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Columnas

Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales

Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales

26 julio, 2024
por Emma Palem

Los anillos olímpicos se han instalado sobre la estructura de la Torre Eiffel, con motivo de los Juegos que empezarán el 26 de julio. ANDRE PAIN (EPA/EFE)

Hace un siglo que los Juegos Olímpicos no se celebraban en París, ciudad que (tras protagonizar la justa en 1900 y 1924) será por tercera vez la sede de una Olimpiada, la trigésimo tercera, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024. Este evento ocurre en un contexto de crisis internacional y local para Francia, bajo un clima político tenso, con una izquierda aliviada y una derecha que se percibe a sí misma como mal representada después de las elecciones legislativas. Además de París, Marsella será la otra sede principal de los Juegos, como reflejo de una conexión creciente con la capital, ya que en últimas fechas numerosos parisinos se han trasladado a la ciudad portuaria que, pese a su carácter rebelde, se gentrifica cada día más. El encargado de crear el diseño de la antorcha olímpica, Mathieu Lehanneur, se inspiró en la igualdad, el agua y la paz; tres elementos en pleno contraste con la desconfianza y pesimismo generalizados hacia los Juegos Olímpicos. No obstante, la llama encendida por JuL, el rapero marsellés más escuchado del Hexágono, ha insuflado un renovado entusiasmo en torno a la competencia que espera atraer, por lo menos, a 2.3 y 3.1 millones de visitantes. Es en este contexto que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024, organizados en medio de uno de los veranos más cálidos jamás registrados, tendrán el desafío de ofrecer una oportunidad para celebrar el deporte, el arte y la diversidad.

 

Una nueva manera de proyectar

Si algo distingue a estos Juegos es su costo (8.7 mil millones de dólares), el más bajo de las últimas cinco ediciones desde Beijing 2008 (8.3 mmd), Londres 2012 (16.8 mmd), Río de Janeiro 2016 (23.6 mmd) y Tokio 2020 (13.7 mmd). No obstante, algunos especialistas señalan que el presupuesto inicial para París 2024, de 3.9 mmd, aumentó a más del doble, lo cual ya es una tendencia generalizada que, cada vez, hace menos atractiva la perspectiva de alojar unos Juegos Olímpicos para otras ciudades. En esta ocasión, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha resaltado su ambición de hacer de estos Juegos los más responsables, desde el punto de vista ecológico y económico, para lavar la cara de este evento, cada vez peor visto por su impacto presupuestario e infraestructural en las ciudades por las que ha pasado en el curso de este siglo. A nivel de infraestructuras de transporte, una de las primeras contradicciones ha sido el aumento del costo del boleto de metro, que subió su precio a 4 euros para la ocasión con respecto a la tarifa habitual de 2.15 euros. Con esta condicionante, quizá los parisinos prefieran cruzar a nado el Sena, de una orilla a otra, siguiendo el ejemplo de la alcaldesa Anne Hidalgo, quien cumplió su promesa y se bañó en ese río después de haber invertido mucho dinero en el tratamiento del agua. El cuerpo de agua, por su parte, servirá de escenario para el desfile de la ceremonia de apertura de los Juegos.

La vertiente sostenible ha sido la causa de la reducción significativa de nuevas construcciones, en beneficio de un enfoque en la renovación de infraestructuras deportivas existentes y la mejora del transporte público. La ciudad apostó así por la movilidad suave, como el uso de la bicicleta y las instalaciones temporales —realizadas principalmente en madera— en lugares emblemáticos como el Campo de Marte (que servirá como sede para el voleibol de playa), la Plaza de la Concordia (adecuada para los deportes urbanos) y los muelles del Sena (que alojarán las competencias de natación). Este enfoque recuperacionista busca reducir la huella de carbono y maximizar el uso de las infraestructuras ya construidas. Sin embargo, algunos de los proyectos de obra nueva que se utilizarán durante los juegos marcarán el futuro de la metrópolis.

Un proyecto típico en todos los Juegos Olímpicos es, por supuesto, la construcción de una Villa Olímpica para la ocasión. Si en Barcelona 1992 los juegos posibilitaron la conexión de la ciudad con la costa, y las infraestructuras construidas en ese entonces dejaron un legado constructivo que hoy se integra con el tejido urbano de los pescadores de la Barceloneta; en París el objetivo era crear un ecobarrio conectado al Sena. Construida en un tiempo récord, la Villa Olímpica París 2024, situada entre Saint-Ouen y Saint-Denis —el departamento más pobre de Francia—, es un conjunto de antiguas naves industriales que se inauguró en febrero de este año y ahora acoge a los numerosos atletas presentes para la ocasión. El proyecto, que cubre unas 50 hectáreas de terreno construido, presume de una huella de carbono reducida y se enorgullece de ofrecer viviendas y espacios urbanos cómodos, en consonancia con las previsiones contra el cambio climático y las metas para 2050, que incluyen medidas como multiplicar los oasis urbanos o apostar por la orientación norte. Diseñada por una treintena de arquitectos, entre ellos Dominique Perrault y el estudio franco-brasileño Triptyque —que destaca con un proyecto de viviendas pensado para el cambio de uso, una vez terminados los Juegos—, la Villa Olímpica procura respetar el medioambiente y tendrá entre sus compromisos la asequibilidad del alquiler. Se espera que este sea un ejemplo a seguir y que, aparte de las buenas intenciones ecológicas, la Villa Olímpica no sea un proyecto más de promotores que acentué los problemas de gentrificación y las desigualdades en el acceso a la vivienda. Mientras tanto, las instalaciones de alojamiento esperan a casi 10,500 atletas, pertenecientes a 206 delegaciones nacionales, así como a los deportistas de los equipos de atletas neutrales individuales y el equipo olímpico de refugiados.

Otra de las obras más importantes de estos Juegos se construyó frente al simbólico Stade de France: el Centre Aquatique Olympique (CAO), cuyo diseño estuvo a cargo de los despachos VenhoevenCS y Ateliers 2/3/4. Se trata de una escultura de madera que redibuja el paisaje urbano del barrio de Saint-Denis, considerado como la Métropole du Grand Paris y que, una vez más, tiene la intención de producir una profunda mutación en este barrio. El CAO es un equipamiento deportivo (que por sí solo hizo subir de manera considerable los costos del evento ya que, en su licitación inicial, el costo estimado era de 70 millones de euros y acabó costando unos 175 millones) y es una de las únicas construcciones importantes realizadas para los Juegos y busca tener un impacto duradero y dinamizar la zona. Concebida como una obra con bajas emisiones de carbono, este centro acuático se construyó con materiales de origen biológico y reciclados. Su estructura de madera, además de ofrecer a los habitantes de Saint-Denis el acceso a un espacio artístico y deportivo, conforma un proyecto pensado como un “ecosistema unitario”.

Más cerca del centro de la capital, vale la pena mencionar el proyecto Adidas Arena, el único polideportivo construido (aunque sólo en parte) para los Juegos, fruto de la unión de SCAU y la oficina de arquitectura NP2F que fue, en particular, el comisario científico de la exposición Sports, portrait d’une métropole para el Pavillon de l’Arsenal en 2014. NP2F ha investigado la relación con la ciudad por medio del deporte en numerosos proyectos desde la creación del estudio, fundado en 2009 por François Chas, Nicolas Guérin, Fabrice Long et Paul Maitre Devallon, cuatro arquitectos marselleses. El Adidas Arena refleja bien la apuesta de NP2F por las formas geométricas y la imposibilidad de tratar el urbanismo y la arquitectura por separado. Situado en Porte de la Chapelle, otro barrio parisino, este estadio se concibió como el centro neurálgico para los Juegos. La apuesta de “construir el mínimo para un efecto máximo” parece haber sido ganada por los arquitectos que apostaron por emplear la menor cantidad posible de materiales, el control de los recursos hídricos, la utilización de cemento bajo en carbono y otros materiales relacionados con la economía circular.

Para acabar, el Grand Palais, uno de los monumentos favoritos de los parisinos, por los eventos y las dinámicas culturales que impulsa, abrirá sus puertas este verano 2024 para las competencias de esgrima. Construido para la Exposición Universal de París en 1900, sigue siendo un verdadero emblema de la modernidad, tanto arquitectónica como cultural, y de las técnicas de construcción de la época: posee una nave coronada por una impresionante vidriera que requirió más de 6 mil toneladas de acero. El Grand Palais, al que nunca se le había concedido una restauración global, sacó provecho de los Juegos Olímpicos 2024 y la intervención firmada por el diseñador Samy Rio y el Atelier Sensu, oficina conocida por su hibridación, sus procesos innovadores frente al cambio climático y su experimentación con los materiales.

Marsella

Marsella, por su parte, concentrará las externalidades positivas ya que se va a beneficiar de la herencia de los Juegos Olímpicos sin sufrir tantas molestias. En efecto, el evento ha hecho que muchas obras de la ciudad focea se aceleren. Marsella no esperó a los Juegos para iniciar grandes obras de renovación urbana, ya que el vasto proyecto Euroméditerranée se puso en marcha en 1995 y tiene como objetivo redinamizar el tejido urbano de la zona portuaria e industrial, de manera que pueda conectar los barrios del norte con el resto de la metrópoli costera. Se han realizado varios desarrollos urbanos para la ocasión, en particular en los alrededores del paseo marítimo: la Corniche Kennedy, el camino costero que corre desde la playa de los Catalanes hasta el Prado. La ciudad focea aprovechó, además, la oportunidad para reorganizar el tráfico de vehículos, conocido como uno de los más caóticos del Hexágono, mediante la optimización de las vías de transporte público, pero también la movilidad suave, ya que las vías peatonales y las ciclovías han sido rehabilitadas para la ocasión.

En términos de equipamiento, la Marina Olympique mezcla una nueva construcción con la renovación del estadio náutico del Roucas Blanc y constituye el punto de partida de los barcos para las pruebas de vela. El final de la obra del proyecto Tangram, en Pointe-Rouge, pensado como un “centro de excelencia de formación e innovación dedicado al mar y a la tierra”, coincide con el inicio de los Juegos, así como las obras de los proyectos urbanos en la plaza de la Castellane, que se vieron aceleradas gracias a la dinámica alrededor de los Juegos Olímpicos. Por último, el estadio Velódromo, verdadero símbolo de la ciudad, está listo para acoger algunos partidos de futbol.

Seguridad

En el contexto de amenazas terroristas persistentes, la seguridad es uno de los grandes desafíos del evento y constituye una excusa para añadir a la ciudad un carácter tecnológico, ya que se han implementado sistemas de reconocimiento facial y vigilancia por medio de drones. La prioridad es, por supuesto, garantizar la seguridad de los participantes y espectadores, minimizando las perturbaciones.

Este parámetro de seguridad ha afectado la comprensión espacial por parte de los artistas que animarán los espectáculos oficiales, ya que los ensayos para las ceremonias de inauguración y clausura se han realizado en grandes almacenes fuera del centro de la ciudad, cuya ubicación permanecerá en secreto hasta el día de la inauguración. De esa manera, los artistas tendrán que adaptarse en tiempo real a la escenografía mientras se presentan delante de los miles de espectadores y, de esta manera, deberán demostrar una gran capacidad de improvisación.

Conclusión

El escepticismo inicial frente a los Juegos Olímpicos se explica, en parte, por el hecho de que los franceses consideran que el país no necesita en absoluto este evento. Cabe destacar que la capital francesa ya es un lugar hostil en cuanto al acceso a la vivienda. Como de costumbre, los más adinerados aprovecharán este evento para alquilar sus domicilios en París a precios exorbitantes mientras se refugian en sus residencias secundarias. Por otro lado, los estudiantes alojados en residencias sociales universitarias han tenido que organizarse y sumar al estrés de los exámenes el hecho de tener que ceder sus viviendas a los turistas y atletas de paso por la capital. Los habitantes de la periferia, cuyas zonas han vivido las transformaciones urbanas más importantes, han tenido que soportar durante meses las molestias relacionadas con las obras y deberán enfrentarse a la posible subida de los precios del alquiler de vivienda. La promesa inicial de los Juegos Olímpicos de París 2024 era ser los más verdes, respetuosos con el medio ambiente y comprometidos con el clima. En este mes de julio y en los que están por venir, podremos decir si las buenas intenciones además de sinceras serán efectivas o si, como muchos otros Juegos Olímpicos, se trata nada más de una suspensión del tiempo que pone el foco de atención sobre el país anfitrión y sus dirigentes.

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