La selva domesticada
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10 julio, 2017
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Herzog & de Meuron están bien enraizados en Nueva York: la esbelta torre “pretemblada” de departamentos a pocas cuadras del Ground Zero está a punto de estrenar el balón reluciente de Anish Kapoor en la entrada y seguro será un referente para todas las réplicas genéricas y globales de las próximas temporadas; el impecable PUBLIC –híbrido entre hotel boutique y oficinas– en el Bowery a espaldas del New Museum de SANAA y de la Sperone Westwater gallery de Foster; y el recién inaugurado espacio-experiencia en el Armory, un decimonónico edificio militar ubicado en una de las zonas más lujosas de Manhattan, que será renovado por ellos mismos.
Hansel & Gretel es el último proyecto en colaboración entre los arquitectos suizos Jacques Herzog & Pierre de Meuron y el artista y activista chino Ai Weiwei. Años atrás realizaron algunos proyectos juntos sin definir claramente sus roles y con sorprendentes resultados, destacando especialmente el estadio apodado nido de pájaro para los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y el Pabellón de la Serpentine Gallery de Londres en 2012. Hansel & Gretel aborda su interés tanto en el impacto sicológico de la arquitectura como en las políticas sobre el espacio público, creando un espacio intrigante con diferentes niveles de realidad.
Inicialmente se les ocurrió convertir el inmenso Drill Hall (que es el espacio cubierto y diáfano más grande de Manhattan con unos 60 x 90 metros) en un parque público qué estuviera abierto las 24 horas. Sin embargo, Hansel & Gretel es lo opuesto, es una selva distópica con luces proyectadas donde el piso parece levantarse por fuerzas invisibles y unas cámaras infrarrojas rastrean a los visitantes, también escrutados por drones, qué sistemáticamente están capturando datos y movimientos. Los lectores de ciencia ficción recordarán Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury como la trilogía fundacional del género distópico, donde se describen sociedades ficticias que son indeseables en sí mismas. Si en el cuento de Hansel & Gretel las migas de pan que marcaban el camino de regreso de los niños, se las comían los pájaros, aquí son las cámaras y los drones los qué se comen los fragmentos de información digital capturada, que se almacena y clasifica para crear retratos robot, como en la angustiante Fahrenheit 451 escrita sesenta y cinco años atrás, donde un gobierno omnipresente supervisa desde el cielo a todos los ciudadanos.
Tras ingresar por una modesta puerta lateral y recorrer un largo túnel oscuro, el visitante percibe tanto una cierta amenaza como un excitante asombro al emerger en el paisaje expansivo del gran Hall oscuro y animado por mapeos interactivos proyectados qué capturan todos los movimientos de los visitantes. Una experiencia similar a la que provocaban algunas de las salas de la exposición de Rafael Lozano-Hemmer con sus Pseudomatismos en el MUAC, aunque en un espacio diáfano y obscuro de mas de 5,000 m2. Utilizando la tecnología más sofisticada qué se usa hoy en día en el monitoreo de espacios públicos, permite reflexionar sobre el hecho de estar siendo vigilado constantemente en el que se pierde el anonimato.
En la visita a las salas adyacentes el visitante descubre todo aquello que se vio y capturó. Una amplia biblioteca digital de historias de vigilancia, seguridad y tecnologías está disponible para investigaciones futuras.
En una era de constante escrutinio y almacenaje de datos más allá del conocimiento y control de ciudadanos normales, lo que se denuncia en la exposición de Hansel & Gretel quizá sea menos fantasioso y más amenazante de lo que parece a primera vista. De hecho, la carrera de obstáculos y el sospechosismo que supone el tránsito por un aeropuerto estadounidense ya supera cualquier distopía.
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