José Agustín: caminatas, fiestas y subversión
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27 abril, 2021
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
En 1969, José Villagrán García impartió su lección de bienvenida a El Colegio Nacional, con salutación de Eduardo García Máynez y respuesta de Manuel Sandoval Vallarta. En su discurso, Villagrá puso énfasis entre la relación, a veces inexistente, entre la teoría y la práctica de la arquitectura y en cómo esa ausencia debía subsanarse. Para Villagrán, el ejercicio creativo del arquitecto no debía adolecer del pensamiento. Así lo expresó: “Los arquitectos teorizantes, por vivir en carne propia los problemas de la creación, orientan sus doctrinas preferentemente hacia este campo, ocasionando semejante propósito un perjudicial alejamiento de las conquistas de la filosofía y en particular de la estética filosófica, que en todo tiempo están al alcance del investigador.” También diagnosticó desde entonces que “a partir de hace unos quince años, la arquitectura entre nosotros, al igual que en el mundo occidental, ha abandonado su ritmo progresista y su espíritu combativo, refugiándose increíblemente en nueva rutina, convertida ya en positivo academismo.”
Tras la muerte de Villagrán García en 1982, el arquitecto Teodoro González de León ocupó su cátedra en 1989, pronunciando un discurso titulado “Arquitectura y ciudad”, con salutación de Marcos Moskinsky y respuesta de Octavio Paz, quien sería galardonado un año después con el Premio Nobel de Literatura. En su lección inaugural, González de León buscó responder qué era lo que formaba a las ciudades, proponiendo un cuarteto de elementos: el azar, el diseño, el tiempo y la memoria: “Las buenas ciudades resultan de un equilibrio entre esos cuatro factores: en ellas, el orden del diseño propicia la libertad, y la memoria urbana de sus habitantes actúa para corregir y, llegado el caso, aprovechar los efectos del tiempo.”
Teodoro González de León murió en 2016. El año pasado, Felipe Leal fue designado como nuevo miembro del Colegio Nacional. Saludado por Julio Frenk, y con respuesta del cronista y novelista Juan Villoro, Leal pronunció una lección titulada “Las huellas de la memoria y los pasos al devenir.” Para Leal, reconocido por intervenciones en espacios públicos, como la restauración de la Alameda Central y la peatonalización de la Calle Madero en el Centro Histórico, la memoria tiene que ver con la historia personal y con la historia colectiva que se construye en las ciudades. Apuntó que “la ciudad no es obra de uno, sino de muchos. La construimos no sólo en su expresión física, sino en su infinita gama de relaciones humanas.” Para que los arquitectos entiendan ese entramado, es importante “entender la ciudad desde la literatura, la vida cotidiana, el cine y la academia”. Con este espíritu, Leal comentó el influjo del Movimiento Moderno en la proyección de las ciudades y de cómo las circunstancias contemporáneas pueden aprender de las lecciones de la modernidad. Además, aventuró algunas respuestas sobre las ciudades y su vida post-pandemia. Para Leal, es necesario volver a las ideas sobre el espacio público, la ventilación y el asoleamiento de la primera modernidad arquitectónica.
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