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7 septiembre, 2017
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
El sábado 9 de septiembre se inaugurará en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo la muestra Forensic Architecture. Hacia una estética investigativa que dará cuenta del trabajo de “una agencia de investigación fundada en 2010 por un grupo de arquitectos, artistas, cineastas, periodistas de investigación y abogados”, según las palabras introductorias de Eyal Weizman, investigador principal de esta oficina, las cuales pueden leerse en el folio dedicado a la muestra y publicado por el mismo museo.
La práctica de Forensic Architecture está centrada en la creación de cartografías que narren y grafiquen las múltiples aristas de la violencia, como la explotación ambiental, el genocidio y el desplazamiento demográfico. ¿Cómo se concibe, en términos expositivos, una vía arquitectónica como la que propone Forensic Architecture, entendiendo que las muestras de arquitectura se dirigen más hacia lo proyectual que a lo especulativo? Para la curadora Rosario Güiraldes, la práctica forense de la arquitectura no se encuentra muy alejada de lo que implica concebir una exposición: la mesa del museo es también una mesa de disección. “Entendemos que la práctica de la arquitectura forense, y la realización de exhibiciones (la construcción del aparato expositivo) comparten varios elementos en común. La posibilidad de realizar este tipo de trabajo para poder presentarlo en el contexto de una exhibición constituye un lugar central en el sentido de poder explorar distintas estrategias de visualización y de representación. Como la práctica forense, en lo que respecta a las exposiciones, en primera instancia nos puede parecer una vía que no tienen muchos aspectos en común. Pero finalmente sí se parecen demasiado. Poder realizar este tipo de exposiciones abre la posibilidad de poder pensar en distintas estrategias de visualización y representación de los acontecimientos”.
Forensic Architecture trabaja sobre cuestiones más bien invisibles que las referidas por la arquitectura tradicional; esto es, el objeto acabado y la solución de los proyectos. Pero para Güraldes, las herramientas utilizadas tanto en una rama como la otra son las mismas, lo que las modifica son sus funciones según el arquitecto que las dirija: “Se trata de entender un enfoque expandido de los instrumentos que los arquitectos ya utilizan. Si se quiere pensar en una exposición tradicional de arquitectura, vemos que se utilizan las mismas herramientas con otros fines. En este caso, estas herramientas se encuentran al servicio de la creación de evidencias forenses. Hay una utilización de las herramientas arquitectónicas en pos de un tipo de trabajo que tiene otras características”. Los temas tocados por Forensic Architecture son los Derechos Humanos, la violencia de Estado y la destrucción territorial. En términos expositivos, ¿cuáles son las herramientas que se ponen en marcha para exhibir estas cuestiones? “En el caso de esta exposición, entendemos el diseño de la exposición a partir de las mismas prácticas que se exhiben. Trabajamos con una agencia de diseñadores gráficos con base en Nueva York que ponen en marcha la misma reflexión que Forensic Architecture. La exposición ha sido diseñada en función de estar entendiendo que el formato de la hoja impresa con este formato de comunicado de prensa, memorándums, etcétera, son formatos que están destinados para los medios de comunicación. Lo que vamos a ver en la exposición es todo el material, todas las fuentes que están emplazadas en este formato de hoja pero simulándolo. Se intentan establecer relaciones entre distintas fuentes que puedan crear una nueva forma de mirar las imágenes que se exponen. Se trabaja con una mirada forense”. La misma exposición enuncia el cruce entre la estética y la investigación, que deviene en un encuentro entre la forma de los objetos que se exponen y la ética que también albergan. Según Güiraldes, la exposición “se centra en lo ético, intentando reflexionar o dando cuenta de la necesidad de la colaboración entre diversas estancias académicas que se sitúen en la confrontación política dentro del espacio de exhibición”.
Una de las investigaciones que se presentarán en el museo será la cartografía interactiva que Forensic Architecture diseñó alrededor del caso Ayotzinapa, la cual fue presentada este jueves 9 de septiembre ante los medios de comunicación y algunos de los familiares de los normalistas desaparecidos. La plataforma, comisionada y diseñada en colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) es un dispositivo arquitectónico que arroja funciones inéditas tanto para el trazo de cartografías (y también para la concepción misma de lo que significa el territorio físico y la infraestructura de los objetos arquitectónicos) como para la criminalística mexicana, cuyos métodos no se dirigen tanto hacia el esclarecimiento de los hechos como a la consolidación de una narración oficialista sobre los actos del Estado ante el crimen. Plataforma Ayotzinapa trabaja en diversos frentes.
Uno de ellos es la historia oral de los hechos: sobre un soporte geográfico se trazan las versiones dadas por las víctimas, por el ejército, por la policía estatal y por la Procuraduría General de la República. Luego, se construye a partir de ciertas herramientas arquitectónicas, como es el modelado 3D y el mapeo de la zona de Iguala, evidencia que no existe en la llamada “verdad histórica” publicada por las instituciones federales que dieron seguimiento al caso. Más bien, la plataforma toma en cuenta sólo las conclusiones a las que llegó el EAAF. Esta evidencia queda explicada en videos de acceso público, aunque sus lecturas no sólo obedecen a los marcos científicos que permitan elaborar hipótesis independientes a las que ya se conocen: también visibiliza a las víctimas posicionándolas en un tiempo y en un espacio, y contempla dispositivos tecnológicos que a menudo no son considerados por la mirada arquitectónica, como son las cámaras de vigilancias, las llamadas de celulares y las señales radiofónicas. “Creemos que existe una relación inquebrantable entre la gente y la arquitectura, y también entre la arquitectura y la violencia. El caso Ayotzinapa es un caso urbano. Si tú revisas la plataforma puedes ver objetos arquitectónicos sumamente sólidos, como son puentes, carreteras, anillos periféricos y avenidas. Y estas arquitecturas, para nosotros, significan porque enmarcan el crimen. Probablemente, el crimen sea uno de los planos más extremos de la arquitectura”, dijo, en entrevista, Eyal Weizman. Sobre la inclusión de aspectos a menudo invisibles al análisis de la infraestructura física, Weizman menciona: “Hablando de manera general, no sólo en lo que respecta al caso Ayotzinapa, puedo decir dos cosas. Una es que la violencia de Estado es ya tecnológica. Tenemos drones, ataques teledirigidos, cartografías que acorralan a las víctimas. La otra es que la violencia es primordialmente urbana. Las ciudades y las calles albergan violencia, y de hecho, muchos crímenes son cometidos en espacios domésticos, como son departamentos. Si el Estado ya tiene a su servicio estos dispositivos tecnológicos, la arquitectura también las tiene: el modelado 3D, los mapas interactivos, la renderización, etcétera. La arquitectura, entonces, puede funcionar como una suerte de contraforénsica, puedes crear evidencia con tus propias herramientas que aporten o se opongan a la investigación criminalística. Pero para crear esa evidencia, también tienes que contemplar información no necesariamente arquitectónica, como son los testimonios, las llamadas telefónicas, los recorridos que hace una persona de un lugar a otro. Lo que nosotros proponemos es que el arquitecto construya una nueva ecología visual a través de la cual se pueda entender el crimen, una ecología visual que reinterprete aquella que ya está dada por la tecnología bélica”. Stefan Laxness, coordinador de proyectos de Forensic Architecture, declara: “A nosotros nos es imposible mirar a la arquitectura sólo en términos de edificios, de infraestructura física. La arquitectura también puede ser leída en términos ambientales e intangibles. La arquitectura se ha puesto al servicio de la vigilancia, por ejemplo. Igualmente, si se desea entender de una mejor manera un terreno sobre el que haya sucedido un hecho violento, tienes que traer a tu análisis a las ondas radiofónicas, a los desplazamientos de las personas, a las fotografías tomadas con celulares o a las llamadas telefónicas. La arquitectura por sí misma no puede arrojarte información”.
Forensic Architecture reúne a académicos e investigadores especializados en los temas que la agencia aborda. Pero, ¿cuál es su enfoque? ¿Es uno meramente científico? En la presentación de la plataforma, Cuauhtémoc Medina mencionó que problematizaba la representación de un luto que no ha sido justamente comunicado, tanto por las instancias laborales como por los poderes mediáticos. Parte de la práctica forense es hacer hablar a los cadáveres. Weizman reflexiona: “Nunca fuimos ‘objetivos’ con este trabajo. Estuvimos en la oficina durante 10 meses, muchas veces sin fines de semana, porque, desde luego, estábamos de lado de las víctimas. Mi propia visión no puede ser objetiva. Soy un arquitecto entrenado en Israel, y sé qué es lo que implica que un bombardeo cambie la faz de las ciudades y cambie la propia forma en la que entiendes el cuerpo. En mi caso, estoy de lado de los palestinos. Debes tomar postura. Entendemos que esta plataforma también representa la falta de cuerpos de las víctimas, pero lo entendemos sólo hasta cuando los padres nos hablan de lo agradecidos que están. Nosotros sólo nos pusimos al servicio de ellos, y esa fue nuestra manera de lamentarnos por lo sucedido. Esa fue nuestra manera de vivir el luto, de llorar a los desaparecidos”.
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