Carme Pinós. Escenarios para la vida
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¡Felices fiestas!
3 junio, 2014
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
Hablemos de arquitectura y no de arquitectos es una de las frases más escuchadas en los últimos meses en relación a la celebración de la decimocuarta Bienal de Arquitectura de Venecia. Mencionada por su director, Rem Koolhaas, que es al tiempo uno de los máximos exponentes del starsystem arquitectónico del cambio de siglo, apunta a dejar de considerar los nombres detrás de las obras y centrarse en estas últimas o en sus fundamentales.
El primer reto ha llegado pronto. ¿Cómo distinguir a un nombre con el León de Oro a la Trayectoria este año? Desde su origen es uno de esos premios que siempre apuntan a destacar el nombre detrás de la arquitectura, reivindicando más la figura del arquitecto-autor. ¿Cómo distinguir a una figura –su trayectoria– que hable de la arquitectura y no sea un nombre propio? No es fácil. En la lista de premiados aparecen personajes de la talla de Alvaro Siza, Frank Gehry o el propio Rem Koolhaas.
Y ha sido Rem –tan oportuno como siempre– quien le ha sabido dar un giro.¿Su solución? Distinguir a Phyllis Lambert, una de esas figuras que, pese a su importancia dentro de la historia de la arquitectura, no aparece casi nunca en primera plana. Lambert tiene entre sus logros la fundación del Canadian Centre for Architecture, uno de los espacios más importantes en la difusión y comunicación de la arquitectura: “su creación del Centro Canadiense de Arquitectura en Montreal combina la rara visión con generosidad poco común para preservar los episodios cruciales de la herencia de la arquitectura y estudiarlos en condiciones ideales”. Al tiempo, ella juega un papel fundamental en el desarrollo del Edificio Seagram de Mies van der Rohe en Nueva York y cuya historia recoge en el libro Building Seagram donde se puede ver el proceso y evolución del rascacielos desde la selección del lugar a los primeros bocetos, pasando por cartas personales de Lambert sobre el proyecto o la inclusión de las obras de arte en la plaza.
El galardón a Lambert significa así premiar a aquellas personas que hicieron posible muchos de los grandes proyectos del siglo XX y cuya implicación ha sido reconocido por Rem Koolhaas y Paolo Baratta, Presidente de la Bienal de Venecia, “no como arquitecto, sino como un cliente y custodio, Phyllis Lambert ha hecho una gran contribución a la arquitectura. Sin su participación, una de las pocas realizaciones en el siglo XX de la perfección en la tierra – el edificio Seagram en Nueva York – no habría sucedido”, y añaden: “los arquitectos hacen arquitectura; Phyllis Lambert hizo arquitectos…”, destacando así a los grandes mecenas y medios de comunicación de la arquitectura que constituyen parte importante –nos guste más o menos – en la construcción de la imagen del gran arquitecto-autor.
Pareciera que nos encontramos una vez más estamos en ese límite ambiguo entre la arquitectura, la historia y lo mediático en el que muchas veces se mueve Koolhaas.
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