosecha. En el eje central de este paseo-jardín está una mujer de vestido largo, la madre con un niño que sostiene con ambos brazos en postura de asiento bajo un rebozo. El hijo levanta la mano derecha en forma de saludo a uno de los espacio urbanos más importantes de la capital (no sólo por estar junto a una de las primeras colonias de la ciudad, sino también por estar en el cruce de Insurgentes y Reforma).
Esta última escultura la de la madre, con un peso de 25 toneladas de cantera, fue la que cayó durante esta sacudida, dejando registros en las losetas gris basaltex del paseo recién inaugurado; pedazos descompuestos y trozos desnudos de un hijo con su madre que cayó en su mismo eje; sus extremidades inferiores casi en la misma posición del trazo central, dejando sólo sus pies en el pedestal del cual se desplantaba, y casi irreconocibles su extremidad superior y su cabeza.
El 13 de febrero de 2019 se efectuó la pieza “Ascención y caída, un sacrifico”, de Alberto Odériz y Alejandro Palafox quienes vaciaron en yeso las piedras que sobraron del monumento caído durante la reconstrucción de la escultura original, mismas que al día de hoy siguen abandonadas a un costado del monumento y aún dan refugio y morada a personas en situación de calle de la zona.
Cayó el regazo, la protección, la seguridad, cayó la madre a los mismos pies de su ciudad, esta caída representa la perdida del paisaje, de la conexión con nuestro entorno natural y urbano en la ciudad.
Por desgracia toda ciudad tiene sus tres sacudidas con sus respectivas caídas, afortunadamente con un límite de tiempo que permite recuperarnos tras las pérdidas (cada uno interpreta y resignifica esas pérdidas en relación con su experiencia del acontecimiento), documentar sus registros y comenzar de nuevo (una reconstrucción), a veces con menor fortuna de lo que teníamos antes.
A la Ciudad de México, nuestra ciudad madre, “porque su maternidad –también- fue voluntaria”.
“sacúdeme, la vida amor”
Francisco Joaquín Huidobro Preciado.
Este texto forma parte del proyecto de investigación Ciudad cuerpo y deporte urbano del Sistema Nacional de Creadores de Arte en Arquitectura (diseño arquitectónico).
Notas
1. Un moderno Prometeo como alusión al mito griego de como uno de los titanes creo a la humanidad a partir de arcilla y agua; en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México podría enlistar una serie de modernos Prometeos y otras monstruosidades que nos ven, protegen, guían y cuidan desde lo alto. Además del Ángel de la Independencia, en Paseo de la Reforma, está la Cabeza de Juárez en la avenida Guelatao, en Iztapalapa; el Guerrero Chimalli, en la avenida Bordo de Xochiaca, en Chimalhuacán; o la Santa Muerte en el templo de San Mateo Cuautepec.
2. La otra pérdida parcial de esa libertad se dio con el cerco perimetral impuesto por el Gobierno de la CDMX tras la manifestación #NoNosCuidanNosViolan, el 16 de agosto de 2019, para denunciar abusos sexuales por parte del cuerpo de policía de esta ciudad que, tras las pintas en monumentos históricos, derivó en temas de conservación y preservación y en movimientos como el de “Restauradoras con Glitter” y acciones como “Arqueología de una Manifestación”, de Alberto Odériz.
3. De la placa (ubicada bajo la primera) autoría de un grupo feminista que sustituyó al grafiti de “la maternidad será voluntaria o no será”.
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