Go Skateboarding Day
Hoy se celebra el 'Go Skateboarding Day'. Más allá de penalizar esta práctica, conviene recordar que un skateboarder es, entre [...]
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¡Felices fiestas!
21 junio, 2017
por Anónima | Twitter: SA_Anonima
“Dejadlo todo…salid (a patinar) a las calles”
parafraseando a André Bretón
El 21 de junio de 2014, publicamos en este mismo medio una primera referencia sobre el origen del #GoSkatebaordingDay, donde desarrollamos el hoy extinto Love Park en San Francisco, el Paranoid Park de Gus Van Sant, la inauguración –ese mismo día– del Templo Mayor skatepark y cómo se pasó de las señalizaciones restrictivas de “No Skateboarding” en algunos espacio públicos a una celebración mundial del “Go Skateboarding”.
Por fin la ciudad entendió la importancia de un skatepark, de un spot como punto de reunión en el que los patinadores se juntan, generando sentido de apropiación, de ocupación y, sobre todo, una vitalidad en el espacio público, además de generar una economía local y un beneficio social para la zona en la que se emplaza.
Go, ¿qué se esta haciendo bien?
Hoy, después de esos tres años y de cuatro décadas de gestión –en este 2017 se cumplen 40 años del skate en México– ya podemos hablar de equipamientos recreativos y deportivos para el skateboarding en la Ciudad de México, como el del Deportivo Reynosa Tamaulipas (2015) y el skatepark de San Antonio Abad, hoy inaugurado.
Estos skateparks, gestionados mediante la marca Nike SB y el gobierno de la Ciudad de México –a través del Instituto de la Juventud en los casos del Templo Mayor y del Deportivo Reynosa Tamaulipas y del Fideicomiso del Centro Histórico para el de San Antonio Abad–, están formando a los futuros participantes para los Juegos Olímpicos del 2020 en Tokio.
No!, ¿qué seguimos haciendo mal?
Si bien se puede hablar de un antes del Templo Mayor skatepark, con equipamientos básicos mal diseñados y mal construidos, el después no difiere mucho, desde spots como el de la viga hasta skateparks como los del Bosque de Aragón, el Bosque de Chapultepec y el Zoológico de los Coyotes, en los que las intenciones se han quedado en eso: sin diseño urbano, con planteamientos básicos de flujos, sin integración poblacional, sin considerar contexto y simbolismo, malas asesorías, simulación de participación por patinadores y una construcción que apuesta por un concreto a lo bruto, además de altos costos de construcción –40% de sobre costo en algunos casos–. El panorama de los skateparks en la Ciudad de México va por esa vía, la de un modelo de negocio que, una vez agotado por los tiempos políticos de esta ciudad, se mudará a otro estado para replicar la estrategia –el Estado de México seguramente No!; perdió la oportunidad en las pasadas elecciones–.
Un negocio que pudo haber beneficiado a todos, ya que con el sobrecosto del 40% de la construcción de uno de los mencionados anteriormente se pudieron haber construido cuatro skateparks más de aproximadamente 2,000 m2 cada uno en las delegaciones sin equipamientos de este tipo, formando un sistema de 16 skateparks profesionales avalados para competencias internacionales. El impulso de la Ciudad de México como “la capital del deporte” tiene pros y contras.
50-50 (fifty-fifty), el balance
Haciendo una analogía con la disciplina estamos 50-50 (fifty-fifty): se están construyendo espacios para este tipo de prácticas –tanto diseñados y construidos profesionalmente como los espontáneos improvisados y sin conocimiento, en concreto a lo bruto–, pero al mismo tiempo están desapareciendo spots históricos y simbólicos, por lo que tendremos que dejar atrás un poco de la historia del skateboarding en la Ciudad de México para ver hacia delante.
Sin embargo, como los patinadores de la ciudad se adaptan al segundo tipo de espacios sin que se generen deformaciones en su práctica, para poder tenerlos en 2020 y competir profesionalmente en los Juegos Olímpicos de Tokio, la historia, en este caso, debe documentarse:
El Bosque de Chapultepec perdió el spot de los 10 de Constituyentes, pero ganó un skatepark que, aclarando, no es “la catedral del skateboarding en la Ciudad de México”. La monumentalidad no puede darle ese carácter de referencia. Aun estando al interior de un parque, y casi a punto de ser demolido por los trabajos del tren interurbano y del metro, sólo hemos llegado a tener un templo.
En el paseo urbano del Monumento a la Madre, si bien se está planteando un skatepark dentro del proyecto de recuperación, va a perder, con esta nueva configuración, las curvas, el mobiliario de concreto y los pavimentos existentes del Jardín del Arte, que generaban una acústica identificable para el skateboarding de la Ciudad.
En el Bosque Urbano del Ferrocarril de Cuernavaca está por desaparecer un spot histórico y simbólico para la escena ubicado en Lago Guanacacha, posiblemente uno de los primeros spots construidos bajo el DIY post-terremoto de 1985.
Por otro lado, la misma SEDUVI y la AEP (Autoridad del Espacio Público) dejaron de llamar skatopistas a los skateparks, lo cual ya da indicios de entendimiento y conocimiento de esta práctica espacial. Con la rehabilitación del Monumento a Álvaro Obregón (Parque de la Bombilla en San Ángel), la plaza de acceso a las Oficinas Centrales del Registro Civil en Arcos de Belén y el Jardín Pushkin en la Avenida Cuauhtémoc, desarrollaron, sin intención, los spots de moda donde los patinadores mexicanos y sus medios de comunicación se están difundiendo a nivel internacional. Inclusive la misma Alameda Central se volvió en un spot sólo por el tipo de pavimento que se seleccionó en su diseño, aun con las señales restrictivas para no patinar.
Si a nivel internacional Le Corbusier propició que la escena del skateboarding creciera y Edmund Bacon lo hizo a nivel local con el Love Park en San Francisco, Alvar Aalto, de acuerdo a un artículo publicado por Anna Winston el 30 de septiembre de 2016 en Dezeen, cambió su historia. Recientemente, Tino Razo publicó el libro Party in the back, donde documenta parte de las albercas vacías en California. Hoy, la forma de esas albercas conforman los bowls que, junto con escaleras, barandales y plataformas, generan los ambientes simulados de la calle en los skateparks. Parafraseando a Polo May, uno de los patinadores mexicanos, “un skatepark es un campo de entrenamiento”, un ambiente controlado que se sirve como topografía artificial de concreto y acero para practicar. La Ciudad de México no existe un skatepark con bowls de manera profesional, salvo los construidos en el Centro de Desarrollo de Deporte Extremo en la Ciudad Deportiva Franciso I. Madero en Cabeza de Juárez en el 2003, que funcionan más para BMX. Hoy, en el Parque La Mexicana, se está impulsando contar con los primeros bowls certificados para competencias internacionales.
Si! La historia se documenta para vincular la alberca de la Villa Mairea de Alvar Aalto, el jardín japonés y la arquitectura de paisaje de Thomas Church, Lawrence Harplin y George Rockrise con la alberca de Dewey y Jean Donnell en Sonoma California, donde diseñaron para los Donnell una alberca con el mismo principio –una copia directa– a la de Aalto en Finlandia: sin ángulos rectos en las esquinas y con forma de riñón –the kidney shaped swimming pool–, que se repitió desde 1948 hasta 1970 en los patios traseros de las casas californianas. En esa década, y tras una sequía récord que causó que una gran cantidad de personas vaciaran sus albercas –se prohibía malgastar agua–, los patios traseros de las casas y sus piscinas perdieron su función primordial y se ocuparon y utilizaron como bowls para patinar: el “pool riding”. Fue ahí donde el espacio público, por primera vez, invadió el privado con una estrategia no urbano arquitectónica: Off the Wall, lema de Paul Van Doren para su marca de tenis Vans, y que impulsó, sin proponérselo, una estética para la ciudad.
Este mismo Off the Wall del “pool riding” de 1970 en California no sólo cumplía con el “fuera de la pared” que usaban los skaters cuando salían disparados de las albercas, también con esta identidad sustentada en el ocio, la sociabilidad y el espacio público (para los skaters) y en el entretenimiento, el consumo y el espacio privado (para los dueños de las casas con alberca), dándole un nuevo significado al Off the Wall y mantenerlos alejados de su propiedad.
Habrá que pensar cómo hemos pasado en las ciudades del spot al diseño de skateparks y del concreto a lo bruto al skate plazas, para llegar a una arquitectura de paisaje para el skateboarding: el landskate que definió Anthony Bracalli para el sustituto del Love Park en el skatepark de Schuylkill River, San Francisco.
En México, quizá, no exista ese proceso y siga siendo algo muy aleatorio y en construcción. Quizá hoy sólo hay que subirse a una tabla y patinar, para mañana regresar al escritorio y seguir trabajando en los nuevos paisajes para el skateboarding de la ciudad.
Feliz #GoSkateboardingDay, #GoSkateDay o #GSDCDMX.
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